Que el Estado español tiene que cumplir con los objetivos del déficit pactados con Bruselas es evidente. Hay que decir que la solución aportada por la Hacienda española de aumentar el importe de los pagos por anticipado del impuesto sobre sociedades no deja de ser hacerse trampas al solitario.
El impuesto sobre sociedades es un tributo de carácter directo que graba los beneficios obtenidos por estas. En la mayoría de casos, el ejercicio económico comprende el año natural, de forma que las empresas determinan a fecha 31de diciembre los beneficios obtenidos durante el año por el sencillo método de cálculo consistente al restar los gastos de los ingresos obtenidos. A esta cifra se le aplica el tipo impositivo del 25%. Hacienda no cobra esta cuarta parte del pastel que le corresponde hasta los 25 primeros días de julio del año siguiente.
Cómo es obvio, la Administración pública no se esperará hasta la fecha que he indicado para tener el dinero a su bolsillo, de forma quehan establecidos tres periodos de pagos por anticipado durante el año en curso, que se acabarán restante del importe definitivo a pagar en julio del año siguiente.
Ahora, el que consigue Hacienda es que las empresas afectadas por la medida, aquellas con una cifra de facturación anual superior a los 10 millones de euros, anticipen en octubre y diciembre del 2016 dinero por anticipado del impuesto que se pagará en julio del 2017. No hay que decir que, la recaudación final por este impuesto seguirá siendo del 25% de la ganancia igualmente, y cómo que se habrán anticipado más dinero el 2016, el 2017 la recaudación por el impuesto será más baja, puesto que las empresas se compensarán la cantidad más grande de dinero anticipada. Así pues, pan por hoy y hambre por mañana.
Para acabar, también hay que mencionar que la aprobación de la medida se ha hecho in extremis, un día antes de que empiezas el periodo de 20 días que tienen las sociedades para hacer el ingreso por anticipado. Posiblemente más de un director financiero está ahora esforzándose a buscar una cantidad de dinero superior a las previsiones de tesorería que, a buen seguro, se habían hecho. No hay que decirlo, no es demasiado elegante cambiar las normas del juego sobre la marcha.