Coronavirus, Cooperación y Conocimiento

21 de Marzo de 2020
Xavier Ferràs

Según el genial filósofo e historiador Noah Yuval Harari, aquello que realmente nos hace humanos es la capacidad de cooperar conscientemente a gran escala. Somos seres sociales. Cooperativos (y también competitivos) por naturaleza. Pero lo que verdaderamente nos diferencia del resto de especies es la cooperación consciente. Hay otras especies que pueden cooperar a gran escala, como las abejas o las hormigas. Pero las abejas no cooperarán conscientemente, por ejemplo, para derrocar a la abeja reina e instaurar un nuevo régimen político, una república. Su cooperación es genética e inconsciente. Su comportamiento es instintivo, está grabado en su ADN.

Otras especies, como los simios, muestran signos de cooperación cultural (con algún tipo de conciencia) pero sólo lo hacen de forma limitada. Cooperan para conseguir alimentos por su familia, o para defenderse de una amenaza. Pero no se ha comprobado que cooperen a gran escala. Los humanos sí, cooperamos conscientemente a gran escala, y por eso utilizamos conceptos abstractos. Cooperamos en el seno de una organización para conseguir beneficios ("organización" y "beneficios" son conceptos abstractos, los simios sólo cooperan por necesidades básicas). Cooperamos en el seno de un equipo de fútbol para ganar un partido (nuevos conceptos abstractos que un simio no entendería), o cooperamos para lograr un hito épico a largo plazo, como puede ser llegar a la Luna. Por más que le intentáramos explicar a un chimpancé la importancia estratégica y científica de llegar a la Luna, nunca lo entendería, ni mucho menos cooperaría con otros chimpancés para conseguirlo.

Con la crisis del coronavirus nos toca cooperar conscientemente a gran escala. Sólo saldremos de esta tormenta con aquello que nos hace realmente humanos: la cooperación consciente a gran escala. Hace falta que compartamos conocimiento, tecnología y buenas prácticas de gestión, en el ámbito global, para cortar la curva de contagios tan pronto como sea posible. Hace falta que aprendamos de los que lo han hecho bien. Hace falta que concentremos recursos al desarrollar tan pronto como sea posible las soluciones necesarias para garantizar la seguridad y la salud de la población. China hizo pública la secuencia genética del virus a mediados de enero (un ejemplo de cooperación).

Corea del Sur puso inmediatamente a trabajar (cooperando a gran escala) toda su cadena de valor de conocimiento (investigadores, instituciones públicas, hospitales y empresas farmacéuticas) con un objetivo preciso: conseguir equipos de diagnóstico asequibles y a gran escala en el menor tiempo posible. En poco tiempo, 250.000 kits eran servidos a las unidades sanitarias. A la vez, equipos de ingenieros fueron activados para desarrollar aplicaciones digitales que permitieran controlar la epidemia. En el mundo de la tecnología móvil, se trataba de encontrar soluciones ingeniosas de apoyo a las autoridades. Y en pocos días, una app fue distribuida a los ciudadanos para introducir sistemáticamente la temperatura corporal. Quién tuviera signos de fiebre, recibiría la visita de una unidad móvil que le haría el test. En caso positivo, en casa, geolocalitzado, durante dos semanas. Los clústeres de puntos calientes, y los lugares por donde habían pasado las personas infectadas eran determinados, y aislados o desinfectados.

"Sólo saldremos de esta tormenta con aquello que nos hace realmente humanos: la cooperación consciente a gran escala"

La cooperación a gran escala nos permite generar conocimiento científico, la gran arma que disponemos contra enfermedades como esta, o simplemente, conocimiento para generar progreso y prosperidad. Pero tendremos que evaluar a qué velocidad y con qué elementos cooperativos generamos este conocimiento. China acaba de declarar que dejará de evaluar sus científicos por el número de artículos publicados (como lo hacen nuestras universidades), exceptuando aquellos publicados en los journals de más nivel de exigencia (como Nature, Science o Cell). Los evaluará, textualmente, "por su contribución a la economía o a la sociedad". No está claro como lo harán, pero intuyo una evolución de la ciencia china hacia la organización por misiones (retos con objetivos y plazos determinados).

Nuestro sistema potencia el individualismo del investigador, que en demasiados casos compite (individualmente) en contra de otros investigadores para mejorar su currículum personal. Cuanto más y mejor publica (independientemente del foco de su investigación), más prestigio académico acumula. En nuestro sistema de I+D tenemos miles de investigadores trabajando solos, sin formar parte de misiones o proyectos que realmente puedan impactar decisivamente en el bienestar de sus conciudadanos. Creo que, para fomentar la cooperación a gran escala, la investigación se orientará a retos humanos, y aquellos investigadores que, en toda la cadena de valor del conocimiento, contribuyan a la superación de estos retos, obtendrán más financiación y prestigio académico. Tendría que ser así.

Misiones pueden ser, por ejemplo, encontrar la vacuna contra el coronavirus (o contra otras enfermedades infecciosas). Por ejemplo, desarrollar una nueva generación de dispositivos de inteligencia artificial por asistencia a gente mayor. Por ejemplo, desarrollar tecnología de semiconductores por Europa (hoy, incapaz de hacer sus propios chips). Por ejemplo, conseguir que las 50 ciudades más contaminantes del mundo reduzcan a la mitad sus emisiones de CO₂...

"Creo que la investigación se orientará a retos humanos, y aquellos investigadores que, en toda la cadena de valor del conocimiento, contribuyan a la superación de retos humanos"

El mundo que viene, una vez hayamos acabado con el coronavirus, será muy diferente del actual. Tendremos que revisar muchos paradigmas que damos por buenos, pero que están obsoletos. Tendremos que ser implacables con los gobiernos cuando éstos ignoren las inversiones en I+D. Y tendremos que reconstruir los sistemas de generación de conocimiento para cooperar a gran escala para resolver problemas humanos. Si no lo hacemos nosotros, a escala europea para nuestros ciudadanos, China y los EE.UU. lo harán por los suyos.