Ingeniero y exministro

Empresas: beneficios, responsabilidad e impuestos

19 de Marzo de 2019
Joan Majó

Las perspectivas de futuro de nuestras economías están fuertemente afectadas por dos fenómenos preocupantes: 1) Los problemas de sostenibilidad global por la escasez de algunos recursos, las dificultades de eliminación de algunos residuos, y los cambios de clima debido a las emisiones de CO₂; y 2) el gran incremento de las desigualdades personales de rentas y de oportunidades que están apareciendo en muchos países, incluso en épocas de crecimiento del PIB, y que están poniendo en peligro la paz social. Se añaden además los efectos de la transición hacia una economía "digital", transición que comporta grandes oportunidades pero también problemas. Se entiende en buena parte la preocupación y la indignación ciudadanas, directamente o indirectamente causada por todo ello. No soy partidario de eliminar la economía de mercado ni la actividad de las empresas privadas, que son fundamentales para nuestro bienestar. Pero veo imprescindible hacer una revisión sobre el papel que están jugando y el que tendrían que seguir jugando para evitar agravar los problemas y para contribuir a su solución.

 

"Quizás estamos todavía demasiado influidos por unas políticas que tuvieron buenos efectos en la Europa de la segunda mitad del siglo pasado"

Pienso que, en general, quizás estamos todavía demasiado influidos por unas políticas que tuvieron buenos efectos en la Europa de la segunda mitad del siglo pasado, y que consistieron en el mantenimiento de una gran libertad de mercado con una mitigación de las consecuencias no queridas por la vía fiscal y el crecimiento del Estado del bienestar. Pero no olvidemos que en los últimos años el desequilibrio se ha exagerado a base de disminuir la regulación, de reducir la progresividad fiscal, y de hacer recortes...

Me hago dos preguntas: tenemos que dejar que el mercado cree fuertes desigualdades personales y genere importantes externalitzacions negativas, y confiar en la redistribución vía fiscal como único mecanismo de corrección de unas y otras? Sería mejor que consiguiéramos que las empresas actuaran de tal manera que los resultados de la actividad del mercado ya produjera menos desequilibrios y no hiciera falta tanta redistribución? Esta es el dilema entre la predistribución y la redistribución. Cuatro reflexiones.

 

La finalidad de una empresa no puede ser exclusivamente, ni prioritariamente, la generación de beneficios. El objetivo de una empresa tiene que ser crear valor real a través de la producción de objetos o la prestación de servicios, unos y otros útiles para quienes los necesita. La consecución de este objetivo justifica las retribuciones, en forma de salarios o de beneficios, a todos los que colaboran. Pero se tendría que dificultar la existencia de actividades que permiten la obtención de rentas sin creación de valor, como por ejemplo las de tipo especulativo. Hace falta una revisión de la legislación fiscal al respeto para eliminar la oportunidad y las ventajas de las rentas especulativas.

"Se tendría que dificultar la existencia de actividades que permiten la obtención de rentas sin creación de valor"

La empresa tiene que estar a la vez al servicio de sus propietarios, de sus trabajadores, y de sus clientes. La legislación laboral, y las reglas del mercado o de la competencia, tienen que poner límites a la libertad de resolver los posibles conflictos permitiendo que los primeros exploten los segundos, o todos juntos engañen a los terceros. El monopolio es el engaño del mercado libre, y según qué regulación laboral es la legalización del abuso.

Las empresas con su actividad contribuyen a nuestro bienestar individual y colectivo, pero también pueden producir efectos externos cuya corrección implica unos costes que no asumen. Pienso sobre todo en efectos relacionados con tratamiento de residuos, reducción de emisiones, o reaprofitament de recursos. Hay que ver si además de la incentivación fiscal, insuficiente por ahora, no se tendría que hacer más para orientar la responsabilidad social de las empresas hacia un comportamiento de internalització de los costes, de eliminación de las emisiones, o de mejorar el aprovechamiento de los recursos escasos con tecnologías de economía circular. Este sería un mejor modelo de RSC que no el que actualmente vemos.

Una utilización mucho más decidida de las ventajas que suponen la extensión de la conectividad, la disponibilidad de datos, y las herramientas para analizarlas, podrían desmaterialitzar la salud y el bienestar, aumentar las capacidades intelectuales y emocionales de las personas, mejorar la sostenibilidad, y reducir las diferencias de género, mejorando a la vez la competitividad empresarial.

Tengo a menudo la sensación que no tenemos suficiente conciencia de la importancia y la velocidad de las perspectivas que he expuesto al inicio, y de la urgencia de actuar con las herramientas tecnológicas y políticas que tenemos, antes de que tengamos que aceptar que llegamos demasiado tarde.