La brecha entre ricos y pobres se ensancha y se consolida. La desigualdad creciente es hoy en el centro del debate y es uno de los principales retos que tenemos. El último informe de Oxfam Una economía al servicio del 1% recogía que el 1% más rico de la población mundial acumula más riqueza que el 99% restante. A la vez, la riqueza en manso de la mitad más pobre de la humanidad se ha reducido en un billón de dólares a lo largo de los últimos cinco años.
Las consecuencias de esta desigualdad económica, que aumenta a partir de la crisis, son muchas y socialmente muy duras, una de ellas que muchos golpes se obvia es la agravación de la desigualdad entre hombres y mujeres.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado recientemente que los países con una mayor desigualdad en ingresos tienden también a tener mayores diferencias entre hombres y mujeres a la hora de acceder a los servicios sanitarios, en la educación y a la participación en el mercado laboral, pero también en la representación en las instituciones. Además, en sociedades desiguales, la brecha salarial entre hombres y mujeres es también muy superior. Yendo al otro extremo, tenemos que de las 62 personas más ricas del mundo, 53 son hombres.
Centrándonos en datos más cercanos a nosotros, en el reciente MWC en Barcelona que concentra los principales líderes mundiales en tecnología móvilpodíamos continuar encontrando casi un 80% de hombres asistentes, a pesar de que la participación de las mujeres haya ido aumentando desde el 2014.
Más concretamente, la semana pasada el Observatorio Mujer Emprendida Economía (ODEE) y la Cámara de comercio de Barcelona presentaban un interesante trabajo donde daban una visión global y comparativa por género de la evolución de varios factores. Entre las conclusiones presentadas se refleja el adelanto de la pobreza entre la población femenina, destacándose que la tasa de vulnerabilidad ha pasado del 8,9%, al 13,1% en el caso de las mujeres, mientras la de los hombres ha aumentado cuatro décimas.
El salario sucio anual de las mujeres es de media una cuarta parte inferior al de los hombres. Así, por ejemplo, a pesar de que el número de mujeres con titulación universitaria superara el año pasado de un 37% el de hombres y el de trabajadoras con estudios superiores fuera también un 14% más alto que lo de los hombres, la realidad es que la brecha entre los salarios continúa siendo dramática.
Son muchos los indicadores que nos ponen en alerta y manifiestan una doble desigualdad. Quizás es que siempre nos lo planteamos como si fuéramos parte del problema y no de la solución. Pero la necesidad hoy de nuevos liderazgos basados en el consenso, y no en la autoridad o la jerarquía, las nuevas maneras de entender y de poner en valor la empresa, las nuevas vías de intervención social y la relectura de la misma democracia, nos tienen que arreciar que no hay más camino que ser parte activa de la solución.