Asesor de empresas y profesor de la UPF-BSM

Nuevo no es sinónimo de mejor

21 de Enero de 2019
Act. 17 de Septiembre de 2019
Oriol López | VIA Empresa

Hay una anécdota que circula sobre un hombre que va a un restaurante y al pedir si el flan es casero y responderle que sí, decide pedir un yogur. El hecho que ciertas palabras tengan buena prensa y otros no tanta, no hace que los productos o servicios que las contienen sean mejores o peores. De hecho, hay productos caseros o artesanales que son claramente inferiores a sus homólogos industriales, a pesar de que el proceso de producción de los primeros sean más tradicionales, cuidadosos con el medio ambiente o socialmente responsables. Es más, hay productos artesanales que, a pesar de sus bondades, no pasan el dictamen del público y se dedican a menospreciarlo diciendo que carece de cultura, por ejemplo.

 

"Hay productos caseros o artesanales que son claramente inferiores a sus homólogos industriales"

En el mundo económico y empresarial este fenómeno se produce con todo aquello que es nuevo en el mercado y que, si además está hecho en el país, encarna todas las virtudes y ningún defecto. Pasa con "nuevos" modelos de negocio que sólo son maneras diferentes de representar cosas que hemos ido tirando toda la vida. Sten Vesterli, un experto en tecnología danés me dijo una vez que la nube no existe, sino que es el ordenador de alguien otro. Lo argumentaba diciendo que, de hecho, toda la informática en la nube derivaba del antiguo modelo donde IBM poseía el hardware y tú pagabas por el tiempo y el espacio que utilizabas. Ahora hagamos esto a mayor velocidad y el proveedor es Amazon, en lugar de IBM, pero el concepto no es radicalmente diferente. Con modelos como Uber pasa lo mismo. Ahora todo es el Uber de la comida, el Uber de la financiación, el Uber de los Ubers… En realidad, pero, Uber es el servicio de taxi, pero con actitud. Y todo esto por qué lo digo?

Estos servicios que han venido a cambiar el mundo, que se denominan (muchos veces a ellos mismos) disruptivos se basan en tendencias (por ejemplo, la externalización o la internalización) que ya habían sucedido antes. Hay nuevas aplicaciones de tecnologías existentes (por ejemplo, Uber) o modelos de negocio existentes aplicados a diferentes sectores. Y esto es un gran síntoma de progreso y evolución, pero no podemos considerarlo una revolución, promoviéndolo por todas partes como una novedad que no es tan nueva y que, simplemente, se utiliza en un contexto diferente, que ya es bastante importante.

 

A la práctica, muchos de estos negocios que surgen tienen los mismos problemas que los anteriores: demostrar valor y ganar rentabilidad. Cuando veo a empresas que se entienden "como servicio" mirando de diferenciarse de miles de otras compañías que prestan los mismos servicios de suscripción de venta de ingredientes para cocinar en casa, veo claro que muchas de ellas (y la credibilidad de algunos medios que las promovían) caerán sin entender qué ha pasado.

"La gente acabará tan cansada de todas estas disrupciones tecnológicas que se dará cuenta que llamar al ser humano con quien quiere trabajar es la mejor manera de hacer negocios"

El otro día me pedían una previsión empresarial para los próximos tiempos y respondí lo siguiente: la gente acabará tan cansada de todas estas disrupciones tecnológicas que se dará cuenta que coger el teléfono y llamar al ser humano con quien quieres trabajar es la mejor manera de hacer negocios.