Ingeniero y exministro

Un salario mínimo europeo

30 de Enero de 2020
Joan Majó

Estos días el tema del salario mínimo interprofesional (SMI) ha estado de actualidad por una coincidencia. Hemos visto noticias, y también polémicas, alrededor de una decisión tomada por el Gobierno español, y de una propuesta que ha hecho la Comisión Europea. Tanto en un caso como en el otro ha habido reacciones de los sindicatos y de las patronales, sobre todo de diferentes países de la UE. Dejadme hacer unas reflexiones sobre algunos aspectos.

 

1. El papel del salario mínimo

En el funcionamiento económico de las sociedades europeas, desde hace ya más de medio siglo, se intentó encontrar un equilibrio entre dos objetivos: respetar la libertad personal y asegurar la protección social. Entre las diversas herramientas utilizadas hay dos: garantizar la libertad en los mercados, pero regularlos poniendo límites para evitar la explotación y las desigualdades excesivas. En el caso del mercado de trabajo esto se concreta, entre otras cosas, en promover la negociación colectiva patronales/sindicatos, pero estableciendo límites obligados como la duración máxima de la jornada o el salario mínimo. Está claro que si las negociaciones entre las partes son equilibradas, las normas son menos necesarias, pero este equilibrio se ha ido perdiendo mucho en favor de las empresas, en estos últimos años, en muchos países entre ellos en España. Esto significa que el SIM es algo totalmente necesario.

"El equilibrio se ha ido perdiendo mucho en favor de las empresas en estos últimos años, y esto significa que el SIM es algo totalmente necesario"

Ha sido interesante ver como en la última modificación española se ha convertido en norma un acuerdo previo logrado entre las partes; esto es muy bueno y creo que supondrá una garantía de aplicación por todo, independientemente del mayor o menor poder sindical en cada sector o empresa.

 

Es una buena noticia. Pero yo me he hecho a menudo dos preguntas que dejo aquí: Del mismo modo que se establece un salario mínimo que se calcula como un porcentaje del salario mediano, ¿sería positivo que se pusiera algún límite al salario máximo y se estableciera alguna relación con los salarios bajos de cada empresa? Y, ¿haría falta quizás regular de alguna forma las retribuciones extrasalariales, que tienen su sentido de recompensa, pero que a menudo se convierten en una manera de aumentar demasiado las desigualdades?

2. Pilar Social europeo

A menudo he explicado que uno de los problemas penetrantes y preocupantes de la actual construcción de la UE es el gran desequilibrio que hay entre lo que se ha avanzado en muchas áreas (Unión Comercial, Unión Monetaria, Fondos estructurales, Unión Bancaria, Unión Universitaria, Bolonia, Erasmus ...) y con la ausencia de políticas europeas en el sector social. Esto crea a muchos ciudadanos, con toda la razón, la sensación que "Bruselas" no les está representando ninguna ventaja personal. Bien es verdad que esto no es cierto, puesto que las ventajas indirectas son muy grandes; pero la ausencia de posibles políticas sociales europeas directas (garantía de depósitos bancarios, seguro parcial de paro, complemento de pensiones...) hace que esta sensación sea difícil de corregir. Es por eso que el anterior Presidente de la Comisión, Juncker, ya empezó a decir que había que construir urgentemente "Pilar Social", pero no hizo mucho, y el actual, Von der Leyen, se lo propone parece que más seriamente. Una de las primeras propuestas es un SMIE.

3. Como hacer un SMIE

Creo que algunas reglas europeas sobre el salario mínimo serían muy útiles y muy buenas. Sería un importante paso adelante. Hace falta pero tener en cuenta algunas realidades derivadas de la pluralidad de los países. En primer lugar, está claro que el SMIE no puede ser nunca una cifra, puesto que los niveles de productividad y el coste de la vida varían mucho en cada lugar y por tanto la uniformización tendría que consistir sobre todo en aplicar en cada caso las mismas reglas para calcularlo, teniendo en cuenta los mismos índices de referencia correspondientes a cada país.

En segundo lugar, aceptar que en aquellos países en los cuales el sistema de concertación sindicados/patronales funciona mejor se puede dejar una mayor libertad y, por tanto, la regulación pública podría ser menos coercitiva. Y, en tercer lugar, hacer una labor de seguimiento y vigilancia de lo que se hace en cada lugar, como ya se hace por ejemplo con los presupuestos públicos, o con el funcionamiento de los bancos...

En todo caso sería bueno que la iniciativa siguiera adelante, y que fuera el inicio de una verdadera actuación hacia una UE más potente económicamente y más solidaria socialmente.