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¿Competencia bancaria? ¡Connais pas!

07 de Mayo de 2024
Xavier Roig VIA Empresa

He quedado sorprendido porque nadie ha publicado con suficiente crudeza lo que representaba la adquisición del Banco Sabadell por el BBVA. Y la realidad es que, si se hubiese cerrado la operación, nos encontraríamos ante una mala noticia. Una noticia lamentable. Con la desaparición del Banco Sabadell se cerraría, una vez más y en el mismo sentido, un capítulo de la historia bancaria del país. El penúltimo, seguro. Porque el último será el día que Caixabank desaparezca. Bien, de hecho y formalmente, Catalunya no tiene bancos ya hace unos cuantos años, cuando el miedo de los administradores y las llamadas desde Madrid forzaron el traslado de sedes. Pero bien, limitémonos a este hecho de ahora, porque querría hacer algunas reflexiones.

La primera es que, ignoro las razones, parece como si quedase mal decir que se trata de una adquisición. Unos, los interesados en comprar, pretendían esconder a la opinión pública que querían tomar posesión de la entidad y hacer aquello que quisieran. Los otros, los comprados, como cobrarían primas, pretendían hacer ver que no pasaba nada malo, más bien al contrario, como si los que tienen que desembarcar fueran todos ellos voluntarios de la Cruz Roja. La película, pero, cambió justo ayer a las siete de la tarde, cuando el Sabadell anunció que rechazaba la propuesta, literalmente, "no solicitada, indicativa y condicional del BBVA".

Miren, yo he vivido un par de "fusiones por absorción" como directivo de multinacional. Una cuando adquirimos a otra, británica. Y lo cierto es que el personal del grupo que adquirimos se integró bastante bien. En la segunda ocasión, nosotros fuimos los adquiridos por una franco-americana. Y la integración tampoco fue tan mal. Ahora bien, y dicho esto, una cosa es clara: el presidente ejecutivo, o el consejero delegado, que acaba siempre mandando es el de la empresa compradora. Y, por lo tanto, la objetividad es limitada. El resto son historias. El caso BBVA y Banco Sabadell no iba a ser una excepción: el BBVA compraría por absorción -es decir, se comería, digeriría y... bien, no continúo- al Banco Sabadell. Y de aquí a un tiempo, corto, la entidad vallesana sería historia.

La segunda reflexión es sobre qué perderíamos los catalanes, aparte, una vez más, de una parte de nuestro orgullo nacional -el Sabadell fue fundado en 1881-. Pues perderíamos oferta bancaria. Es decir, estaremos más desvalidos de lo que ya estábamos. Porque, de hecho, las empresas y la mayoría de particulares estamos en manos de cuatro bancos: Caixabank, Santander, BBVA y Sabadell.

No nos engañemos, en España no hay competencia bancaria. Estamos ante un mercado totalmente imperfecto. Y es que las atribuciones sobre competencia -es decir, sobre falta de competencia- están reservadas en los estados cuando el asunto se limita al territorio de este estado. Un tema de atentado a la competencia solo pasa a ser conducido por la Unión Europea (UE) cuando se trata de productos que circulan dentro del territorio de la UE, o fusiones que implican a más de un estado miembro. No es el caso. Las hipotecas que, por ejemplo, comercializa el BBVA no pueden ser adquiridas por un ciudadano, por ejemplo, belga. Estamos en un tipo de "prisión bancaria".

Da risa -de hecho, hace llorar- que durante la Gran Recesión, cuando la banca española fue rescatada -cuando el sistema financiero catalán (las cajas de ahorro) fue desmantelado sin que nadie piara- los gobernantes aseguraran que tantas instituciones bancarias no podían subsistir dentro de un mismo mercado. Y cuando los replicabas que en Alemania y Italia y, incluso, Francia, tenían muchas más que nosotros, hacían media risita y decían: "¡Ya caerán!". Yo esto lo he vivido. La frivolidad de nuestros políticos ante el desastre bancario fue total. Personalmente, pienso que los actos que llevaron a cabo muchos de ellos tendrían que haber sido denunciados ante la justicia. El caso es que todavía esperamos que nos expliquen por qué desaparecieron las cajas catalanas en favor de solo una.

"El reparto fue para los amigos de la banca española, provocando una concentración escandalosa: cuatro bancos"

Con todo aquel conjunto de despropósitos no hubo bastante. Cuando las entidades desguazadas se vendieron, las autoridades no hicieron que ningún banco viniera de fuera y se quisiera integrar al mercado español. No señor. A pesar de que había opciones que hubieron hecho transpirar al sistema español, el reparto fue para los amigos de la banca española, provocando una concentración escandalosa: cuatro bancos. Todo se hizo siguiendo de pe a pa la conocida receta del "cocidito madrileño". Esto no tiene lugar en ningún país decente europeo.

Y todavía hay más, puesto que aquellos que decían y hacían todo lo que explicado, ahora van y dicen que les da miedo la concentración bancaria que generará la adquisición del Sabadell. Todo un insulto a la inteligencia del contribuyente. En un artículo anterior de análisis comentaba que uno de los tres agujeros que tiene el mercado único europeo es el relativo al sistema financiero. El informe que el señor Enrico Letta ha hecho para la Comisión Europea así lo señala. Es una de los trabajos para la próxima Comisión que saldrá de las elecciones europeas. Ojalá Europa haga, como viene siendo habitual, aquello que nosotros no somos capaces de hacer.