Espero que no extrañe demasiado este título; lo he puesto para llamar la atención sobre la importancia del momento crítico que estamos viviendo en el proceso de globalización, acelerado ya hace unas décadas, y de la necesaria y urgente reorientación de muchas políticas durante los próximos años, organizando la convivencia mundial de forma que se pueda hacer frente con más eficacia a las crisis que tenemos delante y se eviten algunos peligros o desastres como los que ya estamos viendo. El incumplimiento continuado de los Acuerdos de París para evitar la insostenibilidad ecológica o la impotencia europea para defender a uno de sus estados de la agresividad de un líder ruso, ya me lo estaban demostrando. Y la interesante, pero extraña, decisión que tomó el pasado domingo el G7 en contra de Rusia me lo ha hecho ver una vez más. Digo extraña porque no se sabe bien qué tiene de declaración voluntarista y qué de compromiso real. Toda esta pandilla de letras "G" quieren poner de manifiesto la necesidad de prever la existencia y el papel de un conjunto de entidades de carácter político, o económico, situadas por debajo de las Naciones Unidas y por encima de los actuales Estados.
Mi reflexión tiene dos componentes. Uno es la diferencia entre el poder formal y el poder real, o dicho de una manera más planera, como se toman las decisiones políticas y quién manda de verdad. El otro es entender bien cuáles son las herramientas que dan poder a los territorios. Yo pienso que son: demografía, conocimientos y formación, herramientas tecnológicas, capacidad de creación de valor real, control de los recursos naturales, control y distribución de la información, control de los flujos financieros y capacidad destructiva. Todos estos elementos ofrecen poder real y son herramientas disuasivas ante muchas actuaciones. No me extenderé en el análisis, y me centro en explicar solo dos objetivos concretos que creo que nos tendríamos que plantear, uno relacionado con España y el otro con Europa.
España y el G7. El G8 estaba formado por EE.UU., Rusia, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Japón. Está claro que tenía, entre otros, la finalidad de atraer a Rusia hacia el "vecindario" europeo una vez desaparecida la Unión Soviética, por razones estratégicas y de dependencia energética, especialmente en el caso alemán. A partir de problemas con la ampliación de la OTAN, y la llegada al poder de Putin con la anexión violenta de Crimea, Rusia salió y volvió al G7. Creo que todo lo que ha ido pasado estos años con la parte oriental de Ucrania, y con el régimen autoritario que Putin ha impuesto a Rusia, se puede llegar a un punto de una cierta distensión, pero es impensable, a corto plazo, una Rusia europea. No sé si es culpa de Putin o de Rusia, pero es probable que se convierta en un aliado chino, aunque les costará aceptar esta posición subordinada; pero ella sola quedaría absolutamente marginada por mucho que pueda hacer valer sus recursos fósiles, cada vez menos importantes, y su capacidad nuclear que también tendrían que esperar que no fuera un verdadero peligro.
Desde otro punto de vista, los nuevos equilibrios dentro de la UE después del Brexit, hacen quizás más realista intentar un proceso de incorporación de España al G7, puesto que no tiene demasiado sentido que no esté, estando Italia. Así volveríamos al G8.
Europa y el G2. En una escala global, creo que Europa tiene que hacer un esfuerzo más importante, y de una vez dejar de ser, como es ahora, un gigante económico y un enano político. Acabada la guerra es evidente que Europa tenía una enorme debilidad y la política global se constituyó de forma bipolar entre EE.UU. y la Rusia Soviética. Los primeros fueron una gran ayuda para la reconstrucción económica europea y su seguridad ante el poder soviético que representaba un peligro.
Hemos llegado a un punto en el cual EE.UU. y China pueden construir un mundo bipolar comandado por un G2
Poco a poco Europa se fue reconstruyendo y, sobre todo, a partir del proceso de unificación: Tratado de Roma, mercado común, Tratado de Maastricht, unión económica, unión monetaria... fue consiguiendo unos objetivos de crecimiento y de bienestar social superiores a los norteamericanos. Entre tanto, el desarrollo ruso quedó mucho más estancado, y, en cambio, China fue cogiendo un papel clave en la producción y el comercio mundial.
Hemos llegado a un punto en el cual EE.UU. y China pueden construir sin lugar a dudas un mundo bipolar comandado por un G2 porque los dos tienen casi todos los elementos que yo he listado antes para tener el poder, y tanto el uno como el otro pueden tener países a su alrededor. Pero es evidente que la UE también dispone de una parte muy importante de estos elementos, que si estuvieran más cuidados y muy organizados podrían estar a la misma altura de los otros dos. Los esfuerzos más importantes a hacer son: la revisión del actual tratado con la construcción de una unidad política de carácter federal, la democratización de las instituciones centrales de la UE, el establecimiento de una fiscalidad europea, la disminución de la dependencia exterior de recursos energéticos aumentando la eficiencia en el uso y reduciendo los de origen fósil, el incremento de las políticas de solidaridad interna (sobre todo educación y salud) respetando en todo el posible la diversidad cultural y lingüística.
En Europa hemos aprendido finalmente a vivir y a convivir, aunque en algunos momentos pueda no parecerlo
Estoy convencido que esto podría tomar la forma de un G3, cosa que sería muy buena para nosotros, pero también para el conjunto de la humanidad. Hay dos razones: Por un lado, porque, sin olvidar que su posición está en lo que hemos denominado "occidente", la UE podría ser un instrumento de fuerte intermediación entre las otras dos potencias, evitando que ni unos ni otros se dejen arrastrar por corrientes de confrontación o de violencia. Y además, porque creo que lo que conocemos como valores europeos, tanto de carácter cultural como político pueden ayudar, al combinarse con las otras culturas, a hacer crecer los propósitos de paz y bienestar. Después de tristes experiencias, en Europa hemos aprendido finalmente a vivir y a convivir, aunque en algunos momentos pueda no parecerlo.