Catalunya como Alemania

01 de Agosto de 2020

El modelo del reparto de las instituciones del Estado entre los diferentes Lands en Alemania se usa como opuesto al centralismo jacobiino y en particular para poner de relevo el gran peso de Madrid  como capital de un Estado que quiere presumir de autonómico, però que ejerce un centralismo abrumador. La concentración de las instituciones reafirmaría un modelo de reparto presupuestario nada descentralizado, con la excepción de las comunidades forales.

 

En Alemania no encontramos sólo que las instituciones estatales están repartidas en diferentes ciudades, sinó que hay organismos menores, como los 54 centros tecnológicos Fraunhofer, que se distribuyen por todas partes y permiten una especialización territorial industrial en un país con base productiva, como también lo és Catalunya, però allí hecho seriamente y con profundidad.

"Madrid como capital de un Estado que quiere presumir de autonómico, però que ejerce un centralismo abrumador"

Y el modelo de ser conscientes y de contrapesar del peso de las capitales lo encontramos també en la tradición de Estados Unidos donde, por ejemplo, la capital del estado de Nueva York no es esta ciudad, sinó Albany, un municipio de menos de cien mil habitantes, situado a trescientos kilòmetros lejos.

 

Por lo tanto, no és ninguna obviedad que la capital tenga que centralizar todos los organismos y que su reparto no sea la mejor opción. Los catalanes obsesionados con Madrid queremos ignorar los deberes propios que en este campo tenemos pendientes. Pendientes, porque la eficacia del equilibrio territorial en un país con un gran sistema de ciudades se vería reforçada en favor del conjunto y superaríamos el debate empobrecido de la comémica metropolitana como supuesta modernidad que, dicen, supera el provincialismo del resto del país.

Algunas cifras permiten darnos cuenta que no hablamos de ningún hecho marginal sinó de un gran peso y que la síntesi és que estamos en un país enormemente centralista, por inercia, por ignorancia y por falta de ganas de quererlo objetivar.

En el presupuesto de la Generalitat, este año de 42.000 millones de euros, el peso de los organismos perifèricos que en principio podrían ser objeto de una localización cualquiera a lo largo del país son de una proporción muy elevada. Claro que también muchas conselleries no necesariamente tendrían que estar en Barcelona y ya Pasqual Maragall lo planteó con la idea de llevar Agricultura a Lleida. Pero dejémoslo en los organismos. Estos asumen una proporción que és del 10% del presupuesto conjunto, unos 4.100 millones de euros, con unos 70 organismos, de los que la sede es el Barcelonès en un número de 53 y con un presupuesto del 87% del conjunto. Y en esta cuenta hemos dejado fuera el Institut Català de la Salut (ICS), porque es casi como la conselleria misma. La presencia en el resto del país es puramente testimonial: cuatro entidades en el Baix Llobregat, cuatro en el Vallès Occidental, cuatro en las capitales provinciales y una por cápita más en el Bages, Anoia, Selva, Ripollès y Vallès Oriental. En contraste, solo son 8 los organismos realmente repartidos, sobre agua, residuos, lengua, tributos, logística, competencia, vivienda... y llegan en conjunto a 1,1 miles de millones de euros, pero siempre con la sede central en Barcelona.

Cuando a menos de una hora, con Alta Velocidad, hoy hay gente que trabaja en Figueres y duerme en Barcelona, el modelo de país podría ser mucho más equitativo, en favor del potencial conjunto y de no castigar una periferia siempre institucionalmente pobre.

"Claro que también muchas conselleries no necesariamente tendrían que estar en Barcelona y ya Pasqual Maragall lo planteó con la idea de llevar Agricultura a Lleida"

A este modelo de administración de la Generalitat hay que sumar el trato específic que recibe Barcelona, que dispone de una ley propia como capital y que ejerce en forma de consorcio numerosas competencias que en el resto de municipios son de la Generalitat, además, que como capital cultural del país, concentra también equipamientos notables. Y el volumen de esta economía es considerable, con más de treinta organismos. Estamos hablando de un gasto en sanidad, educación, cultura... de més de dos mil millones de euros/año, una parte de los que es aportada, ciertamente, del Ayuntamiento de Barcelona, pero que se realiza con una proximidad que no és en ninguna parte del resto del país.

Y no entraremos ahora en los aspectos de movilidad y transporte, tanto en inversiones como en gasto corriente, porque la concentración es màxima.

Volvemos al principio: podemos imitar Alemania, un país multipolar, lo que no negaría su capital, sino que la vincularía realmente con el conjunto de todo el país y sacaría su mejor potencial de centro integrado.