Ingeniero y exministro

Innovación educativa

08 de Abril de 2019
Joan Majó

Pese a que es muy sabido, nos sorprendemos continuamente de la velocidad en qué van cambiando muchos aspectos de las tareas, las herramientas, o los recursos que forman parte de nuestra vida personal, y especialmente de nuestra vida profesional. Estos cambios son resultado normalmente de un proceso continuado, pero cada vez encontramos más algunos de carácter disruptivo que no son de tipo meramente cuantitativo sino cualitativo. En estos casos no se trata de una mejora ni de una innovación gradual, sino de un hecho radicalmente nuevo, que normalmente hay que rebautizar. Recuerdo haber leído que cuando los primeros coches empezaron a circular por las calles de las ciudades norteamericanas, los denominaban horseless carriage es decir "carro sin caballo" hasta que se impuso el nombre de automóviles.

 

"Cuando los primeros coches empezaron a circular por las calles de las ciudades norteamericanas, los denominaban "carro sin caballo""

He empezado así para dejar claro que en la innovación el nombre cuenta, que muchas veces vivimos casos de cambio de nombre aparentando una innovación que no es real, y que en otras hay innovaciones que quedan escondidas, o poco valoradas, por la resistencia a conservar nombres antiguos.

 

He vivido ahora un caso interesante desde el patronato de la fundación que dirige l'Escola d'Enginyeria EUSS, adscrita a la UAB. Desde hace años, uno de los grados que se podía obtener era el de Ingeniería Eléctrica. Sus contenidos, como es natural, se han ido ampliando y adaptando a lo largo de los años a las nuevas realidades y necesidades de la generación y la utilización de la energía en la actual sociedad. Pero los cambios recientes han sido tan importantes que ha llegado el momento de hacerlo patente y se ha sustituido el grado por el de Energías Renovables y Eficiencia Energética, hecho que ha supuesto una mejor transparencia y ha supuesto un fuerte incremento de la atracción del grado para los estudiantes.

"Se tiene lo suficiente en cuenta que la principal competencia que se tiene que adquirir en la etapa de formación inicial es la de "aprender a aprender" toda la vida?"

Querría sacar de esta vivencia tres reflexiones de carácter general: 1) Es suficiente el esfuerzo de adaptación de contenidos que se hacen en el mundo de la educación, para asegurar que las competencias mejoran y cambian al ritmo necesario para evitar un desequilibrio entre oferta y demanda de profesionales? 2) Se explicitan bastante estos cambios a la hora de hacer pública la oferta educativa, o hay una excesiva inercia administrativa que lo retarda? Y 3) Se tiene lo suficiente en cuenta que la principal competencia que se tiene que adquirir en la etapa de formación inicial es la de "aprender a aprender" toda la vida, puesto que esto será fundamental en todos los casos?