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Estar enfermo... a medias

09 de Octubre de 2024
Rat Gasol

Nadie me podrá negar que estos días estamos bien entretenidos, con el espectáculo que nos regalan, día sí, día también, los dirigentes políticos de turno, las patronales y los representantes sindicales. Todos sin excepción. Una nueva pelea de patio de escuela que los ciudadanos observamos desde la distancia, atentos, con uno de esos boles repletos de palomitas que devoramos cada vez que nos acomodamos en el sofá de casa con la mirada clavada en la pantalla. Porque bien poca cosa podemos hacer, nosotros, víctimas de este guirigay, más allá de soltar algún improperio, indignarnos y armarnos de paciencia.

 

Si a finales de septiembre todo giraba en torno a la jornada laboral de cuatro días y la reducción del tiempo efectivo de trabajo de las actuales 40 horas semanales a las 37,5 horas en el año 2025, esta primera semana de octubre la ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de compatibilizar una baja por incapacidad temporal (IT) con ir al trabajo, tal como ya sucede actualmente en el caso de las pensiones. Una especie de “sí, pero no”. Y de esta manera añadimos una nueva terminología a nuestro diccionario particular, la “baja laboral flexible”.

"Elma Saiz, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de compatibilizar una baja por incapacidad temporal (IT) con ir al trabajo, tal como ya sucede actualmente en el caso de las pensiones"

Bajo este supuesto, pues, la ministra ha abierto la puerta a explorar una baja por incapacidad temporal descafeinada, ni blanco ni negro, ni "estoy de alta" ni "estoy de baja". En conclusión, y siempre considerando que la decisión es voluntaria del trabajador, que se pueda materializar un retorno parcial y progresivo al trabajo a pesar de no contar con un alta médica integral.

 

La iniciativa, como no podía ser de otra manera, no se ha recibido con el mismo entusiasmo por parte de los diferentes actores. Y he de confesar que, en lo que a mí respecta, al principio la noticia me ha generado cierto malestar. ¿Os imagináis una botella de cava en erupción? ¿Cientos, miles, millones de burbujas cargadas de indignación? Pues eso, "o estás enfermo o no lo estás".

Debo confesar que soy bastante impulsiva. A veces un poco demasiado. Y la vida no es en ningún caso un todo o nada. Vivimos en un mundo bañado de matices, una escala de grises que nos obliga a detenernos y reflexionar. Como el cava, cuando deja de brotar y recupera la calma. Y es así, a medida que reposo la propuesta, que empiezo a ver su coherencia y razonabilidad.

De hecho, lo que para nosotros sería nuevo y es hoy un claro motivo de debate, en varios estados del norte de Europa, como Alemania, Finlandia o Francia, la baja laboral flexible ya es un hecho consumado. A pesar de contar con determinadas particularidades, como era perfectamente previsible, los tres sistemas comparten rasgos comunes, el más relevante de ellos la existencia necesaria de un triple consenso: empleado, médico público y empresa.

"Lo que para nosotros sería nuevo y es hoy un claro motivo de debate, en varios estados del norte de Europa, como Alemania, Finlandia o Francia, la baja laboral flexible ya es un hecho consumado"

Y es que de la misma manera que no todas las bajas médicas son iguales, tampoco lo son los sectores profesionales y los roles de los diferentes actores. No podemos equiparar el caso de una persona que se ha roto una pierna o sufre un pinzamiento lumbar, por poner un ejemplo, con el caso de una persona diagnosticada de cáncer que sigue tratamiento, o el de una persona que padece un trastorno depresivo. Y ya en el espectro laboral, no podemos considerar de igual manera las ocupaciones comúnmente llamadas "de oficina", como podrían ser las posiciones de financiero, programador, psicólogo o diseñador gráfico, y los trabajos con un marcado componente físico, como sería el caso de cuidadores, camareros, repartidores, electricistas o peluqueros, por citar algunos al azar.

Si añadimos, además, la irrupción de las nuevas tecnologías, en tanto que facilitadoras y maximizadoras de los recursos y procesos laborales, y los muchos y constantes avances médicos que han revolucionado los tratamientos y acelerado las recuperaciones, no es ninguna tontería plantear una incorporación progresiva al trabajo, con el entendimiento de que esto no vaya en detrimento de la salud física y/o mental del trabajador. Esa es la clave.

Y ahora llega el momento en que nos preguntamos el porqué ahora, como quien no hace la cosa, encontramos a una ministra que se anima a abrir este melón. Y es que los datos hablan por sí solos. Hoy España toca techo en lo que respecta al número de bajas laborales: más de 450 por cada 1.000 trabajadores, la máxima registrada en esta última década. Un estudio reciente realizado por la Mutua Umivale Activa y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) advierte que el impacto anual de las bajas laborales es equivalente a la ausencia en el trabajo de 1,1 millones de trabajadores, o dicho de otra manera, un absentismo medio de 20 días al año por trabajador. La investigación también recoge que, entre los años 2014 y 2022, mientras en Europa el absentismo aumentó un 0,6% anual (un total del 30% en ocho años), en el Estado español este ascenso fue de 2,1 puntos anuales.

"Hoy España toca techo en lo que respecta al número de bajas laborales: más de 450 por cada 1.000 trabajadores, la máxima registrada en esta última década"

Si vamos al caso particular de Catalunya, para ser más concretos, el retrato no es motivo de celebración alguna, sino al contrario. El estudio Incapacidad Temporal en Catalunya del Observatorio de la Pequeña y Mediana Empresa de Catalunya de PIMEC pone de manifiesto que el absentismo por incapacidad temporal (IT) en nuestro país se ha duplicado en los últimos diez años, pasando de una media de 3,8 horas mensuales en 2013 a 7,5 horas en 2023. Esto se traduce en unos costos en prestaciones de 2.745 millones de euros anuales, el 1% del PIB de Catalunya.

No me equivoco, pues, cuando afirmo que el absentismo es un problema enquistado que lastra la productividad del país, al mismo tiempo que impacta de forma clara y significativa en la competitividad de las empresas y en las cuentas de la Seguridad Social.

Dicho esto, invito a todos los agentes implicados a abordar sin complejos una reforma de la incapacidad temporal que adecúe estas situaciones a los tiempos que vivimos. Desde el entendimiento y desde el diálogo social, todo es posible.