A veces, repetir resulta tedioso. Sabemos que el tabaco mata, y si no mata, perjudica seriamente la salud y la calidad de vida futura. Alguien dice: por “cuatro” días que tenemos que vivir, disfrutémoslos fumando. Un grave error que los años se encargan de corregir. En realidad, por “cuatro” días que tenemos que vivir, aprovechemos para vivir con la mejor calidad posible. Sin embargo, mucha gente sigue fumando, a pesar de las evidencias de su grave perjuicio. Lo mismo podríamos decir de las drogas, de las fuertes y rápidamente mortales, pero también de las toleradas y glorificadas en determinados sectores como la marihuana, una fábrica de cambios conductuales y de percepción. Sin embargo, el negocio de la marihuana va a toda máquina. No obstante, cuando la adicción gana nuestra voluntad, el camino más frecuente es la negación y la justificación. No pasa nada... “¡no mires hacia arriba!”
Hay, sin embargo, una “adicción” aún más peligrosa. Es la adicción al poder y a la imagen. La adicción siempre es cortoplacista e inconsciente de sus consecuencias. El rey Midas, en su afán por la riqueza, no tuvo tiempo de darse cuenta de que, al tocar la comida, esta también se convertiría en oro, un mineral no comestible que lo llevaría a la muerte por inanición. Dorian Gray tampoco aceptó el paso del tiempo, un hecho que lo llevaría a la soledad y el aislamiento mortal.
Hoy, la adicción al poder lleva al club de los más ricos a negar la evidencia del cambio climático y a justificar el camino hacia el desastre. Con unos primeros y cada vez más numerosos perdedores: los hambrientos, los millones de personas que viven o malviven con la angustia del hambre.
"Las consecuencias son claras: por el camino más que probable de crecientes malas cosechas, se dará un paso más hacia el hambre de muchas más personas"
Repetir resulta tedioso y el lector me excusará por volver a exponer la trayectoria creciente de manera exponencial de las temperaturas de la Tierra. Discúlpeme por recordar los incendios en California, la DANA en Valencia, la sequía... Las consecuencias son claras: por el camino más que probable de crecientes malas cosechas, se dará un paso más hacia el hambre de muchas más personas. El hambre es injusta, pero, a la vez, insoportable y fuente de grave tensión social y política.
A pesar de ello, hay quienes lo niegan. Lo saben, pero lo niegan. Efectivamente, la adicción al poder es cortoplacista. En el club de los grandes ricos aún piensan, ingenuos, que a ellos no les afectará. En Hollywood se ha quemado su casa, no importa, tienen otras. Algunas no se han quemado porque tenían bomberos privados.
Pero hay que justificar la negación. Se han publicado algunos manifiestos avalados por supuestos científicos negando la raíz antropocéntrica del cambio climático, mientras un grupo de grandes empresarios y políticos emergentes se disponen a dar un poco más de ritmo a la producción de combustibles fósiles.
"133 Premios Nobel y Premios Mundiales de la Alimentación nos advierten de que debemos prepararnos y reforzar los trabajos de investigación e innovación tecnológica para frenar los malos augurios"
Para contrarrestar esta avalancha de confusión, 133 Premios Nobel y Premios Mundiales de la Alimentación han redactado una carta donde hacen hincapié en que estamos lejos de satisfacer la demanda alimentaria mundial. Nos advierten de que debemos prepararnos y reforzar los trabajos de investigación e innovación tecnológica para frenar los malos augurios. Pues, de aquí a 2050, habrá que alimentar a 1.500 millones de personas más. Estos eminentes pensadores y científicos nos advierten que caminamos hacia un mundo más inestable, a la vez que inseguro, en materia de alimentos. Hoy 700 millones de personas pasan hambre, una cifra escalofriante. La tendencia es peligrosamente creciente.
En la carta de estos 133 profetas del siglo XXI nos dicen: “Se espera que los futuros aumentos de temperatura sean más extremos en los países con una productividad ya baja, lo que agravará los niveles existentes de inseguridad alimentaria. En los países de bajos ingresos, donde la productividad debe casi duplicarse para 2050 en comparación con 1990, la cruda realidad es que es probable que aumente menos de la mitad. Solo tenemos 25 años para cambiar esto”.
Escribo esto el lunes 20 de enero. Hoy, Trump inicia un nuevo mandato. Está todo dicho. No hace falta repetir.
Sin embargo, el hambre avanza.