Hay un día, o más bien, una noche al año en que todo es posible. Los que somos padres sabemos que la tarde del día 5 de enero nuestros hijos creen en todo. Evidentemente, los más pequeños tienen esa mirada mágica que los hace únicos, pero también los mayores que, aunque tocamos más de pies a tierra, seguimos soñando con el poder de la magia y la sorpresa.
En los pueblos pequeños quizás no tengamos grandes cabalgatas ni carrozas que salen en la televisión, pero la proximidad y el hecho de que todos nos conocemos hace que todos tengan un rol esa tarde. Están los que te dicen que corras porque los Reyes ya han salido. Están aquellos que acompañan las carrozas y que, como ahora, después de la covid, los niños ya no pueden subir a entregarles la carta, actúan como verdaderos pajes de sus majestades. Estos son los que, a pesar de estar disfrazados, se acercan a ti y miran a tus hijos guiñándote el ojo y les piden la carta para pasársela al Rey que acompañan. Aquellos que, cuando pasan frente a ti, hacen que el Rey se levante y, mirando hacia nosotros, tire unos caramelos que caerán justo delante de nuestros pies.
Cuando acaba el circuito corremos rápidamente hacia el ayuntamiento, donde el alcalde entregará las llaves de todas las casas a sus majestades para que puedan llevar los regalos a todo aquel montón de ojos ilusionados e inocentes. Unos ojos que, esa noche por primera vez y única, no se harán de rogar para ir a dormir. Es admirable cómo, entre todos, a semejanza de un buen equipo con grandes complicidades, hacemos de la Noche de Reyes, una noche mágica.
El ritual de la noche del 5 de enero no está exento de magia. Sin duda es otra más, pero, a pesar de eso, se nos otorga a los adultos el poder de hacer realidad esos sueños y peticiones que, con tanto cuidado, han depositado en las arcas reales. También es momento para redactar esa carta donde sus majestades aportan un poco de realidad, valorando el esfuerzo que se ha hecho durante todo el año y animando a mejorar aquellos aspectos en los que nuestros hijos no han progresado adecuadamente.
"Incluso cuando no se materializa en un beneficio económico, el simple hecho de recibir unos minutos de atención personalizada por parte de aquellos que valoran el trabajo realizado es un gesto que, como humanos, valoramos inmensamente"
Hay muchos símiles de la Noche de Reyes con las valoraciones empresariales de final de año. Es ese día en el que todos volvemos a ser niños y esperamos este reconocimiento del trabajo realizado durante la temporada a partir de nuestros resultados, proyectos e impacto económico. En este encuentro, quien ocupa una posición jerárquica superior, reflexiona sobre la tarea ejecutada a lo largo del año y reconoce los éxitos alcanzados por los miembros del equipo. A veces, este reconocimiento se traduce en una bonificación o una mejora salarial, asimilándose a como si el comedor se viera lleno de regalos. Pero, incluso cuando no se materializa en un beneficio económico, el simple hecho de recibir unos minutos de atención personalizada por parte de aquellos que valoran el trabajo realizado es un gesto que, como humanos, valoramos inmensamente.
Este reconocimiento, más que una recompensa tangible, da sentido a nuestro esfuerzo y nos recuerda que el tiempo que invertimos no pasa desapercibido. Es un impulso necesario para continuar mejorando y para sentir que formamos parte de un engranaje más grande.
Esta reunión final de valoración es esta carta que los Reyes nos dejan en la mesa del comedor, valorando lo que hemos hecho bien y lo que habría que mejorar. Por lo tanto, esta valoración no es solo un momento para celebrar los éxitos, sino también una oportunidad de oro que nos ofrece los inputs necesarios para orientar nuestros esfuerzos de cara al año siguiente. Nos ayuda a identificar las áreas de mejora y a redefinir las estrategias para alcanzar aquellos objetivos que hasta ahora parecían inalcanzables. Es como ese regalo estrella que siempre hemos deseado, pero que, hasta ahora, ha estado fuera de nuestro alcance. Con un buen feedback por parte de quienes valoran lo que hacemos, tenemos ahora las claves para hacer realidad ese sueño, esa bonificación que anhelábamos o el reconocimiento que nunca nos llegó, y que quizás este año, este 2025, sí que se hará realidad.