Es mi primera columna de opinión en VIAempresa y quiero dejar clara mi carta de intenciones. Voy a explicar por qué me apasiona el capital riesgo y de este modo contribuir en la medida de mis posibilidades, a la implementación de una cultura del capital riesgo.
Soy abogado y el peso de la vocación a veces es demolidor. Vivimos momentos en los cuales la pasión es la única opción. Y al mío me apasiona el capital riesgo y la inversión en empresas innovadoras. Vivir de una pasión es difícil. Tienes que aprender a pivotar durante años por, despacio, adquirir experiencia hasta sumergirte por completo en este océano de oportunidades.
El capital riesgo es sinónimo de creación de valor e innovación. Barcelona puede convertirse en un polo de atracción de inversión hasta el punto de asegurarnos afrontar el futuro con mayores garantías. Pero para llegar hasta este objetivo, antes tenemos que educar al empresariat y al emprendedor en la cultura del capital riesgo.
Tenemos que trabajar llevar y empezar desde cero. La cultura de la inversión en empresas empieza en tus primeros pasos como business angel. Aquí se adquiere el trackrecord suficiente para vivir con pasión el ecosistema del capital riesgo. Desde las primeras fases de una start-up, complementas tu perfil de inversor con habilidades que adquieres durante la experiencia con muchas empresas. Estos conocimientos los trasladas y los aportas a la cabeza de los años a las participadas en las cuales invierten las sociedades de capital riesgo.
Porque el capital riesgo aporta mucho más que dinero a cambio de una rentabilidad. El capital riesgo asesora en la estrategia a largo plazo, aporta criterio y valor a la participada por la experiencia acumulada, aportan negocio cruzado y profesionaliza la gestión para hacerla sostenible, entre otras virtudes.
Me apasiona el capital riesgo porque gracias a él, mi perfil personal y profesional se enriquece día a día.