Por qué los medios no tienen que estar en X

28 de Noviembre de 2024
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Continúa la éxodo de usuarios de X hacia Bluesky. Desde las últimas decisiones de Musk, la red del cielo azul ha incrementado el número de usuarios a razón de un millón por día. Si hace quince días Bluesky contaba con siete millones de usuarios, hoy ya somos más de 23 millones a razón de 3 usuarios nuevos por segundo, (aquí tenéis el contador, que es muy hipnótico).

X tiene 600 millones de usuarios, de los cuales la mitad son activos. Los datos varían según las estimaciones porque X no da datos ni hay manera de saberlo desde que cortó el acceso a los investigadores. Parece que los 611 millones de abril, en septiembre habían bajado a 588. Lo que sí sabemos seguro, porque está obligado a publicarlos, son los datos en la UE: de enero a julio de 2024 pasó de 111,4 millones a 106. Las cifras van a la baja en 25 de los 27 estados. Un estudio del Financial Times de septiembre muestra una caída de un 33% en Gran Bretaña y de un 20% en Estados Unidos.

Tendencias a la baja que son más relevantes si tenemos en cuenta que son anteriores al éxodo de noviembre, momento en que muchos usuarios han sido conscientes de la manipulación de X y del gran poder sin control que el billonario sudafricano tiene sobre la opinión pública global. No es solo una sospecha de juego sucio: tenemos la confirmación por diferentes fuentes, entre ellas, el mismo Musk.

El usuario Paul Graham, con dos millones de seguidores en X, denunciaba en un tuit que el principal problema de X, “más que los trolls de ultraderecha” era la despriorización de los tuits que llevaban un enlace. Lo habían denunciado en agosto el Washington Post y el New York Times: los tuits que llevaban un enlace tenían menos visibilidad.

"Muchos usuarios han sido conscientes de la manipulación de X y del mucho poder sin control que el billonario sudafricano tiene sobre la opinión pública global"

El mismo Musk confirmaba todas las sospechas respondiendo al tuit de Graham: “Solo tienes que escribir el contenido en el tuit principal y poner el enlace en la respuesta” (cuando dice tuit se refiere a publicación, que no utiliza por aversión a la antigua marca). Musk quiere forzar así a los usuarios a pagar por el premium de X, que les permite publicar contenido en formato largo, compitiendo así con los medios tradicionales que tanto critica. Obviamente, no le ha salido bien; de hecho, no le ha salido bien ningún método de monetización de la plataforma, que ha perdido el 80% de su valor desde que la compró.

Otra denuncia que también se ha confirmado es la de que X ralentiza el acceso a webs que Musk considera competencia. Una serie de tests a principios de agosto del Washington Post demostraban que al hacer clic en enlaces de medios como Reuters, el Washington Post, el New York Times y el mismo WSJ, X ralentizaba el acceso en cinco segundos. También ralentizaba deliberadamente el acceso a Facebook, Bluesky, Instagram y Substack, entre otros. El NYT confirmaba a finales de agosto que parecía que el ralentizamiento a medios de comunicación ya no se producía, pero sí que se mantenía en el resto de webs que Musk ve como competencia.

¿Tiene sentido para un medio seguir en una red que desprecia a los creadores de contenido de calidad y promociona a los que publican noticias falsas? Sin entrar en valoraciones éticas y morales —no terminaríamos nunca—, hasta ahora uno de los motivos que los medios podían aducir para estar allí era que es donde está la gente. Al fin y al cabo, 600 millones de usuarios de X son casi treinta veces más que los 23 que hoy tiene Bluesky. Justifica tragarse sapos treinta veces más grandes de los que nos tragaríamos. Pero atención, que no todo lo que es blanco es harina: los números nos hablan (como dice el Professor de Debò de la Competència) y si los escuchamos bien, los que cuentan cuentan una historia bastante diferente.

Aunque a lo largo de los últimos cinco años el tiempo que pasamos en las redes sociales se ha mantenido estable, el tráfico que aportan a los medios ha ido disminuyendo. El caso de X es particularmente relevante porque desde que Musk compró Twitter, en 2022, las caídas en 10 medios de referencia han sido desproporcionadas. Según un análisis de Similarweb, el tráfico de X a la BBC cayó un 20%; a la CNN, 41%; a la Fox, 39%; a The Guardian, 29%; al NYT, 35%; al Post, 48%; al WSJ, 42% y a Reuters un 67%.

No es extraño que, con este panorama, medios de referencia como The Guardian, La Vanguardia o el sueco Aftonbladet hayan decidido dejar de publicar en X y trasladarse a Bluesky. El medio español Ctxt.es lo explica muy bien en su web: “Nos hemos trasladado a Bluesky, una red donde la reflexión es posible y el algoritmo no nos oculta”.

"No es extraño que con este panorama, medios de referencia como The Guardian, La Vanguardia o el sueco Aftonbladet hayan decidido dejar de publicar en X y trasladarse a Bluesky"

En un artículo del 25 de noviembre compartido en Bluesky, Gerardo Tecé comparaba la experiencia de años de publicación de CTXT en X con la reciente en Bluesky: “En solo unos días hemos podido comprobar cómo las lecturas de nuestras piezas han aumentado gracias a la nueva red social, un indicio más de que el juego anterior estaba trucado. Un dato que os parecerá tan sorprendente como a nosotros es que, a nivel de interacción en nuestras publicaciones, los poco más de 19.000 seguidores que CTXT tiene en Bluesky a la hora de escribir esta carta generan un impacto mayor que el de los más de 230.000 seguidores que tenemos en Twitter –me niego a llamarlo X–”. Los números nos hablan, pero hay que saber a cuáles escuchar.

Si hay algo que detesta una red social es el vacío. Cuando se entorpece, se dificulta o se impide el acceso a información, el vacío que se genera lo ocupa la opinión, opinión que cuando le añadimos nuestra atención se convierte en dinero. No es el caso de X, que sigue perdiéndolo: en X nuestra atención se convierte en poder mediático, testosterónico y político para Musk.