Hace ahora unas semanas que el Consejo de Ministros aprobó la tan largamente anunciada Ley de emprendeduría que ahora transita por las mesas de las diferentes fuerzas políticas en espera del definitivo trámite parlamentario.
A la espera de su redacción definitiva, de momento tenemos que considerar el texto claramente decepcionante, los principales motivos, entre otros:
- La mayor parte de las ayudas se limita a menores de 30 años. Según un estudio del IE Business School y el Spain Startup & Investor Summit, sólo el 6% de los emprendedores son menores de 25 años, y el 40% tiene entre 25 y 34 años. Este dato hace pensar que nos estamos dejando más de la mitad del pastel, la mitad que más posibilitados de éxito de salirse por experiencia y conocimiento, en definitiva "know-how".
- La desgravación fiscal por Business Angels tiene un tope de 20.000 euros. No se puede considerar una cifra relevante si el proyecto es ambicioso, a pesar de que se habla que podría subir a 50.000€. - No acaba de dar respuesta a la carencia de crédito. En este sentido, no aporta suficientes soluciones para que el crédito dependa mayoritariamente del proyecto y no de las garantías del emprendedor.
En el 68% de los proyectos, el emprendedor sededica exclusivamente, que de hecho, es donde rae una de las principales claves del éxito. Como consecuencia, la ley que da cobertura a esta figura no puede quedarse corta.
Esperamos que durante el desarrollo se mejoren aspectos como las desgravaciones fiscales, la tarifa plana o el IVA "de caja". Con la redacción original hace pensar que esta ley va más destinada al autoempleo que a la creación real de empresas sólidas que garantizan la ocupación y la recuperación económica.