Teresa enviudó con 62 años, después de toda una vida dedicada a su marido y sus dos hijas. Verse sola le daba pánico y no sabía si sería capaz, pero tenía claro que no quería ser una carga para sus hijas. Por este motivo, se esforzó en tener un grupo de amigas, con las cuales acabó pasando muy buenos ratos. Pero cuando se acercaba a los 80 años, algo empezó a fallar: no recordaba cómo cocinar aquel plato que había hecho mil veces, se hacía un lío a la hora de ir a comprar... Efectivamente, al cabo de poco tiempo le diagnosticaron demencia.
Nuestros padres y madres tienen cada vez más esperanza de vida, pero ¿en qué condiciones? Cuando llega el momento en que se detecta que necesitan ayuda, como fue el caso de Teresa, lo primero que hacen los hijos es ayudarle a reorganizarse la vida. En ese momento, entran en escena las trabajadoras del hogar y es ahí cuando descubres que es un sector lleno de oportunidades, pero complicado y con muchas carencias.
La mayoría de las trabajadoras del hogar, especialmente cuando ya pasan a ser interinas, son personas inmigrantes, que optan por este trabajo con el objetivo de conseguir unos ingresos importantes, durante un tiempo determinado, y así poder enviar dinero a casa. Hay empresas especializadas en gestionar este tipo de personal: hacen la selección, la contratación y el seguimiento. Es muy recomendable realizar las contrataciones a través de estas empresas, porque el personal suele ser bastante inestable. Sin embargo, no siempre es posible mantener estos servicios, porque las ayudas que se reciben son muy pequeñas.
Mejorar este sector es una de las grandes asignaturas que tenemos pendientes como sociedad, para cubrir necesidades y generar oportunidades. Las necesidades de unas generaciones que cada vez viven más años y, por otra parte, la oportunidad de construir un sector de futuro que genere mejores servicios y puestos de trabajo de mayor valor. Para ello, es necesario, en primer lugar, mejorar las condiciones, con modificaciones legislativas que promuevan un aumento de la calidad del sector, más formación y condiciones laborales superiores. Pero, al mismo tiempo, también es indispensable que se incrementen los recursos públicos destinados a ayudas para este tipo de servicios, porque si no, no serán viables.
"¿Tiene sentido vivir cuando ya no estás? Yo no querría vivir como lo está haciendo ahora mismo Teresa, en un mundo donde se mezclan los sueños, el pasado y el presente"
Teresa estuvo bastantes años en su casa, acompañada de trabajadoras del hogar, hasta que su salud empeoró e ingresó en una residencia. Dar este paso no es fácil, pero cuando el grado de dependencia aumenta es la mejor solución. Llegados a este punto, se abre una reflexión ética muy importante: ¿tiene sentido vivir cuando ya no estás? Yo no querría vivir como ahora mismo está Teresa, en un mundo donde se mezclan los sueños, el pasado y el presente. Es un segundo reto que tenemos actualmente sobre la mesa: asegurar que podemos vivir hasta el final con dignidad, con mecanismos eficientes para evitar sufrimientos cuando ya no tenga sentido nuestra existencia.