El pasado martes hablé en
la VII Jornada Anual del Instituto de Innovación Social de ESADE del modelo de negocio de La
casa de Zanahoria. Un estudio de diseño formado por creativos con discapacitado y jóvenes estudiantes de escuelas de diseño. El sensacional de esta empresa y el que la hace especial es que no es un centro especial de trabajo de personas con discapacitado, ni una manera de cumplir la ley LISMI, ni siquiera un proyecto social basado en la solidaridad de sus creadores.
La casa de Zanahoria se ha creado con el objetivo de sumar y combinar talento, normalizar e integrar al mercado laboral las diferentes capacidades individuales de cada persona y no sus discapacidades. Es una empresa privada en que se compite en igualdad de condiciones con otros estudios de diseño. Desde su fundación hace más de un año,
La casa de Zanahoria ha trabajado en el diseño de logotipos, páginas web, diseño de packaging
, revistas, moda textil e ideas para marcas y empresas que confían sus proyectos a este estudio. Desde
La Caixa hasta
Ferran Adrià. Desde una pequeña empresa hasta una multinacional.
¿Y que gana una empresa trabajando con este estudio de diseño? La contrapartida para las empresas es adquirir un compromiso social y formar parte de las empresas socialmente responsables (valor social), pero el más importante y esto es el que le da valor a la iniciativa es que el que reciben a cambio es un producto y un diseño diferente, competitivo y creativo (valor empresarial). Muchas empresas le dicen a esta contrapartida "generación de valor compartido". Y este es el auténtico valor diferencial de La casa de Zanahoria. La discapacidad es la anécdota.
Recientemente La casa de Zanahoria ha recibido un premio LAUS de diseño gráfico y ha sido seleccionada como una de las iniciativas más innovadoras por la asociación de empresas y profesionales en gestión ética y responsabilidad social empresarial (Forética).