Por dondequiera la misma cançoneta:
economía,
dinero,
productividad… Hemos creado un nuevo ternero de oro que todo lo impregna. Incluso la política rinde cotidiano homenaje a la
economía. Marcuse acertó: el nuevo hombre unidimensional vive asfixiado y agobiado por el material. Qué panorama…
Me parece que el fin último de nuestra vida no es tener más o menos
dinero. Seguramente estamos de paseo por aquí para intentar ser felices y, de paso, arreglar un poco las cosas. No es que esté mal ganar
dinero, el fatal es convertirlo en la última finalidad vital, o casi.
Aquí cobra un papel especial la creatividad
. Lejos de ser
patrimonio de genios o iluminados, la creatividad
libera nuestro potencial y nos aproxima a esta quimera esquiva llamada felicidad. Somos felices cuando somos
creativos. A pesar de que el esfuerzo creativo a menudo implica cierta tensión (escribir, pintar, diseñar, calcular, dirigir) esta tensión nos hace humanos. Ser humano pasa en gran medida para crear, para innovar.
Los neurocientíficos nos dicen que no hay inteligencia sin
creatividad. Una persona inteligente pero poco creativa es como un mar fantástico en el cual no se pueda nadar. La creación es la expresión práctica de la inteligencia. Necesitamos dar rienda suelta a nuestra
capacidad creativa. En caso contrario, nuestra inteligencia corre el riesgo de ser una simple puntuación en un test.
Desgraciadamente existe un miedo en
la creatividad. Cuando nos percibimos como no creativos es porque los miedos dominan a las pasiones. Serlo es expresar una pasión, una forma genuina y diferente de ver la vida. Lamentablemente, escuelas, universidades y empresas
se obstinan a destrozar la creatividad
de las personas.
"Break down the wall" llamaba
Roger Waters, de Pink
Floyd. Sí, rompemos este muro. La creatividad
es de todos, no de unos cuántos. Cuando escuelas, universidades y empresas
liberen el potencial de la gente en vez de ligarlo corto o bache juzgarlo, las cosas empezarán a cambiar.
Hay una inteligencia creativa, en efecto. De personas, equipos y organizaciones
. Pero hay que movilizarla, actualizarla y proyectarla hacia el futuro. Es curioso, casi nadie nos enseña a desbloquear nuestra
creatividad. Millones de personas se levantan cada día con cara de pena, se miran en el espejo y repiten, como mantra: "No soy creativo". Así nos va.
Otro problema es que asociamos creatividad e
innovación sólo en
tecnología. Hemos visto en el reciente
Mobile WorldCongress , en efecto, grandes y espectaculares novedades sobre el tema. Pero la innovación
va más allá. Innovan
Mark Zuckerberg y lo hacía
Steve Jobs, claro. Pero también
Pep Guardiola en fútbol o Ferran
Adrià en cocina, así como multitud de
empleados anónimos en centenares de
empresas. Se innova también en el mundo social. No es una innovadora
Ada Coláis?
Creo firmemente que una de las soluciones a los problemas actuales es "deseconomitzar" la realidad (todos los
economistas, además, se equivocan) y centrarnos a construir una vida basada en las ideas, los
proyectos, las pasiones y la felicidad. La
economía ya vendrá a continuación, como si fuera una actriz secundaria.
Obsesionarse por
la productividad no puede sino traernos disgustos. Vivimos para ser
productivos? La productividad
, en todo caso, tiene que ser la resultante de la actividad de millones de personas apasionadas y felices. La productividad
es algo a posteriori, nunca a priori. Hemos pervertido el sentido más íntimo de la vida y las consecuencias están a la vista de todo el mundo.
Necesitamos un cambio de valores
de verdad, no un discurso simplemente vacío. No es ingenuidad. Es la creatividad
, estúpido!