Catedrático de la UPF BSM y presidente del Obstervatori de la PIME de Pimec

Consecuencias económicas de aplazar las elecciones

19 de Enero de 2021
Oriol Amat | VIA Empresa

Ante el dilema salud o economía, hay que poner por delante la salud. Y esto no solamente porque el objetivo de la economía es el bienestar de las personas. También hay que priorizar la salud porque de este modo irá mejor la economía. Aquellos países que en alguna fase de la pandemia han puesto la salud por detrás de la economía, han tenido que rectificar puesto que la evolución de la covid ha sido más letal. Recordemos el caso del Reino Unido, por ejemplo.

 

En este contexto, la decisión de retrasar las elecciones parece un mal menor si tenemos en cuenta que las autoridades sanitarias prevén que para el 14 de febrero estaremos en el pico de la tercera ola de la covid con entre 3.000 y 4.000 casos nuevos al día; y entre 600 y 700 pacientes ingresados. Considerando que en unas elecciones se movilizan a unas 100.000 personas que tienen que estar muchas horas en los lugares de votación; y que tienen que estar cerca de centenares de votantes, se trata de una situación muy peligrosa. Por lo tanto, había que mover las elecciones.

"Considerando que en unas elecciones se movilizan a unas 100.000 personas que tienen que estar muchas horas en los lugares de votación se trata de una situación muy peligrosa. Por lo tanto, había que mover las elecciones"

Pero, a continuación, hay que pensar en los efectos de retrasar varios meses las elecciones y, por lo tanto, la formación de un nuevo gobierno. De entrada, quiere decir que en el mejor de los casos funcionaremos la mayor parte de 2021 con el presupuesto prorrogado de 2020 y esto implica que:

 
  • Los ingresos y el gasto corriente, los salarios por ejemplo, se prorrogan y, por lo tanto, tienen continuidad.
  • También tienen continuidad las subvenciones que financian actividades de interés público con vocación de permanencia. Esto afecta a muchas de las subvenciones que dan las administraciones públicas.

Pero también hay consecuencias negativas:

  • Tanto el aplazamiento de elecciones como la prorroga de un presupuesto, hace que la población tenga la sensación de falta de estabilidad política; y esto no es bueno para la economía.
  • Pero aunque se prorrogue un presupuesto, no todas las partidas son prorrogables. Por ejemplo, las inversiones no lo son. Si en el presupuesto anterior había una partida para hacer una carretera, una vez se ha hecho la carretera, la partida ya queda agotada y no se prorroga. En cambio, si en el presupuesto anterior había una partida para el mantenimiento de la carretera, esta partida sí que se prorroga. También se pueden llevar a cabo compromisos de carácter plurianual iniciados en años anteriores. Por lo tanto, con un presupuesto prorrogado, en principio, lo que no se puede hacer es iniciar nuevos proyectos.
  • Tampoco se puede ampliar la plantilla o aprobar ofertas publicas de empleo a menos que se hubieran iniciado anteriormente.

En definitiva, no hay capacidad para hacer nuevos programas, nuevas inversiones o gastos relacionados con nuevas prioridades que pueden surgir. Si repasamos la hemeroteca, veremos que en la última década ha habido muchos años en que se ha funcionado con presupuestos prorrogados debido a la falta de suficiente mayoría parlamentaría en los partidos de gobierno.

"Aplazar las elecciones tiene consecuencias económicas, pero son males menores comparados con lo que puede pasar si no seguimos los criterios de las autoridades sanitarias"

De todas maneras, si hay que hacer actuaciones no previstas en el presupuesto, siempre se podrán salir adelante si el Govern consigue la autorización del Parlament. Y esto ha pasado muchas veces desde que empezó la covid, donde se han realizado gastos no presupuestados inicialmente por valor de más de 5.000 millones de euros. Es verdad que esto requiere trámites burocráticos y parlamentarios mucho más pesados que si hubiera sido previsto en el presupuesto. Posiblemente, la covid obligará a movilizar más ayudas no previstas para minimizar la desaparición de la parte más débil de la economía y, si hace falta, seguro que se podrán sacar adelante igualmente.

En conclusión, aplazar las elecciones tiene consecuencias económicas, pero son males menores comparados con lo que puede pasar si no seguimos los criterios de las autoridades sanitarias.