Presidente de la Cecot

¡RE_Accionemos!

26 de Octubre de 2024
Xavier Panés | VIA Empresa

En un momento en el que los datos económicos parecen positivos y nos indican que la economía catalana y española crecen, hace falta que nos detengamos a reflexionar más allá de estos números optimistas. Es verdad que el PIB ha aumentado y que estamos exportando más que nunca, como también lo es que este año han venido más turistas y han gastado más que otros años, pero, si bien es cierto, se trata de una lectura superficial que puede llevarnos a una autocomplacencia peligrosa. La realidad es que, en términos de productividad y bienestar per cápita, nuestra economía está empeorando en comparación con el resto de Europa. El PIB per cápita a Catalunya ha dejado de superar la media europea, y su crecimiento anual ha sido un modesto 0,46% desde el año 2000. Esta cifra no solo es inferior al promedio continental, sino también inferior al dato de España, un hecho que nos obliga a hacernos una pregunta incómoda:¿por qué, a pesar de generar más PIB y tener trabajando a más gente que nunca, no conseguimos llegar a la media europea una vez lo repartimos por cada ciudadano?

 

Existen varias razones que explican esta situación, pero una de las más destacadas es la caída constante de la productividad de nuestro modelo económico. El incremento de la población, el crecimiento del absentismo laboral, la carencia de trabajadores en sectores clave y el envejecimiento de la población son también factores decisivos que debilitan el sistema. Si no afrontamos estos desafíos, no solo comprometeremos la competitividad de nuestras empresas, sino también el futuro de nuestra sociedad del bienestar, abocándonos a un escenario poco prometedor tanto en el ámbito económico como social.

 

Ante esta realidad, la solución pasa por una reindustrialización inteligente y sostenible. Necesitamos volver a poner la industria en el centro de la economía catalana, pero no una cualquiera: tenemos que apostar por una industria innovadora, inclusiva y sostenible. Una industria que genere puestos de trabajo de calidad, que aporte valor añadido y que se convierta en el motor de un crecimiento económico sólido. La reindustrialización no es solo una opción; es una necesidad si queremos mantener la competitividad en un mundo globalizado y altamente tecnificado.

"La reindustrialización no es solo una opción; es una necesidad si queremos mantener la competitividad en un mundo globalizado y altamente tecnificado"

La busca de soluciones nos lleva a otra cuestión clave: la financiación. Catalunya no puede liderar una nueva era de industrialización sin un sistema de financiación adecuado. Nuestras empresas necesitan un entorno que facilite la inversión y la innovación, no que las penalice. Es necesario mejorar la financiación de Catalunya para que podamos ofrecer mejores servicios públicos, sin recurrir constantemente al incremento de la presión fiscal sobre los empresarios y las empresas. El actual marco fiscal es, en muchos casos, un freno al crecimiento, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que soportan una carga fiscal desproporcionada. Esto no solo limita su capacidad de inversión y expansión, sino que también pose en riesgo su viabilidad a largo plazo.

Tenemos muchos retos y oportunidades por delante, y desde la patronal Cecot, en el marco de la 29.ª Noche de la Empresa, hemos adoptado el siguiente mensaje para representar esta realidad: "RE_ACCIONEMOS!". Desde Cecot proponemos reaccionar juntos y en positivo: generando confianza, con compromiso empresarial y con una urgente reforma de la administración.

En este sentido, la necesidad de reacción no se limita solo al ámbito económico, sino que también se extiende al ámbito institucional y social. Actualmente, la confianza en las instituciones ha caído en picado. El exceso de regulación y la sobrecarga burocrática han hecho de nuestras administraciones unas maquinarias lentas y poco eficientes, incapaces de seguir el ritmo de la economía y de las necesidades de la ciudadanía, convirtiéndose en un freno a la transformación, al crecimiento y al progreso. Estamos yendo a dos velocidades, así que es momento de una reforma profunda de la administración pública para modernizarla, de hacerla más ágil, eficiente y al servicio de la ciudadanía y de la economía productiva. Destinar más tiempo a llenar formularios que a producir es un disparate en pleno siglo XXI, y supone una pérdida de oportunidades económicas.

También tenemos que reflexionar sobre el papel del compromiso empresarial en este proceso. Las empresas son el motor de cualquier economía, y su contribución va más allá de la generación de riqueza. Son las empresas las que, mediante el esfuerzo de sus equipos de trabajo, la innovación y el riesgo, crean los recursos necesarios para sostener la sociedad del bienestar. Es por eso que hay que prestigiar la figura del empresariado, y reconocer su valor social y económico, como hacemos y continuaremos haciendo en acciones de visualización pública, como lo son los Reconocimientos Cecot al Progreso Empresarial. No puede haber transformación sin las empresas. Las empresas, y la ciudadanía en general, hemos hecho grandes esfuerzos para adaptarnos y transformarnos. Al mismo tiempo, tenemos que garantizar que las empresas tengan las condiciones adecuadas para continuar creciendo y transformándose. La colaboración público-privada tiene que ser el pilar de esta transformación, porque sin el diálogo y la cooperación entre empresarios y administraciones, será imposible afrontar los grandes retos del futuro.

"Necesitamos políticas que tengan en cuenta la diversidad de nuestro tejido productivo y que ayuden a mejorar la productividad, no a reducirla"

Un ejemplo reciente que pone en cuestión la capacidad de diálogo es la propuesta de reducir la jornada laboral a 37 horas y media, una medida que puede tener un impacto negativo, especialmente sobre las pequeñas y medianas empresas, si no se acompaña de reformas complementarias. Esta decisión, tomada de manera unilateral, sin el tiempo necesario para el debate y la reflexión, es un claro ejemplo de lo que no se tiene que hacer. Necesitamos políticas que tengan en cuenta la diversidad de nuestro tejido productivo y que ayuden a mejorar la productividad, no a reducirla. En este punto, no se está dando un diálogo sino un monólogo dirigido por las prisas que dificulta encontrar puntos de consenso en un tema que es de gran importancia y que requiere de análisis y tiempo de debate. Hay que analizar este impacto desde la heterogeneidad de nuestro tejido productivo y encontrando medidas complementarias, como por ejemplo la reducción de cotizaciones para las pymes, o incrementar el número máximo de horas extras o aumentar el porcentaje legal de la distribución irregular de la jornada.

La colaboración entre trabajadores y empresarios, que durante cinco décadas han avanzado juntos con el objetivo de lograr eficacia y consenso, es un modelo que no se tiene que perder. Volver a fórmulas antiguas e ineficaces sería un grave error. Al contrario, este diálogo social, que permite llegar a acuerdos entre posiciones inicialmente distantes, tendría que ser un ejemplo a seguir. Los partidos políticos podrían aprender de este modo de trabajar, aplicándolo en sus debates en el Parlament de Catalunya, en el Congreso de los Diputados y en la gestión de los Presupuestos, con educación, con discreción y sin estridencias.

"Es imprescindible que reforcemos nuestras instituciones, porque solo así podremos garantizar un futuro de crecimiento y bienestar para todos"

Finalmente, conviene remarcar la importancia de la calidad institucional para el desarrollo económico. Estudios recientes, como los de los ganadores del Premio Nobel de Economía de este año, demuestran que las instituciones inclusivas son claves para la prosperidad de un país. Una economía fuerte y dinámica solo puede desarrollarse en un marco institucional sólido y eficiente. Esto es especialmente relevante en un momento en el que vemos un retroceso global de la calidad de las instituciones. Catalunya y España no pueden quedarse atrás en este aspecto. Es imprescindible que reforcemos nuestras instituciones, porque solo así podremos garantizar un futuro de crecimiento y bienestar para todos.

En conclusión, Catalunya tiene la oportunidad de liderar una nueva era de prosperidad, pero solo lo conseguiremos si somos capaces de reindustrializar el país, mejorar la financiación, simplificar la administración y fomentar un compromiso firme entre empresas e instituciones. Ha llegado el momento de RE_ACCIONAR y afrontar con decisión los retos del futuro. Solo así podremos garantizar que nuestra economía no solo crezca, sino que lo haga de manera sostenible y equitativa para todo el mundo.