Internet es un imparable flujo de datos e información con múltiples niveles de calidad y banalidad.circulan tanto tesis doctorales como comentarios absurdos, vídeos domésticos y películas de Akira Kurosawa, datos bancarios y resultados de análisis de sangre. Una riada de unos y ceros que no para de crecer porque cada vez hay más y más nodos capaces de abocar aquello que generan. Primero sevan abraonar las empresas y ahora ya hace más de una década que la ciudadanía también lo hace de manera masiva, sobre todo con las llamadas redes sociales pero no sólo. Ahora
estamos presenciando la llegada de una oleada incontenible de objetos conectados que también abocan su flujo de datos al canal general que es Internet: teléfonos que dicen donde eres, motores con un sensor que informan del número de revoluciones, trenes que avisan cuánto tiempo los falta para llegar a la estación, pulseras que informan de tu ritmo cardíaco, máquinas de vending que alertan de un producto agotado...
La llegada de los objetos a la red configura la llamada Internet de las Cosas y es el tema central del
YATE Solutions World Congress que esta semana ha celebrado su segunda edición en Feria de Barcelona. En un intento de hacer el concepto más comprensible y amigable tendemos a poner ejemplos cotidianos, como por ejemplo un sensor a la maleta para localizarla cuando la pierdes, pero una visita en el congreso confirma que en esta fase inicial
el impacto más grande se está dando en los ámbitos industriales.
La capacidad de poner sensores está modificando, y mucho, los procesos de fabricación y los controles de calidad, y está dando pie a otro fenómeno muy relevante: la robotització.
La Internet de las Cosas (YATE) aplicada a la ciudadanía y los usos personales genera sobre todo nuevos servicios, que ya veremos si monetitzen bastante bien y si finalmente son rentables, pero la Internet de las Cosas aplicada a los procesos industriales genera sobre todo eficiencia en procesos, ahorros directos, y por lo tanto una rentabilidad más clara. He aquí porque el
YATE Solutions World Congress es un encuentro muy marcado por la ingeniería y donde se habla más de industria que de ciudadanía, porque es donde ahora mismo hay una mayor correlación entre necesidad y negocio.
Hace muchos y muchos años que la industria empezó a mecanizar procesos y después a informatizarlos, pero
ahora la novedad consiste en la capacidad de obtener datos en casi cualquier punto del proceso y actuar en tiempo real en función del resultado. Antes el protocolo decía que las ruedas de un tren se tenían que cambiar al lograr un determinado tiempo o intensidad de uso, ahora cada rueda trae un sistema de sensores que informa de la fatiga de los materiales y cada rueda se cambia cuando toca. Con parámetros de seguridad todavía más exigentes que antes, ahora sólo se cambian las ruedas que lo necesitan. De momento todavía hay un operario que se lo mira, pero un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico –OCDE- de este mes de mayo ya avisaba que
Alemania y Austria son los países europeos con más puestos de trabajo amenazados por la robotització, con un 12% de su demasiada laboral, precisamente porque son los procesos industriales los que están sufriendo una transformación tecnológica más intensa. Cambios tecnológicos que modifican procesos industriales y que tienen un fuerte impacto en la naturaleza del negocio y la manera de organizar la empresa. Y las personas.
La Industria 4.0 es una revisión de los procesos fabriles provocada por la sensorització y la llamada Internet de las Cosas, pero también por otras tecnologías como por ejemplo la impresión 3D. Un contexto que obliga a revisar como se hacen las cosas, y donde
la competitividad rae en tu capacidad de hacer mayores o menores cambios.En el fondo, la transformación digital consiste precisamente en esto:
sólo podrás ir incorporando las nuevas tecnologías que van surgiendo si estás dispuesto a cambiar la manera como hacías las cosas hasta ahora. Por lo tanto, tu competitividad no depende sólo de qué tecnología tienes, sino sobre todo de si estás preparado para cambiar, y ya no dejar de hacerlo a una velocidad razonable.
Un golpe más, como decía el Nobel, los tiempo están cambiante.