La crisis sanitaria, económica, social y empresarial generada por la pandemia del coronavirus ha marcado un antes y un después en muchas cosas. Como empresas, pero también como personas. Nos ha servido para ver que sí, que las cosas cotidianas pueden llegar a ser extraordinarias. Pero también ha cambiado la manera de relacionarnos, de socializar, de trabajar, de vender, de gestionar, de un listado infinito que todos vosotros ya sois conocedores y conocedoras. ¿Cuántas veces no hemos escuchado, de todo esto, aprenderemos seguro? Como resultado de este hecho, me refiero a la copiosa oferta y lista de empresas que han colaborado las unas con las otras para ayudar a la sociedad; las que han participado o impulsado iniciativas solidarias para combatir el COVID-19, las que han cambiado su línea de producción para fabricar mascarillas, respiraderos, pantallas y tantos productos necesarios para la población y el mundo sanitario.
Todo esto también nos ha servido para poner sobre la mesa otros temas que teníamos aparcados porque no veíamos nunca que llegara el momento: invertir en nuevas tecnologías, apostar por proveedores locales, facilitar la conciliación familiar, dar la posibilidad de teletrebajar...
Pero, hay cosas que no cambian. O al menos así lo experimentamos desde la comarca de la Anoia. La Anoia vivió una situación sin precedentes, también, y muy dura, ya no sólo por las cifras sanitarias y defunciones, sino también por la situación económica y empresarial del confinamiento perimetral. En algunas ocasiones, me refería a esta situación y la comparaba como un partido de tenis. Nosotros, las empresas y trabajadores y trabajadoras, éramos y somos la pelota de esta partida entre gobiernos. Una pelota que iba de un lado a otro, sin recibir respuesta por parte de los gobiernos, que jugaban en este sitio interminable. A menudo, no recibíamos respuesta, ni tampoco solución. Las normativas y las medidas cambiaban de un día por el otro, otras veces redactadas de forma poco concreta, escritas a correprisas.
"Las empresas y trabajadores y trabajadoras éramos y somos la pelota de esta partida entre gobiernos"
Lo vivimos de muy cerca. Sobre todo, durante el confinamiento, cuando reclamábamos día tras día –de hecho, es nuestra razón de ser, estar para nuestras empresas-, para que nos dieran respuesta sobre en qué quedaban los trabajadores y trabajadoras de servicios no esenciales que no podían acceder ni salir de la zona perimetral para ir a trabajar. Han hecho falta casi seis meses para tener una respuesta al respecto, una solución –como tantas otras- que llega demasiado tarde.
Los colegios tienen que arrancar y rodar. El problema es que la rueda tiene muchos agujeros, y otros que van apareciendo. No tenemos tiempo de buscar o comprar otra rueda y la Administración se limita al ir poniendo parches, uno sobre el otro. Lo digo porque con el inicio del curso, volvemos a no tener respuesta y esperamos que esta no vuelva a llegar demasiado tarde. Así lo vemos desde el mundo empresarial: es inconcebible que con el recorrido que ya llevamos de la situación generada por la pandemia, la Administración, que ha dispuesto de medio año para establecer y planificar una hoja de ruta para abordar la situación; no sepamos en qué situación legal quedan los trabajadores y trabajadoras que no puedan acceder a su lugar de trabajo, dado que estén cuidando y atendiendo sus hijos e hijas, por cuarentena, aunque no hayan dado positivo.
Por eso, desde la UEA, volvemos a exigir a los Gobiernos que regulen con la máxima celeridad y urgencia esta normativa para dar seguridad jurídica y protección a los trabajadores, trabajadoras y las empresas. Nosotros también nos unimos para defender y pedir la baja por incapacidad temporal para los trabajadores y trabajadoras que tengan que atender el cuidado de los hijos e hijas por situaciones del COVID-19. Las empresas no pueden recibir más golpes y los trabajadores y trabajadoras no pueden volver a quedar desamparados.
En las circunstancias actuales, no podemos seguir por este camino. No nos podemos permitir ir de nuevo demasiado tarde. Y menos el Gobierno que tiene que dar respuesta inminente cuando se tiene que garantizar el bienestar de las personas. La sensación es que hay algunas personas que después del confinamiento y el estado de alarma escogieron las "vacaciones" en lugar de las "responsabilidades".