Desde fuera, puede parecer que todas las peripecias de estos últimos meses sobre Muface interesan solo a los funcionarios afectados, la gran mayoría personal docente y sus respectivos familiares beneficiarios. Sin embargo, la crisis del sistema Muface ejemplifica las dificultades del sistema de atención sanitaria para adaptarse a las transformaciones y a las nuevas necesidades sanitarias de la población.
Recordemos que el elemento diferencial de Muface es que permite a sus miembros optar por la sanidad que proporciona el INSS o por la de las mutuas privadas que suscriben un convenio con la entidad de previsión. Aunque en los últimos años las mutuas con convenio con Muface han ido restringiendo elementos como la amplitud del cuadro médico o las clínicas y centros de diagnóstico en un esfuerzo por contener costos, mantienen aún unos elementos diferenciales propios de las mutuas privadas en general. Los más importantes son: libre elección -sin ningún trámite de por medio- del médico de cabecera y de los especialistas que figuran en el cuadro médico; acceso directo a los especialistas sin pasar por el médico de medicina general; y plazos cortos para hacerse pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas sin una especial complejidad.
Son precisamente estos aspectos los que más se diferencian de la sanidad pública, donde todos los plazos de la atención primaria se han deteriorado especialmente desde la covid, plazos que se multiplican por dos en caso de tener que ir a un especialista, ya que forzosamente tienes que pasar por un médico de cabecera. Y donde las pruebas diagnósticas pueden eternizarse y las intervenciones quirúrgicas que no son vitales, también.
En las mutuas el paciente asume un nivel de responsabilidad propia en relación con su salud más elevado que en el sistema público
Hay un elemento significativo en el tema de las mutuas, tanto si son de Muface como si son en régimen estrictamente privado. Y es que el paciente asume un nivel de responsabilidad propia en relación con su salud más elevado que en el sistema público, mucho más pautado y más difícil de acceder. La permeabilidad del sistema de mutuas permite a quienes así lo deseen hacer más medicina preventiva y tener una actitud más proactiva en relación con el cuidado de su salud.
Es conocido que la ministra de Sanidad no tiene mucho interés en la continuidad del actual sistema de convenios de Muface con las mutuas privadas. Es algo de la igualdad, equiparando, así sí, a todos por abajo, es decir, por los usos y prestaciones de la sanidad pública. Sin embargo, debería ser la sanidad pública la que mejorase y flexibilizase sus prestaciones para equipararlas a las de las mutuas privadas.
Aún no se ha resuelto el nuevo concurso que el ministerio de Administraciones Públicas se comprometió a convocar con unas condiciones económicas mucho más ajustadas a las nuevas necesidades. Sin embargo, la primera aseguradora que opera en España, Adeslas, ya ha manifestado que no participará. Es un golpe fuerte porque el nivel de control del mercado -que supera el 40%- le otorga un poder y una trascendencia difícil de sustituir. Es el problema de las situaciones oligopolistas.
La primera aseguradora que opera en España, Adeslas, ya ha manifestado que no participará
Sin embargo, el eventual traspaso del millón y medio de personas beneficiarias de las mutuas de Muface a la sanidad pública solo aumentaría el descontrol y la pérdida de calidad de esta. Aunque se traspasasen los dineros inicialmente comprometidos con las mutuas. Habría que articular un proceso progresivo, más de años que de meses, para no acabar de hundir la calidad de la sanidad pública. El aumento de personal, la ampliación de instalaciones y el seguimiento de las personas con procesos crónicos o agudos no se pueden improvisar de un mes para otro.
Esperemos, pues, que más allá de los apriorismos ideológicos, se imponga el sentido común y que sí, que nos igualemos, pero que sea por arriba.