Ha tenido lugar en Bakú la 29.ª Conferencia sobre la Convención del Cambio Climático de la ONU. Lo que hemos conocido como COP29. La imagen que la prensa internacional ha difundido -ya no digamos la española- es la tradicional: hacer de Robin Hood de los países más pobres frente a los más ricos. Las conclusiones a las cuales llegaría un extraterrestre que leyera la prensa es la cancioncilla habitual: este planeta está dividido en diferentes territorios llamados países, y los países ricos no quieren ayudar a los países pobres. Bien, estas conclusiones de un extraterrestre son las del ciudadano medio, que se queda mirando la punta del dedo. Pero convendría hacer funcionar un poco el cerebro. Porque, a pesar de los intentos para difundir estas conclusiones, hay una cuestión que flota en la cabeza de todos: ¿esta cumbre COP29 es relevante?
Hay dos aspectos básicos que reducen su trascendencia. La primera es instrumental, o de forma. Y es, paradójicamente, sobre la que los medios han insistido más: el dinero. La discusión ha ido de dinero. ¿Son los países ricos unos rácanos? Mala pregunta. Mejor sería plantearse la cuestión de cómo y para qué se usará el dinero de ayuda anual -300.000 millones de dólares- que se trasvasarán. Ignoro si es demasiado dinero o demasiado poco. Lo que sí que puedo decirles es que no se empleará correctamente. Y las razones son obvias. El desconocimiento de cómo utilizarlo: hablo de los tipos de proyectos que hacen falta. Pero también apunto hacia los altos niveles de corrupción existentes en la mayoría de los países que los recibirán. Y no hay que echar la culpa a los occidentales de la corrupción que sufren. La corrupción es transversal. Y se acentúa especialmente cuando se trata de subvenciones y ayudas: la distribución de auxilios en forma de dinero siempre hace aflorar a la corrupción. Y que nadie me venga con justificaciones ni excepciones. ¿O es que no tenemos experiencia en España? Se ha generado corrupción con las ayudas europeas. Y no solo una vez y bajo un determinado gobierno, sino siempre y con ejecutivos diferentes.
"La corrupción es transversal. Y se acentúa especialmente cuando se trata de subvenciones y ayudas: la distribución de auxilios en forma de dinero siempre hace aflorar a la corrupción"
Si, por coletilla, nos fijamos que quien gestiona todo este sistema es la ONU, entonces los miedos y las desconfianzas de los que tienen que poner el dinero encima la mesa están del todo justificadas. Insolvencia contrastada. Hasta aquí, las razones que yo he denominado instrumentales.
Ahora vamos a las razones de fondos. ¿Por qué estas ayudas -muchas o pocas- no son tan trascendentales como nos las presentan? Miren el siguiente mapa del mundo.
Es la proyección del globo terrestre: la de Robinson. Con un color para cada continente.
Ahora miren esta misma proyección "deformada" según las emisiones de CO₂ de cada continente/país (año 2013). Esto es lo que ha hecho la organización Carbon Map.
Probablemente, si lo actualizáramos hoy en día, India tendría un volumen muy superior.
Conclusión: si Norteamérica, Europa, China y la India no reducen los niveles de contaminación, no iremos a ninguna parte -especialmente China que, todo sea dicho, está haciendo grandes esfuerzos-. Y esta es la razón de fondo de la irrelevancia de la reunión del COP29. Porque aquellos que pueden decidir tomar acciones para amortecer el cambio climático caben en una mesa de cinco o seis sillas. No hay que montar grandes espectáculos ni decir que 300.000 millones no son suficientes, etc.
"Dejamos de dar solo malas noticias: el año pasado fue el primero en el que las emisiones de los países ricos cayeron en lugar de aumentar"
Lo que hace falta es aplicar medidas bastante drásticas. Y nosotros tenemos que dejar de actuar de abogados de los pobres desde el sofá de casa, porque no hay que ir demasiado lejos si queremos que las cosas cambien. Lean las noticias de los últimos días sobre la contaminación en Barcelona.
Y, por favor, dejamos de dar solo malas noticias. El año pasado fue el primero en el que las emisiones de los países ricos cayeron en lugar de aumentar. Como bien describe la Agencia Internacional de la Energía en su informe del 2023, las emisiones de los países ricos bajaron hasta los niveles de hace 50 años. Y esto es motivo de celebración.