Politóloga y filósofa

Él lo logrará: del mínimo esfuerzo al máximo compromiso

24 de Abril de 2025
Act. 24 de Abril de 2025
Arianda Romans | VIA Empresa

El feminismo ha llegado a un momento de desencaje donde encontramos mujeres empoderadas, valientes y fuertes, en contacto con su parte emocional, que cuidan su cuerpo y valoran tanto su tiempo de descanso como su proyección profesional. Y, a su lado, a menudo hay hombres que no llegan ni a lo que se conoce como mínimo esfuerzo (en inglés, bare minimum).

 

Mientras las mujeres hacen equilibrios para mantener lo que quieren conservar y, a la vez, abrazar cosas nuevas navegando mil y una contradicciones de las corrientes sociales contemporáneas, muchos hombres están enfadados porque ven que, en este nuevo escenario, tienen mucho que perder.

Sí, es cierto e innegable: hay una parte del privilegio que deberán perder y a la que habrá que renunciar. Esconderlo es tan deshonesto como la propia injusticia sistémica original. Por eso es comprensible que muchos hombres estén enfadados y frustrados. Lo vemos claramente en el contexto actual: movimientos ultraconservadores y reacciones violentas a los avances feministas y a todo lo que llaman woke en todo el mundo. Se puede entender la frustración, pero no la reacción. Y aún menos, el rechazo.

 

Por eso, creo que más que enfadarnos, debemos centrarnos en las ganancias que los hombres también pueden lograr en este proceso de transformación. Entiendo que puede parecer arriesgado escribir un artículo así en un momento en que hay tantas violaciones de los derechos humanos en todo el mundo, con un auge abismal de la extrema derecha y de las tendencias ultraconservadoras, tanto para mujeres como para personas queer o para hombres que intentan salir de la norma. El viraje que vivimos no es sencillo. Sin embargo, es crucial recordar que el feminismo no lucha contra los hombres, sino contra las opresiones de un sistema injusto. Porque el feminismo sólo será posible si estamos todas y también todos.

"El feminismo no lucha contra los hombres, sino contra las opresiones de un sistema injusto"

Es esencial que los hombres salgan de su zona de confort (entre los cuatro cojines del sofá) y se impliquen en las tareas del hogar, de cuidados y de mantenimiento de la vida. Os prometo que vuestra masculinidad no se verá afectada: tengo un tío que es un conciliador ejemplar y nunca nadie ha dudado de que sea, efectivamente, un hombre. Abriendo la mente a una gestión más equitativa de la vida y de los cuidados, podemos descubrir equilibrios más saludables y motivadores que nunca habíamos imaginado.

Por ejemplo, muchos hombres de mi entorno han expresado la ilusión de ser ellos quienes cuidan a las criaturas, o cómo se sienten más felices después de haber tenido conversaciones profundas con sus amigos por primera vez en muchos años. Son casos residuales, pero cada vez más frecuentes y visibles. Con el apoyo de grupos de hombres, el aumento de la conciencia feminista y políticas como la baja de paternidad obligatoria, podemos ofrecerles un espacio seguro donde desarrollar una masculinidad que hasta ahora ha estado dormida o reprimida. Claro que sin Xavier Padrissa nos costará mucho más, pero podremos hacerlo.

También hay, sin embargo, un trabajo pendiente entre muchas mujeres. Y de esto a menudo no hablamos, pero es tanto o más necesario. De manera inconsciente, a menudo infantilizamos a los hombres. No lo hacemos por decisión propia, sino porque nos han hecho creer desde pequeñas que todo esto era cosa nuestra y que los hombres “no sabían”. Así, cuando vemos a un hombre intentando hacer una tarea (o haciéndolo ver, según el caso), tendemos a corregirlo o a hacerla nosotras mismas.

"De la misma manera que a nosotras nos enseñaron demasiado pronto, a ellos les toca aprender tarde"

De la misma manera que a nosotras nos enseñaron demasiado pronto, a ellos les toca aprender tarde. Y esto requiere paciencia (sí, pesada, perezosa, e innecesariamente a nuestras espaldas), pero también confianza. Si no confiamos en que pueden aprender, si no les dejamos la oportunidad de equivocarse, nunca aprenderán a poner una lavadora, organizar las extraescolares o hacer la lista de la compra. Querida amiga, él lo logrará. Quizás el coste será un jersey teñido o unos yogures que no gustan a nadie, pero, a la larga, lo logrará.

Necesitamos todas las complicidades posibles para transformar la sociedad, y para garantizar que todo el mundo reciba el mismo trato y la misma dignidad, es necesaria la participación de todo el mundo. Aunque ya estemos cansadas, de tanta resistencia y transformación.