Ya no sabemos leer, ni sumar, ni resolver problemas. Pero tampoco lo queremos. Y esta enfermedad la tenemos cronificada en toda la vértebra de nuestra sociedad, desde las etapas escolares hasta las generaciones más adultas.
A poco de acabar el año, nos han librado el famoso sobre con las notas. Aquel que, cuando íbamos a la escuela, determinaba si los Reyes Magos vendrían cargados de regalos o de carbón. Pues bien, ya no hay dudas, carbón para todos: nuestros alumnos de 4º de primaria han registrado los peores resultados de la última década en el nuevo informe internacional TIMSS (Trends in International Mathematics and Science Study, en inglés) dejando a Catalunya en la cola del Estado y de Europa en el dominio de las matemáticas.
Esto en las etapas escolares, pero los adultos tampoco se salvan del suspenso. Los últimos datos del informe PIACC (Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta) elaborado por la OCDE nos han trasladado a un panorama devastador: dos de cada tres adultos en España tiene niveles muy bajos de comprensión lectora, de matemáticas y de resolución de problemas. Las competencias educativas de los mayores de 16 años en España están por debajo de la media de los 31 países que estudia este informe y, lo que es peor, no han casi mejorado en la última década.
"Dos de cada tres adultos en España tiene niveles muy bajos de comprensión lectora, de matemáticas y de resolución de problemas"
Aquellos que tienen capacidades altas son una excepción, cada vez más reducida, una rara avis. Solo el 4% de los españoles presenta competencias altas en lectura, cuando en la OCDE son el 12% de la población. Lo mismo en matemáticas, un 6% en España con altas capacidades matemáticas, frente a un 14% en los países de la OCDE. ¿Y en resolución de problemas? Solo un 2% de la población española frente al 5% de la OCDE.
Asusta, ¿verdad? Sobre todo porque no estamos hablando de competencias intrascendentes. Estas habilidades son básicas para "asegurar la prosperidad en la esfera pública y profesional de los individuos y la sociedad". Y no lo digo yo, lo dice la OCDE. De hecho, dice más cosas: estas habilidades constituyen los cimientos "para dar respuesta a las oportunidades económicas y profesionales demandadas en el contexto socioeconómico actual". Y solo los adultos más preparados (aquellos porcentajes minúsculos que os he compartido) podrán afrontar mejor "las complejidades de la vida moderna". Vaya, y nosotros que pensábamos que la tecnología nos lo solucionaría todo.
No vamos bien, como sociedad. Pero, ¿qué pretendemos? Si hemos perdido la cultura de la exigencia y hemos vendido nuestra alma y nuestras vidas a los ladrones del tiempo. Los jóvenes pasan tres horas diarias en las redes sociales. Tres horas. Cada día. 20 años atrás, ¿qué hacían los jóvenes durante estas tres horas? Quizás alguna la pasaban delante del televisor -que, visto con el tiempo, quizás no se merecía el mote de "caja tonta"-, pero seguro que hacían algo más productivo o enriquecedor que un scroll adictivo de videos cortos.
Pero, además, estas competencias no las hemos perdido solo por nuestra mala gestión del tiempo y estos famosos ladrones del tiempo, sino también porque hemos dejado de practicarlas. Ya lo dicen en inglés: "Use it or lose it". O haces uso, o lo pierdes. Nuestro organismo funciona así: si tú no trabajas la memoria, la memoria se pierde. Si no practicas la lectura, un idioma, las matemáticas, la fotografía... con el tiempo vas perdiendo habilidades. Y claro, jugamos en un entorno, el digital, que nos lo pone muy fácil para poder hacer cada vez menos esfuerzos, para poder ser cada vez menos competentes, más necios, más dependientes.
"Jugamos en un entorno, el digital, que nos lo pone muy fácil para poder hacer cada vez menos esfuerzos, para poder ser cada vez menos competentes, más necios, más dependientes"
Y que nadie caiga en los autoengaños, por favor, que nadie se piense que está en el estrecho porcentaje de los privilegiados. Yo misma me señalo: tengo la suerte de no haber perdido el hábito de leer prensa y libros, pero los cálculos matemáticos hace tiempo que se los delegué a la calculadora de mi teléfono móvil. Estúpida de mí, no quiero volver a caer en esta trampa. Fantástico, ya tengo mi primer propósito para el próximo año.