"No tener rizz no te hace NPC, pero pasarse de Ohio es sus. ¡Slay!".
No os preocupéis, yo hasta ayer por la mañana solo entendía NPC, y aún así. Menos mal que me lo explicaron mis alumnos de primero de Comunicación Audiovisual de la UPF. Y no era una conversación de pasillo, era una presentación en el aula de un trabajo sobre el Brain Rot.
Tampoco os flageléis por no saber qué es el Brain Rot. Quizás lo podáis deducir por la traducción literal del inglés —podredumbre del cerebro, o cerebro podrido— y es que significa exactamente eso, el "supuesto deterioro del estado mental o intelectual de una persona, especialmente visto como el resultado del consumo excesivo de sustancias (ahora especialmente contenido en línea) consideradas triviales o sin sentido". Esta es la definición del diccionario de Oxford, que la ha escogido como palabra del año.
"'Brain Rot' es todo aquel contenido en línea que no tiene más objetivo que el de mantenernos enganchados al móvil haciendo scroll de manera compulsiva"
Aunque el Brain Rot es un efecto, por un proceso de metonimia ha pasado a designar también el contenido que lo provoca. Así, Brain Rot es todo aquel contenido en línea que no tiene más objetivo que el de mantenernos enganchados al móvil haciendo scroll de manera compulsiva para ver más contenido en línea que no tiene más objetivo que el de mantenernos al móvil haciendo scroll de manera compulsiva para ver más contenido en línea que no tiene más objetivo que el de mantenernos enganchados al móvil haciendo scroll de manera compulsiva… Y así sucesivamente.
Vídeos, imágenes, gifs animados, memes, personajes, actitudes, movimientos, muecas son los formatos habituales de este tipo de contenidos que salen de la red y se materializan en camisetas, disfraces, memes culturales y neologismos que entran y salen del argot de los jóvenes de las generaciones Z y Alfa, que son también quienes los crean. Podéis ver de qué estoy hablando buscando "skibidi toilet", lo que se considera el Brain Rot patrón y que incluso ha saltado de internet al mundo real.
Es así como podemos hablar de una cultura del Brain Rot. Parece una contradicción en sus términos, pero no. Hablad con vuestros hijos, sobrinos, nietos: lo primero que os sorprenderá es que se sorprendan de que vosotros sepáis que existe el término y que conozcáis algunos de sus códigos.
Aunque el fenómeno es nuevo, propio de los medios digitales actuales y de su generación, el concepto no lo es tanto. Remite a la telebasura de los 80 y 90, y si me apuráis, a las radionovelas del corazón de los 50 y 60. El término en sí es aún más antiguo; la primera referencia escrita es de 1854 en la novela Walden del filósofo estadounidense Henry David Thoreau. La cita exacta es: "Mientras Inglaterra se esfuerza por curar la podredumbre de la patata, ¿nadie se esforzará por curar la podredumbre del cerebro, que prevalece de manera mucho más amplia y fatal?".
Tampoco nos es nuevo a los de la generación X (sí, no soy boomer, por un año) que crecimos escuchando en nuestros años de universidad los grupos del Rock Radical Vasco, especialmente Eskorbuto, los más anarquistas, más punk y los más coherentes; dos de sus tres miembros murieron en aquel Bilbao de la heroína de los 80. Los llegué a ver tres o cuatro veces en directo cantando aquel mítico Cerebros Destruidos: tres acordes, ruido y mucha rabia.
"Mirad el móvil de vuestros hijos el tiempo que pasan en Instagram, Snapchat o TikTok. Cuando os hayáis repuesto de la magnitud de la tragedia, tomad las medidas que consideréis adecuadas"
Y entre la rabia, la sabiduría. Más allá de anticipar una epidemia de cerebros destruidos —a la que el Diccionario de Oxford le pondría el lazo treinta y ocho años después—, se anticiparon a un tiempo donde pasado y futuro no existen, y el presente es un fracaso colectivo; un presente donde la verdad es aburrida y donde triunfan las noticias falsas y donde, incluso, el entretenimiento es falso.
Una recomendación como padre y profesor: mirad en el móvil de vuestros hijos o en el control parental el tiempo que pasan en Instagram, Snapchat o TikTok. Cuando os hayáis repuesto de la magnitud de la tragedia, tomad las medidas que consideréis adecuadas. Hacedlo con la canción Cerebros Destruidos de Eskorbuto en la cabeza.
"El pasado ha pasado, y por él nada hay que hacer,
el presente es un fracaso y el futuro no se ve.
La mentira es la que manda, la que causa sensación,
la verdad es aburrida, puta frustración".