Queramos o no, la economía es la clave de la política, cuando las ideologías mueren, o se pierden en el crepúsculo de la infertilidad, reaparece la economía como factor esencial de los intereses colectivos. Por desgracia, los partidos políticos supeditados a la dictadura de los estrategs del marketing electoral, no lo acaban de entender; más todavía si se llega al último cuarto de la legislatura y la maquinaria se aboca a renovar el poder o, sencillamente, a conquistarlo.
El debate del Estado de la Nación, esta misma semana, fue un claro ejemplo: los líderes se volcaron en el debate y olvidaron la nación. Fue más un espectáculo, conflicto de candidatos al poder, que entrar al fondo de la cuestión, un balance de cómo van las cosas a la sociedad española, situación real del pueblo y las empresas. A parecer mío, así no se tiene que entender la política.
Es evidente que la economía sale del escondrijo, tal como anunciaban desde hace un año la CEOE y elInstituto de Estudios Económicos. Los índices de crecimiento han sido constantemente positivos los últimos seis trimestres, después de cerrar 2014 con un 1,4% incremento del PIB.
La proyección por 2015 parece traer la misma tendencia. Rajoy ha osado pronosticar un aumento del 2,6% este año, con la perspectiva –exagerada y electoralista- de tres millones de empleados a los próximos tres años. Esto, ni él se lo cree. Ahora bien, pasar de los 400.000 lugares generados del año pasado a doblar la cifra por este año no sería una exageración. Los hechos son cabidos. Y por más sensibilidad quehaya a la base social de la izquierda, los datos están los datos.
La economía crece y los nuevos puestos de trabajo están llegando; y, poco a poco, en mejores condiciones. Los contratos indefinidos están creciendo por el encima de este 8% que argumenta Podemos, bastante más. El paro juvenil todavía es desmesurado (51,8%), pero, atención, el más bajo de los últimos cuatro años. El número de familias con todos los miembros al paro (1.700.000) es una variable que mejora progresivamente. La Seguridad Social crece en inscripciones al mismo ritmo que a los últimos meses del 2014, determinando un síntoma positivo hacia a las perspectivas del paro exagerado (y, a parecer mío, falso en determinados conceptos que encubren empleados a la economía sumergida, fuera del control de Hacienda y que algunos estudios sitúan alrededor del 20/25% de la actividad económica total).
La creciente expansión del crédito es otro dato que puede explicar, por ejemplo, la fuerte reactivación de la construcción que ya se percibe en las ciudades, con la reserva que puede generar un hecho como este del empujón del sector del totxo en detrimento de la inversión industrial o del crecimiento del R D I. Si a estoañadimos que la inflación está parada en un -1,3%, el baixíssim incremento salarial, que ahora se está negociando entre CEOE y sindicatos, tenemos que observar teniendo en cuenta la compensación del poder adquisitivo que representa precisamente esa reducción sin precedentes de los precios. Seria esta, y no otra, la razón de la mejora de los índices del consumo por encima del 5%, grosso modo.
Mi pregunta es evidente: De todo esto, algo ha quedado claro en el debate del Estado de la Nación? Si no es así, no se estará banalizando el Parlamento como foro de los intereses reales de los ciudadanos? Si lo argumentamos a la inversa, podríamos decir que el parlamentarismo actual en España es un fiel reflejo de la mediocridad imperante de una clase política más allá de vulgar, que no se corresponde a la calidad de las capacidades profesionales del país, como quedó patente a la reciente comparecencia de Jordi Pujol Ferrusola en el Parlamento de Cataluña: los que hicieron el ridículo fueron los supuestos interrogadors, honorables diputados con evidente incompetencia en el uso de la documentación y de las probes.
Es este un fenómeno generalizado en la clase política peninsular, al contrario de la demostración de firmeza y resistencia de centenares de miles de pequeños y medianos empresarios que afrontaron la crisis durante ocho años, y vuelven con el empujón creativo renovado. En primer lugar, una clara prueba de supervivencia, después, una capacidad de auto-reestructuración de sus empresas, y, finalmente, una recuperación de la competitividad y de los mercados. Así se demuestra como se tienen que hacer las cosas, realpolitik, y, por supuesto, el mejor contraste a las demagogias de Podemos (denuncia, sin exponer una alternativa viable, no fantasías), en las vaguedades presumiblemente demostrativas de UPyD, a los engranajes descompensados de IU, a las dudas que algunos encuentran al PSOE de Pedro Sánchez.
Pero, a pesar de ser esto evidente, el ataque desmesurado de Rajoy, porque no perceb el efecto del cultivo de sus datos económicos favorables, contra quienes lo traen la contra, no se ajusta a la realidad de los hechos. Su estrategia de proyección política continúa siendo error; el hecho de no bajar a la calle es un error desmesurado; su "incomunicabilitat" está relacionada con esa extraña manera que tiene el PP de relacionarse con las plataformas e instituciones sociales.
La fuerza del resurgimiento de la sociedad española se fundamenta en dos vías: movilización de la acción empresarial, motor de creación de puestos de trabajo, y la decisiva acción de transparencia que ilumine las sombras de corrupción instaladas a la arquitectura del Gobierno y del sistema. Sin esa actitud, debates como el de esta semana, sólo propician extender la confusión y la demagogia de Podemos.