asesora en Mercantil y Civil de la Cecot

Intangibles tecnológicos, la base del nuevo modelo industrial

27 de Febrero de 2016

La actividad industrial basada en las sociedades mercantiles tal como las conocemos actualmente, tanto sean de responsabilidad limitada como anónimas, han sido la base del tejido productivo catalán. Las transacciones comerciales entre ellas, así como los procesos de compra y venta o las ampliaciones de capital estaban habitualmente basados en el valor del producto, el fondo de comercio y la valoración de los activos, principalmente. Reglas de juego que todo el mundo tenía claras y que eran fácilmente reproducibles.

De este modo se fue generando con los años un tejido industrial competitivo que ha hecho de Cataluña una de las regiones industrialmente hablando más dinámicas de Europa. Desgraciadamente, con la crisis, se ha castigado gravemente este modelo y han aparecido algunos otros modelos de transacciones poco habituales anteriormente, como la compraventa de unidades productivas (con sus singularidades, tanto en el modelo de valoración de las mismas cómo con las responsabilidades y cargas asociadas) y las empresas de base tecnológica.

Estas últimas están basadas en un modelo societario idéntico al anterior, puesto que se regulan por la misma legislación, pero con unas reglas de juego bastante diferentes. Para hacer la valoración de la compañía ya no es tan relevando la valoración del activo comercializable, que en muchos casos ni siquiera existe. Y por otro lado, aparecen conceptos como la propiedad industrial, bien intangible que realmente será uno de los elementos que puede acontecer de gran valor. Estas compañías, demandantes de grandes aportaciones de capital por su funcionamiento, son buena parte de las que coloquialmente se denominan empresas de la nueva economía del conocimiento.

Por la compra o participación (ampliación de capital u otras) de estas compañías, la negociación del valor de la misma es compleja, puesto que no se basa en los criterios clásicos descritos anteriormente, y además se tiene que tener presente que posiblemente será necesario tener previsto nuevas aportaciones de los socios actuales o de nuevos futuros socios, la posible retención de talento técnico o de gestión y su rápida internacionalización. Cómo se puede ver, son reglas de juego singulares, que requieren pactos de socios donde se recojan todas las casuísticas previsibles y especialmente las imprevisibles, para asegurar estabilidad al proyecto.

Este nuevo modelo de actividad económica ha marcado récords el pasado año 2015 y las previsiones por el 2016 son fuerza buenas. Ejemplos cercanos de éxito como las biotecnológicas SOMOS INNOVATION BIOTECH, S.L., operativa desde inicios del 2010 y que ha conseguido desarrollar dos productos hasta pruebas clínicas por enfermedades poco frecuentes con un portfoli de más de 15 productos más, o IDP DISCOVERY PHARMA, S.L. que con menos de un año ha logrado rondas de inversión relevantes por parte de inversores privados. Buena parte de los inversores de estas empresas del conocimiento provienen de sectores industriales tradicionales, sin ninguna vinculación con el ámbito biotecnológico y su aportación ha permitido incrementar de manera exponencial el valor de los proyectos a medida que han ido logrando los diferentes hitos tecnológicos, marcando una tendencia de qué pueden ser el relevo industrial de Cataluña de los próximos años.

De todas maneras, estas empresas de base tecnológica o start-ups no han aparecido aisladamente. El desarrollo de fondo de inversión especializados o el concepto de emprendeduría corporativa generada por empresas que quieren incorporar nueva actividad económica a su empresa, están generando unas condiciones de en torno muy favorable por el desarrollo de estas actividades basadas en intangibles tecnológicos.