Hace unos días
Jean Tirole, director de la Toulouse School of Economics y premio
Nobel 2014 republicava un artículo escrito el 2007 expresando sus puntos de vista sobre las reformas necesarias para hacer más efectivo el Estado francés. Lo traigo a colación porque justamente el
tejido empresarial no puede sobrevivir decentemente sin una Administración moderna y tiene que exigirlo.
Tirole recomienda reformas, urgentes pero difíciles, sintetizadas en cuatro grandes acciones (
fiblons). Me parece que el momento histórico es adecuado para compartirlas sumàriament.
1. La reestructuración Es uno de los imperativos empresariales de acomodación a la realidad cambiante. Y las
empresas lo practican periódicamente. Desde
IBM hasta hace poco
HP, pasando por tantas
pymes nuestras que han tenido que hacerlo para sobrevivir. Y esto no quiere decir necesariamente reducir
puestos de trabajo, sino hacer eficiente el mismo
negocio. Cómo que nosotros somos
accionistas de esta
empresa que se llama Administración, la queremos eficiente, sin lastres decimonònics.
2. Competencia Para las
empresas es el juego de cada día. Así pues, por qué no
competitividad interna en la educación, a la prestación de servicios
, en
el sector de la salud pública. En general, el uso de indicadores que permitan compararse puerta a luchar por la calidad y, a la vegada, el control del coste superfluo (no confundir con el recorte o el
coste-killing barroer ni con
la privatización).
3. EvaluaciónPreguntarse antes de hacer nada si es necesaria la intervención pública, sus
costes y beneficios
. Y después, si ha funcionado, si pagaba la pena el
gasto o inversión
? Con esta praxis, el
corredor del mediterráneo ya funcionaría desde hace muchos años...
4. Rendir cuentas (accountability)A partir de objetivos claros y fácilmente verificables. No a la responsabilidad "colectiva": por el bono y por el malo, tiene que tener nombre y apellidos. Aplicación de metodologías empresariales, que está dando buenos
resultados a administraciones líderes. Sin hacer trampas, como fuera buscar indicadores estrictamente economicistes o a corto plazo o "autogestionados".
Si en estos últimos años la
empresa privada ha tenido que afrontar estos retos, nohabría la Administración pública, todavía bueno y reconociendo honroses excepciones, de tomar nota y pasar a la acción?