Los antiguos griegos denominaban economía (oikonomia) a la buena gestión (nomos) del hogar (oikos). La economía nació para ayudar las personas a gestionar sus hogares individuales y la sociedad como hogar colectivo. La sociedad forma parte, además, de un hogar más grande y primordial para nuestra supervivencia: la biosfera. Y la economía tendría que estar también a su servicio. Pero noestá.
Hoy en día, la economía no está al servicio ni de la biosfera ni de las personas. Los males ecológicos, sociales y psicológicos que arrastramos, sobre todo desde la segunda mitad del siglo pasado, están muy relacionados con el hecho que la economía haya dejado de ser un medio para convertirse en un fin.
Que haya sido así tiene mucho que ver con el espíritu que llenaba el corazón del s. XX: el de un dominio de la forma sobre el contenido, la sintaxis sobre la semántica y la demostración sobre la verdad. Un espíritu que trajo al hecho que la consistencia lógica, y no la verdad, se convirtiera en la meta de los sistemas formales de la ciencia. De este modo, podía pasar que se dieran por buenas conclusiones como "Las auroras boreales se ven en Uganda" atendiendo solamente a la correcta respuesta lógica al silogismo conformado por las dos sentencias siguientes: 1. Las auroras boreales se ven habitualmente en África 2. Uganda está en África; sin perder tiempo a comprobar si las premisas de partença eran ciertas o no.
También la autenticidad se convirtió en el grito de guerra de los sistemas de ética o de las formas de vida. Sin que nos diéramos cuenta que la autenticidad que deriva solamente de la consistencia interna, y no tiene en cuenta ni el indicador de la emoción ni el contexto, no garantiza la ética. Cuento con la autenticidad así definida, porque Hitler, según esta definición de la autenticidad, era auténtico. Estas maneras de pensar, que daban prioridad a la consistencia lógica por encima de la verdad y la justicia acabaron extendiéndose a todas las actividades humanas: la economía entre ellas.
El poeta americano e.e. Cummings describía el espíritu del s. XX con esta frase tan elocuente: "Quién presta alguna atención a la sintaxis de las cosas, nunca te besará de verdad". Sí. e.e. Cummings tenía razón. Durando mucho tiempo nos hemos perdido tanto "la experiencia del beso" como sus efectos positivos a todos los niveles: desde la salud física, a la motivación para descubrir, aprender y crear; nos lo hemos perdido siendo cómo son las cuatro cosas necesarias porque nos mantengamos en forma físicamente y mentalmente.
En el s. XXI por fortuna las cosas están cambiante. Hoy las personas nos preocupamos por el medio ambiente y decidimos responsabilizarnos de qué este no se deteriore más y de recuperarlo tanto como nos sea posible. Para conseguirlo, estamos dispuestos a sacrificar "privilegios" adquiridos a cambio de maltratar el medio ambiente. Tomando un ejemplo del sector de la alimentación, hoy en día fomentamos la economía local y el km 0 porque sabemos que la energía que proporciona una comida de un europeo mediano es muy menor que la necesaria para su transporte durante 1.900 km.
Hoy en día los millenials escogen las empresas en las cuales trabajan por sus valores y por la posibilidad que los ofrecen de poder poner en juego su talento y pasión. El mundialmente reconocido emprendedor Aaron Hurst razona en su libro La economía del propósito que el cambio de rumbo hacia el comercio local y el km0, el nuevo comportamiento de los millenials, y otros cambios en el mismo sentido, revelan un patrón que indica que el propósito es el nuevo driver de la economía actual.
El valor de la economía de hoy reside a crear propósito para los empleados y para los clientes a través de dar respuesta a necesidades más grandes que ellos mismos: facilitando la cura de su alma, de sus familias, de su comunidad y del planeta que los acoge; fomentando la creación de redes de energía positiva; ofreciendo oportunidades para descubrir y poner en juego los mismos talentos creativos;… Los problemas que tenía la industria para el acceso a los recursos como el carbón y el hierro se han trasladado a los problemas de acceso al talento creativo.
Las empresas que actúen según los principios de la economía del propósito atraerán el talento creativo que necesitan. Y atraerán, además, a personas capaces de crear redes de energía positiva que son mucho más importantes, según demuestran investigaciones recientes, que las redes de información o de influencia. Hoy en día existe claramente una tendencia por parte de empresas y sociedad hacia que la economía recupere su sentido original: el servicio a las personas y en el mundo.
Pero porque esta tendencia gane terreno y se haga realidad, tenemos que estar todos al acecho; y no desentendernos de la economía y dejarla otro golpe "exclusivamente en manso de los economistas" para decirlo a la manera de Kenneth Boulding. Porque todostomamos parte. Porque todos somos la economía. Para no perder el sentido original de la economía con que empezaba el artículo, lo acabo con un llamamiento a no olvidar nuestro sentido original como personas y humanidad entera: vivir siempre y en todas partes -en casa, al trabajo y al mercado económico-, de acuerdo con los valores y las más grandes aspiraciones humanas.