Escribo estas líneas cuando acabo de saber que el robot Philae, anclado en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, ha entrado en hivernació. Lo ha hecho después de completar todo un conjunto de actuaciones en que ha desplegado la totalidad de sus
instrumentos científicos. Una hibernación forzada por la carencia de iluminación para poder generar la energía requerida (tan sólo se generaba 1W durante 1 hora y media, con picos de 4W durante unos 20 minutos), y el agotamiento de las
baterías no recargables. Lo hace con la esperanza de despertarse el próximo mes de agosto, cuando los
niveles de iluminación aumenten, y puedan aportar los 60W/día necesario para las
operaciones científicas a desarrollar.
Las complicaciones que ha tenido el robot Philae, a raíz de caer en una zona oscura del cometa, y la necesidad de invernar en espera de que se haga la luz y pueda despertarse, me traen a pensar en la situación de nuestro
tejido productivo a raíz de la
crisis económica que a lo largo de siete años ha castigado con dureza nuestra
industria. Una larga travesía por el dessert que según el último estudio de la
Fundación por la Industria ha perdido, en el periodo 2008-2013, un 300.000
puestos de trabajo.Ciertamente, el deterioro sufrido por el
tejido industrial ha sido muy significativo, pero no fuera faltar la verdad si no se reconoce que es un
sector en el cual una parte significativa de las
empresas supieron replegarse primero evaluando sus
ventajas competitivas e identificando las debilidades. Un análisis que los permitió ajustar sus capacidades y entomar los nuevos desafíos que la situación los presentaba. Desafíos que implicaban actuar en una triple vertiente: internacionalizarse, innovar especialmente en
producto, e invertir tanto en tecnología como en
talento. Hoy en día, más allá de visiones pesimistas de personas, con más pasado que futuro, para estar arraigadas en las incapacidades asociadas a mercados
monopolistas o proteccionismos asfixiantes, hay que reconocer que una gran parte de las
empresas industriales han sabido afrontar con éxito el triple desafío.
La industria
ha sabido internacionalizarse, el volumen de
exportaciones lo acredita. También han progresado en cuanto a innovación
y R D ya sea propia, colaborativa o externalizada, el hecho que la industria
ejecute por encima del 50% del total de
R D Y del país, lo certifica. Finalmente sus
inversiones en
tecnología, si bien son insuficientes, han sido notorias a pesar de la carencia de financiación
, unos incrementos en inversión en y nfraestructures
productivas que ha ido acompañada de la potenciación de la dotación de capital
humano, como se certifica del análisis de composición de las
plantillas.A buen seguro es este esfuerzo el que explica los datos aportados por PwC cuando indica que por cada
puesto de trabajo generado por la directamente por
la industria se crean 1,03 de indirectas y 0,40 de inducidos, el que comporta que la industria
sea el responsable del 25,8% del
PIB español y aporte el 23,4% del total de la
ocupación.
Un buen
trabajo, pero en que hay que seguir profundizando considerando que la UE ha fichado por el 2020 lograr el 20% como aportación al
PIB de la
Industria. Resta un buen camino a recorrer y en él acontece clave potenciar la cooperación
competitiva con criterios de verticalidad proveedor
cliente. También el incremento del
volumen para poder afrontar iniciativas más complejas donante rápida respuesta a las
oportunidades emergentes; ensartará la investigación de las universidades con las
capacidades del
tejido productivo, y muy especialmente fomentar la
emprendeduría, en nuevos campos, el si de las
empresas existentes, aquellas que han evidenciado su capacidad de internacionalizarse, de innovar y de incrementar su dotación de capital
humano. Un conjunto de medidas que tienen que ir acompañadas de un hecho incuestionable, y en que resta mucho para hacer: la concentración geográfica que facilita la interacción, la cooperación
, y la permeabilidad en cuanto a traspaso del
conocimiento. Es en este último aspecto donde las Administraciones tendrían que poner énfasis en sus
políticas industriales, potenciando aquellas zonas geográficas con grandes realidades y capacidades
para seguir creciente.
El año 2014 ha comenzado su recta final, las
organizaciones definen sus prioridades y políticas por el nuevo ejercicio, y con ellas configuran los
presupuestos para hacerlo posible. Objetivos y presupuestos
acontece un binomio indefugible para afrontar un futuro, es en este binomio donde habrá que estar amanten que las Administraciones -que han proclamado la importancia de un
modelo productivo caracterizado por una fuerte
componente industrial-, dediquen recursos y desplieguen políticas encaminadas a acompañar el requerido esfuerzo que han hecho y seguirán haciendo
las empresas. Es hora de aceptar que la hivernació de políticas industriales ha finalizado y que hace falta que estas recuperen con fuerza su protagonismo.