Etnógrafo digital

Del centro del mundo a París

06 de Julio de 2023
Act. 06 de Julio de 2023
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Por un tema familiar me ha tocado estar en París en este principio de julio justo en medio de los disturbios que ha habido en todo Francia provocados por la muerte del joven de 17 años Nahel M. por parte de la policía. Mientras al navegador compraba los billetes del TGV que me tenía que llevar desde Perpiñán, Twitter me mostraba el país vecino sumiso en un clima de guerra civil, con coches, escuelas, ayuntamientos y bibliotecas calcinados, comercios asaltados y policías vapuleados por grupos incontrolados. Macron reaccionaba tarde y mal y la sombra de alguna medida extrema como el estado de excepción empezaba a calmar el ambiente. Los disturbios amenazaban con extenderse en el centro de París. Dudé de si llevarme el casco de la moto por si acaso.

 

La primera sorpresa fue al llegar a Perpiñán, a la estación de tren que Dalí calificó en 1965 de "centro del mundo". Me esperaba encontrar al ejército, o al menos medidas excepcionales de protección y control de accesos. Nada. Ningún tren cancelado, ningún policía de más —de hecho no vi ninguno— y muchos TGV hacia el norte. Es todavía más sorprendente si tenemos en cuenta que Francia está en nivel "Sécurité renforcée - risque attentat" según dice la web del Ministerio del Interior.

Perpiñán no, pero París sí. Llegaría a la Gare de Lyon y sería una pesadilla de controles y de circulación restringida. Las principales atracciones turísticas cerradas. Tampoco. Decenas de miles de turistas hacíamos como si nada, ajenos a todo el que pasaba en el resto del hexágono. Los parques llenos, las colas infinitas, los barcos del Sena a rebosar, las terrazas llenas y los trileros de la bolita de gomaespuma haciendo más negocio que nunca (la apuesta mínima ya es 50 euros). Curioso todo ello.

 

"Decenas de miles de turistas hacíamos como si nada, ajenos a todo lo que pasaba en el resto del hexágono"

En cambio, cuando en casa ponía los canales de información 24 horas y las redes sociales resultaba que estaba en Vietnam. Llamadas de familiares y mensajes de amigos preguntando si estábamos bien y que no saliéramos por la calle al atardecer. Sacaba la cabeza por la ventana y veía restaurantes llenos y gente paseando con toda normalidad. Estaba viviendo dos realidades a la vez, dos realidades disjuntas: la una la del centro de París de donde su bien más preciado, el turismo, vive aislado del mundo en un tiempo y espacio propios y la otra la de las redes sociales y los medios donde todo loque pasa en el mundo pasa aquí y ahora.

¿Había disturbios? Sí, muchos y de muy graves que llegaron a su máximo cuando una turba asaltó la casa del alcalde de Haÿ-las-Roses, le prendieron fuego y por poco no queman toda su familia adentro. Todos hemos visto las imágenes en las redes del rasgo a bocajarro a Nahel, los fuegos a edificios públicos, los asaltos en tiendas y la violencia gratuita. También hemos visto vídeos de sublevados haciendo de francotiradores, incendios de edificios en otros países e infinidad de imágenes falsas o manipuladas para incitar al odio y provocar más disturbios.

Las autoridades han destacado en repetidas ocasiones el papel distorsionador que las redes sociales están teniendo en las revueltas de estos días; el mismo Macron las señalaba como correa de transmisión de información falsa. Tanto es así que después del intento de asesinato del alcalde de Haÿ-las-Roses, un decreto del ministro del interior restringía el acceso a las redes sociales en determinados barrios por la noche para evitar la propagación de información falsa que atizase la violencia. El supuesto decreto —una captura de pantalla— era también falso. Cuando los medios desmintieron el mensaje ya había hecho su trabajo de esparcir odio: internet solo se cortaba en barrios considerados conflictivos por la noche. Y todo el mundo sabe qué implica que un barrio sea conflictivo. Os bien aseguro que cuando lo leí, antes de comprobar su veracidad, no temí ni un instante por si me cortaban internet en mi céntrico apartamento en la Tour-Maubourg tocando del Sena.

"Una potencia cultural, económica y nuclear que no sabe cómo educar los hijos en casa"

Mentiría si os dijera que en París no se percibía nada de todo esto. Los Campos Elisis estaban llenos de vallas a pesar de que durante el día la circulación era la normal, y fuera de los barrios turísticos pude ver unos cuantos coches quemados. Pero el hecho de que en París no pasara nada grave esta vez es una imagen más de la división social, geográfica, étnica y religiosa que hay en la república. El discurso que escuchaba a diario, también por parte de las autoridades, es el del ataque a los "valores republicanos" que traducido quiere decir "ellos" contra "nosotros los franceses de verdad". Ellos son los jóvenes descendentes de inmigrantes, de 3ª o 4ª generación franceses, pero que continúan siendo ellos. El problema gordo no es el fuego de los disturbios sino las brasas mortecinas de un imperialismo, una descolonización y una asimilación (no integración) a unos valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad que ya no quieren decir nada si es que han querido decir algo. Para entender bien lo que (no) es Francia os recomiendo el libro de Conversación con mi perro sobre Francia y los franceses del escritor norte-catalán Joan-Joan-Lluís Lluís. Veréis cómo desde la escuela el sistema se desmorona desde el momento en el que explican a los niños la historia de sus antepasados con el mapa de Astèrix que resulta que también es falso: los galos solo ocupaban la mitad de la actual Francia, a la mitad sur había íberos. Por cierto, la misma historia de los antepasados que estudia los niños en la escuela en la isla de Guadalupe al Caribe y en general a todas las colònidx 'dultramar.

En uno de los programas que miré para seguir el tema se hablaba del ridículo internacional de Francia para no saber hacer frente a estos problemas. Una potencia cultural, económica y nuclear que no sabe cómo educar los hijos en casa. En un momento dado uno de los cotertulianos, era un expolítico convertido en intelectual o al revés, dijo que esto es consustancial en Francia, que desde la Revolución Francesa se han sucedido los periodos revolucionarios (citó muchos y solo recuerdo el de mayo del 68). Acabó diciendo que esto es un debate intelectualmente estimulante y que ya los gustaría aotros países del entorno tener estos debates tanto elevados: "no veo estos debates a , AlemaniaItalia, Inglaterra o España" va dir.