Director general de Intermèdia Comunicació

Nuestro bienestar social está en juego

12 de Febrero de 2021
Albert Ortas

El 14 de febrero estamos llamados a las urnas. Desde hace un tiempo, la ciudadanía tiene la percepción de que la clase política está permanentemente en campaña. Hay una tendencia acusada a priorizar la actualidad política por delante de otras informaciones de interés. Si no comunicas, los políticos no existen.

 

Y es que en tiempos de pandemia, la agenda diaria de un político ha cambiado radicalmente. La entrada en escena de los actos online y en la red han convertido las sedes electorales y los partidos políticos en auténticos platós de televisión. Ahora, los mítines y los líderes políticos ya no se los ve en los clásicos polideportivos o se los toca en los mercados municipales. Ahora son auténticos productos comunicativos, cada día se preparan y mandan un mensaje concreto a sus votantes y simpatizantes. Auténticos profesionales de la comunicación avanzada y multicanal del siglo XXI, gracias sobre todo a sus spindoctors, asesores y comités de campaña.

El mensaje de cada día es clave. La estrategia comunicativa va dirigida claramente y únicamente a sus votantes, interaccionan poco o nada con sus contrincantes cuando se trata de buscar puntos de encuentro o de pacto. Sí, en cambio, contraponen argumentos cuando quieren tomar votos a su principal competidor. Entonces es cuando el candidato tiene que resultar exitoso ante la pantalla.

 

Inmediatez, un mundo acelerado, incierto, volátil, ciertamente individualista y con una limitada voluntad de pacto; nada de lo que pasa en política es ajeno al momento que vive nuestro planeta

Buena imagen en la comunicación no verbal y sujeto, verbo y predicado en la comunicación verbal. Pocos datos, y nada más. El mundo de la comunicación política ha cambiado. La fuerza de las emociones y los sentimientos a flor de piel es lo que hoy vende a gran parte del mundo.

Todo esto, no es nada más que el reflejo de nuestra sociedad de hoy. Inmediatez, un mundo acelerado, incierto, volátil, ciertamente individualista y con una limitada voluntad de pacto. El que el sociólogo y filósofo Bauman califica en su obra como la sociedad líquida, vivir en tiempos de incertidumbre. Nada de lo que pasa en política es ajeno al momento que vive nuestro planeta.

La crisis sanitaria, social y económica, fruto de la pandemia, nos ha acelerado todavía más este estado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya hace unos años que denuncia que la clase media de los países desarrollados va perdiendo efectivos año tras año, y a los jóvenes cada vez les cuesta más acceder a ellos. El poder adquisitivo de la clase media española se sitúa por debajo de la media de la OCDE, aumentan las desigualdades y hace que haya más gente rica y pobre.

Estos próximos años está en juego nuestro bienestar y cómo somos capaces de sustentarlo

Vivimos unos momentos de transición ecológica, transformación digital, efectos de la conectividad, de la globalización. En momentos de confinamiento y de reflexión interna, todos nos preguntamos qué nos depara el futuro. El auge de las plataformas digitales, el fin del dinero físico, los chatbots, fuentes constantes de datos y de análisis, la inteligencia artificial, el coche eléctrico y autónomo, las máquinas que no duermen.... En definitiva, adelantos tecnológicos que ya están suplantando el trabajo humano y la tarea profesional de la persona en muchos campos, especialmente en los sectores como los servicios, la industria o los administrativos, entre otros.

Estos próximos años está en juego nuestro bienestar y cómo somos capaces de sustentarlo. ¿Las máquinas pagarán toda la revolución tecnológica? ¿Aparecerán nuevas fiscalidades que contribuirán a sustentar un mínimo nivel del Estado del bienestar y lo más equitativo posible? ¿El déficit de las pensiones cómo se pagará? ¿Cómo evitamos transformarnos hacia una sociedad absolutamente dual, de dos velocidades, o garantizar un futuro digno a los millennials?

El post-14-F y los liderazgos que vienen tendrán que tener presente estos retos. La buena gestión y la optimización de los recursos humanos, sobre el trabajo que ya sólo harán las máquinas. Invertir en formación, en el reciclaje y la actualización de la carrera profesional, así como en la aparición de nuevas profesiones de valor añadido que generen oportunidades para la gente. Salud, educación, ciencia y tecnología, e investigación acontecen disciplinas clave. Hoy, nuestro bienestar social está en juego.