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Presidente de Intermedia

El Parenostre de Pujol, el París de José Padilla y la justicia de los chimpancés

12 de Abril de 2025
Toni Rodríguez

Es difícil salir ileso cuando se habla de fe, justicia y poder, especialmente cuando estas tres fuerzas se cruzan en un mismo relato. Entre los adoquines de Barcelona, he viajado desde la metáfora bíblica de Jonás y la figura de Jordi Pujol, pasando por la música vibrante de José Padilla y una reflexión sorprendente sobre los chimpancés y la venganza humana, todo ello para acabar poniendo en duda la sabiduría misma de nuestra especie. ¿Qué dice todo esto sobre nuestra manera —tan humana— de juzgar, castigar y, a veces, absolver?

 

'Parenostre', la gran penitencia

Hace unos años, al final de una cena speakeasy de las que hacíamos en casa de la madre de Joan Eduard Rodés (ahora las hacemos en el Múrria) Jordi Pujol nos contó una fábula. “Había un profeta que se llamaba Jonás a quien Yahvé ordenó destruir la ciudad pecadora de Nínive. El hombre virtuoso lo aceptó, pero a la hora de la verdad no se vio con valor y huyó hacia la playa. Allí embarcó en un barco de pescadores que enseguida sufrió una gran tormenta. Los pescadores buscaban entre ellos quién era el pecador que estaba provocando la ira de Dios. Hasta que el profeta confesó que el pecador era él y pidió que lo lanzaran al mar, que se calmó inmediatamente. Entonces llegó un pez muy grande que se lo tragó. Pero el pez se encontró mal, y después de tres días y tres noches en la panza de la ballena Jonás fue vomitado en una playa”.

Llegados a este punto, Pujol hizo una pausa dramática, nos miró uno a uno (éramos 8 o 9) y nos dijo: “yo, en estos momentos, soy aquel hombre de la playa”.

 

Y ahora, de todo esto han hecho una magnífica película, que probablemente no gustará a ningún pujolista de piedra picada ni a ningún socialista recalcitrante. Pero nadie podrá negarle la belleza de una descripción brutal de la soledad del líder, el acierto de mostrar cómo en situaciones delicadas cada uno mira antes de nada por sus propios intereses, y cómo en algún momento u otro, todo el mundo acaba dudando de sí mismo.

Salen todos. Desde el padre Florenci y la herencia, hasta mosén Ballarín y sus confesiones, la omnipresente Marta Ferrusola, los hijos y las hijas (que son cosas diferentes), Victoria Álvarez, la hermana, el cuñado Francesc Cabana, el sufridor Artur Mas, el comisario Villarejo, Miquel Roca y su frustración por no ser ministro, Josep Antoni Duran Lleida siempre atento a la jugada, y ningún socialista ni ningún republicano, salvo algunas imágenes históricas recuperadas de los archivos. Bien, salen todos, o casi todos: faltan Prefaneta y Carmen Alcoriza.

“La política es una mierda” acaba medio diciendo Pou-Pujol en un momento de la peli. “Yo ya no estoy en eso” le dice el rey Juan Carlos cuando Pou-Pujol le llama para pedirle complicidad. “Pensad que yo he tenido que trabajar bajo el padrinazgo de Pujol, la mirada de Duran Lleida y la competencia de Pasqual Maragall”, se nos ha quejado privadamente Artur Mas, más de una vez.

El preestreno fue el jueves día 10 de abril en la sala grande del cine Bosque, llena a rebosar, aunque no había ninguna cara conocida del mundo político, económico ni social de Barcelona.

Producida por Minoria Absoluta, dirigida por Manuel Huerga con guion de Toni Soler y producción ejecutiva de Francesc Escribano y Maite Fontanet, la obra fue largamente aplaudida por gente del cine y del periodismo como Queco Novell, Sergi Mas, Joan Salvat y otros. Cabe destacar también la utilización de recursos digitales de última generación a la hora de construir y deconstruir escenarios y la delicadeza de los autores en el tratamiento personal del protagonista: en esta recreación, Pujol no hace ninguna mueca.

El estreno será el día 16, en plena Semana Santa, un mensaje tal vez subliminal que acabamos de advertir ahora mismo.

Nosotros, los chimpancés y la justicia

Organizamos un encuentro cultural en la Antigua Fábrica Damm para analizar con el profesor Jordi Nieva los orígenes antropológicos de la justicia y las posibles consecuencias de la aplicación de la inteligencia artificial al ámbito jurídico, y descubrimos que la principal diferencia entre los chimpancés y nosotros es que ellos no practican la venganza y nosotros sí.

"La principal diferencia entre los chimpancés y nosotros es que ellos no practican la venganza y nosotros sí"

En primera fila, una amplia representación intergeneracional de asistentes: Salvador Alemany, presidente de SABA y de la Fundación del Gran Teatre del Liceu; Isabel Vidal, presidenta de la Associació d'Empreses de Teatre de Catalunya y directora general del Grupo Focus; Xavier Coronas, secretario general de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona; Joan Planella, director de Oracle en Barcelona; Pedro Yúfera, abogado, escritor y exdecano del Colegio de la Abogacía de Barcelona y Aina Rodríguez, CEO de Intermedia Comunicación, organizadora del acto.

Mezclados por el público, el exjuez Josep Niubó, los periodistas Fátima Llambrich e Iu Forn, la productora de cine Maite Fontanet (Parenostre), los abogados Oriol Sagarra, Enric Leira, Marisa Lapuente y Joaquim Jubert, entre otros.

Efectivamente, dice Nieva, los orígenes del conflicto, tanto en el mundo de los chimpancés como en el nuestro, radican en el control del territorio, la alimentación, la jerarquía y el sexo. Para gestionarlos el homo sapiens ha ido creando a lo largo de los siglos una serie de instrumentos, que van desde la lucha entre contrincantes validada por la divinidad hasta la búsqueda de la verdad mediante ordalías, torturas y otras pruebas igual de bestias. Cosa que parece demostrar que con esto de la sapiencia del homo tampoco hay para tanto...

"Los orígenes del conflicto, tanto en el mundo de los chimpancés como en el nuestro, radican en el control del territorio, la alimentación, la jerarquía y el sexo"

Hasta que llegó la solución casi definitiva: la terciarización. Es decir, confiar la resolución del conflicto a un tercero, que primero fue la asamblea, después los sacerdotes y finalmente los jueces y, aún más finalmente, el juez único. ¿Problema solucionado, pues? Pues no señora. El derecho que aplica el juez no es más que la expresión de un consenso social... influido sin duda por la religión, la filosofía, la política, los grupos de presión y el mismo juez.

¿Y esto lo arreglará la inteligencia artificial? La inteligencia artificial lo que hará es proponer sentencias basadas en el análisis de miles de casos parecidos al estudiado. Y en temas como la reincidencia, por ejemplo, mirará de prever posibilidades según parámetros previamente establecidos: edad, nacionalidad, raza, familia, barrio de residencia, posición social, recursos económicos, etc. ¿Un poco inquietante, verdad?

José Padilla, el gran desconocido

Si usted conoció mínimamente la miseria intelectual del régimen franquista y de repente le hablan de un compositor de nombre José Padilla, autor de piezas como Valencia o El Relicario, lo más probable es que le vengan a la cabeza escenas de toreros, “chulapas” y otras manifestaciones de la caspa más profunda de aquel tiempo.

De aquí a considerar que Padilla formaba parte, sólo hay un paso. ¡Error! Padilla, en su juventud, fue miembro de la tertulia barcelonesa de Els Quatre Gats, con personas tan poco casposas como Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Pablo Picasso, Ricard Opisso o Enric Granados, entre otros, y en los Felices 20, ya instalado muy confortablemente en París estrenó El Relicario en el Olympia con Raquel Meyer, y Valencia, en el Moulin Rouge donde la famosísima Mistinguett lo proyectó a todo el mundo.

Padilla, nacido en Almería en 1898, fue un hombre enamoradizo que tuvo muchas parejas y amó muchas ciudades. De las parejas no hablaremos, pero en cuanto a las ciudades su gusto fue realmente exquisito: primero el salto de Almería a Madrid, y después Barcelona, Buenos Aires, París y Nueva York, con un relevante arraigo en París y significativos retornos a Barcelona y Madrid, donde finalmente murió en 1960.

"Fue un hombre enamoradizo que tuvo muchas parejas y amó muchas ciudades"

En Buenos Aires se enamoró del tango, aquella música de prostíbulo que Carlos Gardel elevó de categoría incluyendo canciones de Padilla en su repertorio.

De la canción canalla al Paris canaille no había más que un paso. Valencia fue un éxito internacional, que desde la magnífica plataforma del Moulin Rouge vendió 22 millones de discos en todo el mundo, y convirtió a Padilla en “el más parisino de los músicos”, en palabras de aquellos cronistas franceses tan dispuestos siempre a integrar talento foráneo en su casa.

Aquel y otros éxitos, como Ça c’est Paris (no confundir, pero sí comparar, con Ici c’est Paris, el himno del PSG), hicieron que muchos de sus intérpretes, como Maurice Chevalier, compositores como Maurice Ravel, o gente de otras disciplinas como Picasso, o incluso Lev Trotsky, hablaran maravillas. Padilla ha sido interpretado por el tenor Josep Carreras (Princesita), los tanguistas Carlos Gardel y Adriana Varela, los jazzistas Andrea Motis, Ignasi Terraza Trio y Mauricio Villavecchia trio, los Cuarentunos (en una deliciosa interpretación de La estudiantina portuguesa), las cupletistas Sara Montiel y Celia Gámez, los chansonniers Maurice Chevalier y Mistinguett, y en formato orquestral por los de la Comunidad de Madrid, el Teatro de la Zarzuela, Teatro Tribueñe y Orquesta Sinfónica de Madrid.

La música de Padilla también ha tenido una presencia notable en el cine. La más notable en City Lights (Las luces de la ciudad) de Charles Chaplin, aunque fue un plagio contra el que el compositor tuvo que querellarse, pero también en películas de Ernest Lubitsch, Ridley Scott, Woody Allen, Akira Kurosawa, Tinto Brass y otros.

“¿Y ahora todo esto a qué viene?” podrían preguntarse razonablemente ustedes. Pues todo esto viene a cuento porque hay dos cineastas catalanas, Susana Guardiola Lapuente y Marta Figueras, que han hecho una película con mucha calidad y poco recorrido comercial, con Josep Maria Civit como director de fotografía, que fue proyectada la semana pasada en pequeño comité en la SGAE a beneficio de los damnificados por la Dana en Valencia.

Sí, ya sabemos que no todo el mundo tuvo la suerte de ser convocado.

Pero bien, esto tiene solución...

Manténganse atentos a la pantalla.