Muy a menudo culpamos todo aquello que no depende de nosotros para encontrar justificación en aquello que no funciona y nos hace daño o molesta. Curiosamente, los culpables siempre son entes indeterminados y sin vida orgánica propia: la sociedad, la política, la empresa, la familia... Ente todos ellos la razón de ser son las personas.
Se acostumbra a pensar, por ejemplo, que la empresa es un ente con vida propia que hace la suya. Si hablamos gráficamente sería como imaginarse que esto que denominamos empresa tiene brazos, piernas y ninguno y piensa y ejecuta de manera autónoma.
Pero no. La empresa es una manera de denominar un grupo de gente (deseable que fuera un equipo) que hace actividades productivas a menudo bajo un mismo techo, actividades diferenciadas, clasificadas y organizadas que tienen por objetivo producir bienes o servicios que aportarán rendimiento económico en mayor o menor medida a estas personas.
Partiendo de este base, podemos empezar a descartar frases como por ejemplo: "la empresa tiene la culpa de mi malestar", "la empresa no funciona", "la empresa ha logrado esta u otro hito". La empresa no hace nada porque en ella misma no existe, es una forma de organización entre personas.
Así pues, es fácil concluir que los problemas y dificultades raen en las personas y no en los entes.
Dicho esto, hay que entender que todo aquello de que acusamos o felicitamos la empresa es de aplicación a las personas que la forman, sean cabezas, propietarios, trabajadores, colaboradores, clientes o proveedores. Todas estas tipologías de personas interactúan, se relacionan, comparten, se comunican. Así pues, y yendo al corazón de de este artículo, podemos afirmar que uno de los factores clave, quizás el más importante, es la comunicación..
Pero alerta! Comunicarse no significa solamente dar o recibir instrucciones o información . Comunicación significa explicarse, debatir, escuchar activamente, poner en común, facilitar la entente y, sobre todo, ir de cara.
Tendemos a pensar que los grandes problemas empresariales son la carencia de crédito, la crisis, la globalización o la política que afecta la empresa. Ciertamente, todos estos aspectos son muy importantes.
Sin embargo, comprobamos día detrás día que uno de los aspectos que más preocupa y hace perder tiempos y rentabilidad a las empresas es la carencia de comunicación que genera desde malestar a pérdida de rentabilidad pasando por ineficacia, pérdida de oportunidades, errores y todo tipos de males.
La empresa es como una gran familia y en este tipo de ente la convivencia es la clave de la supervivencia. Y sin comunicación no hay supervivencia.
Así pues, sirva este artículo para reflexionar sobre la importancia de prestar atención a la comunicación interna. A menudo la comunicación empresarial se basa solamente en acciones externas dirigidas al mercado exterior. El mercado interior es clave, porque si este no funciona bien, no producirá bien.
Es muy habitual encontrar clientes que dicen: "no lo entiendo: tenemos la última tecnología, las mejores instalaciones, pagamos sueldos de mercado, y aún así tenemos la gente descontenta". La pregunta es: han preguntado, han establecido canales de comunicación transversales, han explicado todo el que hacía falta sobre las decisiones empresariales? A menudo la respuesta es no.
Quién comanda (y no quién lidera, porque un líder sabe que la comunicación interna es la mejor herramienta) cruz, igual que hacemos los padres con los hijos, que aquello que decide para los otros es el mejor para ellos.
La experiencia nos enseña que no es así.
Cuanto más evolucionamos, más claro tenemos que somos individuos que se integran en comunidades pero esto no significa perder nuestra identidad. De igual manera, trabajar a una u otra empresa, significa que queremos ser partícipes de ella de manera activa.
Cómo dirían algunos "está científicamente comprobado" que cuando la comunicación interna está muy organizada y fluye, la empresa obtiene mejores resultados en todo. Comprobadlo.