El libro se está muriendo: según datos de la Agencia de la ISBN, durante 2013 se registraron un 16% menos de libros en papel que el año anterior, y un 26% menos que el 2011. Los libros en formato digital parece que han aguantado mejor, porque han continuado creciente, a pesar de que a cifras bastante reducidas (2%). Es cierto que hoy en día la gestión de la ISBN se ha convertido en un producto cada vez más extraño y que de los 25 ebooks más vendidos a Amazon durante el año 2013, debe de (40%) eran libros de autoedición. Los libros de autoedición es más probable que no se registren a la Agencia de la ISBN, sobre todo desde que este trámite ha sido cedido a organismos que cobran para realizar esta gestión.
En resumen, que el mundo del libro está cambiando rápidamente, y no siempre para bien. Hace un par de meses, los medios nos informaban que Edi.cat había decidido cerrar su línea de venta electrónica de libros digitales. Y su director, Jordi Ferré, lo decía claramente: "Respecto al último año, hemos triplicado el número de lectores digitales al Estado español, pero se han reducido por dos los lectores que están dispuestos a pagar para leer en digital. El 80% de productos que se descargan son gratuitos, algunos de legales, pero otros, no."
El problema no es sólo de protección legal. El problema es que el público lector cada día es más reducido, y el lector crítico y compulsivo, una especie en vías de extinción. Los informes PISA –que se hacen con adolescentes– dejan claro que el porcentaje de estudiantes que dicen que leen diariamente por placer está disminuyendo a la mayoría de países de la OCDE desde el año 2000. El 2009 los estudiantes que no leían por placer representaban el 37% del total, pero a países como Austria o Liechtenstein el porcentaje superaba el 50%. Las chicas leían claramente más que los chicos (73% ante el 52%), y los grupos socialmente más favorecidos más que los menos favorecidos (72% ante el 56%).
Por otro lado, y según datos de 2013, la penetración del libro en los consumos culturales de los catalanes y catalanas de más de 14 años no llegaba al 60%, pero tengamos en cuenta que el 35% habían leído –en todo el año y como máximo– 4 libros, o sea, uno cada tres meses!
Hasta aquí el panorama tètric, un panorama que podemos ennegrecer todavía algo más: los informes PISA no dejan espacio para la duda: leer diariamente por placer está asociado a un mayor rendimiento. Y parece que esto no tiene tanto a ver con el tiempo que se dedica a la lectura como con el hecho que esta lectura sea por placer. De todas maneras, las tendencias son poco optimistas: "el placer de la lectura ha tendido a deteriorarse, especialmente entre los chicos", concluye el informe PISA.
En vista de estos resultados, los analistas de PISA hicieron en 2011 una recomendación muy simple: la dedicación de los padres y madres se asocia a mayores rendimientos. De forma que tienen mejores puntuaciones los estudiantes que leen libros con sus padres durante el primer año de educación primaria y que este hecho es independiente de los antecedentes socioeconómicos de la familia.
Por lo tanto, aunque no nos guste, predicamos con el ejemplo y leemos con nuestros hijos e hijas. Y no hagamos nuestra la idea que quién tiene que enseñar a leer es, sólo, la escuela. Yo tan sólo recuerdo un caso descrito en la literatura qué leer en exceso se hubiera mostrado perjudicial para las personas: es un personaje largo y delgado que forma parte de una novela el autor de la cual murió la vigilia de Sant Jordi de 1616.