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Innovar o morir: lecciones de supervivencia empresarial (con un toque de selección natural)

24 de Febrero de 2025
Gina Tost | VIA Empresa

Qué pereza esa historia tan ultrautilizada por todos sobre una rana en agua caliente, que no se da cuenta de que se está cociendo hasta que ya es demasiado tarde, pero es una metáfora fantástica sobre la incompetencia estratégica, y explica perfectamente lo que les sucede a muchas empresas que se creen inmunes al cambio.

 

Las compañías que sólo innovan cuando el mercado las obliga no están haciendo innovación, están haciendo supervivencia. Y la supervivencia es un juego con una tasa de éxito baja: Una playa de Omaha en la que líderes en sus sectores, de repente, ya no estaban. Y no sabían ni por dónde habían venido los disparos: Nokia con los smartphones, Blackberry con las pantallas táctiles, Blockbuster con los vídeos bajo demanda por Internet, y Kodak con la fotografía digital. Todos ellos reaccionaron tarde.

"Las compañías que sólo innovan cuando el mercado las obliga no están haciendo innovación, están haciendo supervivencia"

No los culpo. Cuando un mercado va bien, la tentación de no tocar nada es enorme. La facturación crece, los clientes parecen fieles, y los accionistas están contentos. ¿Qué más se puede pedir que un Excel todo pintado de verde? Pero la innovación no es una respuesta a una columna en rojo, una crisis, sino una inversión a largo plazo para evitarla. La mejor empresa no es la que se adapta más rápidamente cuando las cosas van mal, sino la que se prepara para el cambio antes de que suceda.

 

Para ponerlo en otro contexto, la innovación no es un paraguas para cuando llueve, es un buen sistema meteorológico. Si esperas a notar las primeras gotas para comprar el paraguas, probablemente ya habrás salido de casa sin paraguas y acabes volviendo a casa empapado.

Para evitar ser la rana cocida, hay que innovar con marcha nórdica, y eso significa tres cosas:

  1. Experimentar aunque no sea urgente. No puedes esperar a que el mercado te obligue a probar cosas nuevas. Necesitas equipos dedicados a explorar tecnologías, procesos y modelos de negocio nuevos de forma continua, incluso cuando tu producto estrella parece intocable. No es dinero tirado a la basura, están invertido para prever por dónde irán los disparos.

  2. Leer las señales débiles. El cambio raramente llega de golpe. Se acerca lentamente, a través de tendencias que parecen insignificantes al principio. Los coches eléctricos, la inteligencia artificial, o la economía circular, no aparecieron de la noche a la mañana, pero muchas empresas se comportaron como si sí. Y ahora todos a correr.

  3. Tener una cultura de adaptación. Si innovar es un departamento, tienes un problema. Si es un hábito de toda la empresa, tienes una oportunidad. La innovación no debe ser cosa sólo de los ingenieros y los directivos; debe formar parte de la manera en que se toman decisiones a todos los niveles, y debe estar en todos los departamentos y mecanismos.

Las empresas que sólo reaccionan cuando ya ven el cambio delante tienen el mismo problema que un jugador de videojuegos que guarda la partida justo antes de entrar al boss final: probablemente ya es demasiado tarde porque llegas con la vida en horas bajas, y justo acabas de pasar por una sala llena de botiquines. La innovación debe ser un proceso constante, no una respuesta a un momento vital.

En mi vida he visto directivos sin una idea clara de hacia dónde querían ir, moviéndose al ritmo de aquello que leían cada mañana en las páginas salmón o de los tweets que les llegaban al móvil. Sin una estrategia sólida, iban de una tendencia a la otra, cambiando planes cada vez que alguien les decía “esto es el futuro”. Pero dirigir una empresa como quien hace zapping con las noticias financieras no es estrategia, es improvisación. Y la improvisación puede funcionar en un monólogo de humor de alguien que lleva años en la industria del espectáculo, pero no en la supervivencia empresarial.

"Dirigir una empresa como quien hace zapping con las noticias financieras no es estrategia, es improvisación"

Así que la pregunta no es si hay que innovar. La pregunta es: ¿estás esperando a notar que el agua hierve para mover el culo?