Caminamos por la universidad y hablamos sobre nuestras cosas. Se ha convertido en tradición hacer una primera revisión del día con un café en la mano y luego ponernos a trabajar. Hablamos de trabajo, de planes de futuro, de cosas que nos pasan. Es como un primer control matutino donde nos aseguramos de que todo está bien y reordenamos lo que no. Cuando el día es claro, el paseo es más largo y la conversación más optimista. Cuando el día es oscuro y gris, nos lamentamos de por qué decidimos venir a este país donde la comida no tiene sabor y el sol se ve (con suerte) una vez cada dos semanas. Luego recordamos las razones y nos convencemos de no marcharnos nunca, y menos ahora que llega la primavera en esta ciudad lenta, bien ordenada y donde apenas ocurre nada nuevo.
Cuando era joven, como todas las chicas de mi entorno, quería ser una exitosa mujer de negocios y vivir en una gran ciudad. Quería tener una vida ajetreada, vestir ropa cara y tener muchas cosas bonitas: un trabajo prestigioso, un piso impresionante, un coche de chica guay, una pareja atractiva. Quería pasarme el día yendo a cenas importantes, presentaciones y fiestas, de compras con amigas o paseando un perro de pedigrí. Con veinticinco años ya me veía con hijos y una vida solucionada, estable y de éxito.
"Pienso que la base de la felicidad no es la excitación constante sino la paz mental"
Cuando somos jóvenes queremos vivir experiencias excitantes y muchas aventuras, pero ahora que estoy entrando en la segunda juventud sueño con vivir en una casa-granja, tener un trabajo tranquilo e interesante y compartir camino con un cerdo que se llame Francis Bacon que viva entre el jardín y la primera planta. Evidentemente, me gusta ir a la ciudad de vez en cuando, hacer mis cosas, ver a todo el mundo, salir con las amigas, pero por encima de todo valoro poder tener los domingos por la tarde para mí misma para ordenar la semana, ponerlo todo en puestu y arreglar alguna cosa que se haya roto con las prisas de la rutina. No sé si me estoy haciendo mayor, si me he cansado de la adrenalina, o si es sólo que llevo unos meses un poco cansada; pero ahora mismo pienso que la base de la felicidad no es la excitación constante sino la paz mental.
Aristóteles afirmó que la felicidad humana no se encontraba en la maximización de la alegría ni en la renuncia al dolor, sino más bien en algo que llamó el “término medio”. El término medio (o punto de equilibrio) es donde reside la virtud, la capacidad de vivir una buena vida, la posibilidad de alcanzar la felicidad. Evitar los excesos para permitir que todo tienda a un punto de consenso, de tranquilidad, de paz. Mientras que para Platón la felicidad estaba en la máxima realización personal dentro de la estructura social, para Aristóteles, si ese espacio no incluye un punto intermedio, un equilibrio entre todo lo que conforma nuestra vida, no estamos hablando realmente de felicidad, sino solo de un lugar deseable. Y los lugares deseables son engañosos, mientras que los equilibrios no. Los equilibrios son muy difíciles de crear, pero una vez que se encuentran, duran para siempre. Como un árbol que debe hallar su clima, como un pájaro que debe marcar su ruta entre los climas fríos y cálidos. Se tarda mucho en encontrar un punto medio, no es fácil ni está libre de problemas, pero si la felicidad está en algo, es en ese espacio: entre la aceptación de la vida tal como es y el sueño de querer hacer algo hermoso con ella.
Cuando lo encuentras, lo sabes, porque es entonces cuando caminas con un amigo por el campus, hablando de la vida, y sientes una enorme paz mental mientras saboreas el café que habéis recogido en la esquina y le cuentas alguna banalidad de la semana. Miras hacia arriba, o hacia adelante, o hacia atrás, y recuerdas cuánto te ha costado encontrar esta tranquilidad. Cuántas noches llorando, momentos de ansiedad o temores has tenido que superar para estar hoy aquí. Cuánto te ha costado encontrar esta paz. Y justamente por su dificultad, sonríes, lo miras con ternura y sigues hablando como si nada, dando un gran rodeo, pensando que ya vendrán tiempos peores, pero que hoy, por el momento, tienes paz mental.