Es un hecho que la fe mueve montañas, pero no es sólo la fe sino también la voluntad, el empujón. Aquello que mueve el mundo, el que echa los proyectos adelante es
la determinación de las personas para luchar por las cosas teniendo claros los objetivos. Esto, indispensable en la razón de ser de cualquier empresa y también en cualquier cosa de la vida,
lo es de una forma evidente cuando hablamos de las asociaciones como Sant Cugat Empresarial y, en general, este tipo de instituciones surgidas de la misma iniciativa civil.
Son los llamados
lobbys. Y se manifiesta de manera tan evidente este origen surgido de la voluntad porque detrás hay, casi de manera exclusiva,
el entusiasmo de una serie de personas que se dedican profesionalmente a otras actividades, pero que arañan tiempos de donde hay poco o nada para salir adelante un proyecto del cual se pueda beneficiar la ciudad, la empresariat, toda la sociedad. Al final,
la gestión es parecida a la de cualquier empresa: crecer, hacerse cada vez más grandes y más relevantes. Porque esta relevancia es, cuando hablamos de un
lobby, la capacidad para influir, y esta capacidad es la que puede ayudar a mejorar las cosas, es su verdadera razón de existir.
La Asociación
Sant Cugat Empresarial cumple este año 10 años de existencia desde que se constituyó. Fueron unos años complicados en que se empezó a andar con una estructura mínima pero muchas ganas de hacer cosas y de hacerlas bien. Bajo la presidencia de Frederic
Boix, y desde el año 2015 de Joan
Franqueza, han sido
tiempo de ir tirando camino con pocos recursos, muchas ideas y una constante actividad, a veces poco evidente pero si muy real, que poco a poco fue poniendo la Asociación en el lugar de referencia del tejido empresarial de esta zona tanto rellenada de actividad como generadora de riqueza.
Sant Cugat es en estos momentos
una ciudad con un índice de paro borde sólo el 4% y una renta que casi duplica la media catalana. Una población que
no para de crecer y que disfruta del índice de natalidad, desde hace ya muchos años seguidos, más alto de Cataluña y de todo el Estado español. Es también una ciudad donde las empresas se encuentran a gusto y no
paran de elegirla para tener su sede. Con una ubicación privilegiada que la hace estar pocos minutos antes de Barcelona y a la vegada excelentemente comunicada con las principales arterias de acceso a todos los puntos del país.
Es por eso que hacía falta una asociación con peso específico y capacidad de influencia que ayudara, desde dentro y en sintonía con las otras asociaciones, las administraciones públicas y las mismas empresas, que todo este escenario cambiante y apasionando tuviera las cosas más fáciles.
La creación del Sant Cugat Empresarial respondía y responde a esta realidad incuestionable. Ha sido pues un camino de 10 años en el que se ha actuado sin descanso sobre temas tan relevantes para las empresas de aquí como por ejemplo la movilidad, las leyes, los impuestos, las relaciones con las administraciones, las facilidades para la gestión diaria, la transparencia, la acogida de nuevas empresas, la exportación y apertura a mercados de fuera, la importación, la formación, el liderazgo, las tecnologías queestán, las que están a punto de llegar...
Son muchos los ejemplos de todo aquello que Sant Cugat Empresarial ha impulsado y defendido para conseguir mantener intactos, no sólo los objetivos que hace 10 años se marcó sino, sobre todo,
aquella ilusión y aquel empujón que, lejos de apaciguarse en este tiempo, es ahora más intensa y sólida que nunca. Por muchos años.