Que todo sea importante no tiene que ser una excusa para que sepas priorizar
Has visto nunca uno de aquellos ejercicios basados en mantener al aire y en movimiento una serie de platos giratorios? El otro día, hablando con un empresario, me comentó que se sentía así en su empresa, tratando de mantener en movimiento muchos platos que sin su participación activa caerían irremediablemente. De hecho, cogiendo la definición de empresa que hago en mi libro Crece y Prospera y que me sirvió para explicar a mis hijos qué es una empresa, podríamos decir que estos platos tienen nombres y apellidos, puesto que cualquier negocio es una serie de personas que hacen un trabajo para unos clientes y a cambio de dinero. Esto, el equipo, la producción, los clientes y el dinero serían las cuatro áreas principales donde caerían los diferentes platos, que serían pedidos, quejas, contrataciones, innovación, marketing… Agotador, verdad?
"Cualquier negocio es una serie de personas que hacen un trabajo para unos clientes y a cambio de dinero. Esto, el equipo, la producción, los clientes y el dinero serían las cuatro áreas principales donde caerían los diferentes platos"
Y, aún así, los resultados van bien y tu negocio va creciedo. Dónde está el problema, pues? El problema yace en el modelo, puesto que si bien crecer reaccionando a todo aquello que va pasando puede funcionar durante un tiempo, tarde o temprano, un nuevo plato lejos de nuestro alcance o la simple acumulación de platos a punto de pararse, puede hacer que todo caiga. El crecimiento reactivo, pues, entiende que todo es importante, pero, a partir de aquí, deja que la prioridad venga dada por los otros (equipo, clientes, mercado…), te pone en una situación de riesgo y estrés continuado que, si todo va bien, sólo refuerza la situación actual de crecimiento, sin ir más allá ni crecer de forma acentuada.
Comentábamos todo esto con mi cliente y, finalmente, llegamos a una conclusión: no queremos seguir jugando a este juego y, por lo tanto, hay que devolver los platos a la mesa. Un lugar donde, a pesar de todo siga siendo importante, puedes ser tú quien marque la prioridad en cada momento, basada a crecer e ir más allá de dónde estamos ahora, controlando los riesgos y marcando el ritmo del juego. Esto es el crecimiento proactivo, le dije: decidir a qué juegas y cómo quieres jugar, para asumir los riesgos que tú decidas para ir dónde quieras ir. Sí, siguen existiendo incertidumbres y siempre habrá que reaccionar en aquello imprevisto, pero un crecimiento sólido y duradero requiere una mayoría de crecimiento proactivo y una minoría de reactivo.
Y no, no será fácil, y algún plato caerá por el camino, pero para empezar a disfrutar del juego y dejar de sufrir por los platos giratorios hace falta que dejes de jugar a este juego y empieces repartir los platos desde la mesa hacia tus prioridades.
"Esto es el crecimiento proactivo: decidir a qué juegas y cómo quieres jugar, para asumir los riesgos que tú decidas para ir dónde quieras ir"
Al final de la reunión le pedí al empresario si sería capaz de invertir el porcentaje de tiempo que dedicaba a ser reactivo y el que dedicaba a ser proactivo, y ya lo está consiguiendo. Y tú, qué porcentaje de reactividad tienes en tu día a día? Y de proactividad?