Cómo pasa en las ciudades turísticas adalides del mundo, Barcelona compite ya a estas alturas para atraer un visitante de más valor añadido, que deje más gasto, genere más actividad productiva derivada de su presencia, y que concilie perfectamente con el día a día de sus habitantes. En este sentido, desde el Consorcio de Promoción nos hemos puesto a trabajar en la mejora de la sostenibilidad del turismo que ya tenemos y del que vendrá, y al buscar un mix adecuado de tipologías de visitantes. Apostamos por una promoción quirúrgica que tenga más a ver en una manera de viajar más de acuerdo con las ciudadanías autóctonas de las ciudades, que genere más confianza y según una lógica más sostenible de los cambios sociales y económicos.
Acabada la temporada de verano, los datos de visitantes en Cataluña nos indican que su gasto absoluto de enero a agosto ha aumentado un 2,3% y que el gasto turístico diario igualmente ha crecido (8,9%) a escala interanual. En nuestra ciudad el cruce de diferentes indicadores es el que nos permite mantener el optimismo: Barcelona es en este 2016 el cuarto destino europeo con un mejor índice de ocupación hotelera entre enero y junio; el gasto mediano diario en alojamiento ha aumentado en el acumulado del año más de dos dígitos (10,4%), y por el que a otras tipologías de vivienda de uso turístico, la estancia mediana de sus huéspedes han subido respecto a la de hace un año.
Sin embargo, en Barcelona nos resistimos a tomar los datos parciales de un mes de agosto en Cataluña, con preeminencia de los destinos turísticos de solo y playa y un público sobre todo vacacional, como un termómetro fidedigno del comportamiento turístico de nuestra ciudad. La evolución se tiene que ver siempre con perspectiva, y teniendo en cuenta que en Barcelona concurren múltiples tipologías de viajeros todo el año, incluido el verano. El turismo es uno de los pilares económicos de la ciudad que se ha desestacionalitzat y que fomenta la distribución de las rentas al territorio y aporta movimiento económico durante todo el año.
Nos tenemos que centrar en aquellos segmentos de más valor añadido (gastronomía y enología, mar y montaña, cultura, deportes, universidad), además de aquellos otros más consolidados como el de congresos. Tenemos que promover una oferta turística de excelencia desarrollada con la complicidad de la ciudadanía. Hay que promover la descentralización para distribuir mejor la riqueza en el territorio y a la vez reducir la presión turística del centro de Barcelona. Y tenemos que ser capaces de huir de un tipo de oferta generalista donde el turista consuma espacio sin más.
En Cataluña, la temporada estival –julio-agosto- concentra el 47% de los turistas del año, y tal como ya pasaba hace más de 10 años atrás, el núcleo de turistas que hacen una estancia de 4 a 7 días, continúa siendo lo de mayor grueso sobre el total: 5,5 millones en 2005 y 7,4 millones en 2014. Los turistas que escogen Barcelona hacen una estancia mediana de 3,3 días (2,3 noches), mientras que si nos atendemos únicamente al perfil de turista de reuniones que viene a Barcelona para asistir a un congreso, una convención o una conferencia (el 39% del total en 2015), la media sube hasta 3,7 días. El visitante que se está en Barcelona por un congreso hace un gasto diario complementario (transporte, comidas, visitas culturales...) de 104,78 euros, y acostumbra a alargar la duración de su estancia para disfrutar de la ciudad más allá de sus motivaciones profesionales. Este hecho nos revela el carácter de transversalidad del hecho turístico y el impacto económico inducido en otros sectores económicos como el transporte, el agroalimentario, el tecnológico o el de comercio. Precisamente por este motivo, el turismo acontece estratégico. Se tiene que partir de la base que el turismo es una industria, no un sector, y como tal fortalece nuestro tejido productivo más allá del sector servicios proyectándonos al mundo. El turismo favorece la innovación, atrae emprendedores y es una fuerza de progreso y de internacionalización.
Dicho esto, entendemos que el posicionamiento turístico de Barcelona tiene que estar al servicio de la ciudad, generando nuevas oportunidades económicas y tiene que estar junto a los habitantes, de forma que entre todos logramos el reto de hacer de la capital de Cataluña una ciudad sostenible, amigable en el día a día para los ciudadanos y para los quién nos visitan todo el año.
14
de Octubre
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2016
Act.
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