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Pasa el tiempo y todavía somos griegos

28 de Abril de 2021
Genís Roca

Los catalanes somos un pueblo de costa mediterránea y esto hace que nuestro pasado, y por tanto nuestro carácter, esté marcado entre otros por el contacto con griegos y romanos. Es relevante porque los romanos se pasearon por casi toda la península ibérica, pero los griegos no, y ni que sea remotamente esto podría haber provocado alguna diferencia en nuestras maneras de hacer.

 

En el siglo VII aC los pobladores del Empordà ya tenían contacto comercial con etruscos, fenicios y griegos, gente que venía de mar adentro, hacía compra-venta de diferentes productos y volvían a su casa. Es hacia el 575 aC que los griegos de Focea deciden fundar Empúries y estabilizar aquí una colonia con objetivos comerciales, un puerto donde mercadear pero sin ninguna intención de conquistar el territorio ni dominar la población. Durante más de tres siglos convivimos con los griegos, ellos en su puerto y nosotros en nuestros pueblos, hasta que llegaron los romanos. El 218 aC Cneu Cornelio Escipión, hermano de Publio, desembarca también en Empúries y lo hace con un ejército en el contexto de las peleas de Roma con los cartagineses por el dominio del Mediterráneo. Roma empieza a ocupar el territorio con campamentos militares, y progresivamente van substituyendo los poblados autóctonos por ciudades romanas. Hemos visto dos maneras de hacer diferentes, unos orientados a hacer tratos y otros armados para tomar el control del territorio. Pasa el tiempo, y nosotros todavía somos bastante griegos.

Mientras los griegos iban por nuestro mundo tratando de hacer tratos y mercadear, en su casa no paraban de pelearse. Atenas y Esparta iban a golpe de espada y Alejandro el Grande tuvo que liderar un ejército para unir los pueblos griegos. Los catalanes también queremos hacer tratos con el resto del mundo, pero internamente nos peleamos a golpe de espada y está claro que necesitaríamos un Alejandro el Grande para conseguir unirnos en una causa común. Pasa el tiempo, y todavía somos griegos.

 

Y mientras comerciaban y se peleaban, los griegos también fueron capaces de desarrollar ideas y pensamiento. Sobre la belleza, la naturaleza humana o los modelos de gobierno. Platón ya decía que hay seis formas de gobierno: si manda uno y lo hace bien es una monarquía, y una tiranía si lo hace mal. Si mandan unos cuantos i lo hacen bien es una aristocracia, y si lo hacen mal son una oligarquía. Y según Platón, si mandan todos y lo hacen bien es una república, i si lo hacen mal es una democracia. La metáfora sería que si estás en medio del océano dentro de un barco, ¿convocarías unas elecciones para ver quién pilotará la nave?, ¿o tratarías de averiguar si hay algún experto a bordo?. Ya se ha dicho mucho que la democracia es el menos malo de los sistemas, siempre y cuando seamos capaces de evitar que los aficionados o los motivados se pongan al mando de la nave. Atenas funcionaba con democracia directa y quizás por esto Platón pensó en ello y acabó considerando que lo deseable sería una república, que es el nombre que utilizó para explicar que para guiar la nave no es suficiente con ir a votar, además es necesario que al mando de la nave pongamos gente capaz y experimentada. Pasa el tiempo y todavía queremos lo que querían los griegos.

Nos gusta tener la capacidad de llegar a acuerdos con todos y hacer negocios por todo el mundo, mientras internamente nos peleamos y nos cuesta unirnos en un proyecto compartido. Vamos a votar muy a menudo pero ya no parece que esto sea garantía de estar bien gobernados, y empezamos a pensar que más nos valdría un gobierno técnico y poner gente experimentada allí donde se toman decisiones. Los foceos nunca llegaron a Madrid, y aquí pasa el tiempo y nosotros todavía somos griegos.