Hace apenas un par de semanas vimos otro ejemplo de cómo el clima de crispación puede acabar eclipsando mensajes positivos: el caso del guionista Eduard Sola. Después de escribir una de las películas catalanas más vistas y aclamadas de la historia, ha tenido que salir a dar explicaciones por las reacciones furibundas que provocó su discurso durante la gala de los premios Gaudí. Un discurso donde simplemente reivindicaba sus orígenes familiares, remarcaba el progreso social y defendía la integración de personas recién llegadas. Y lo hacía, por cierto, de una manera brillante.
Por desgracia, este episodio vuelve a evidenciar que vivimos en un contexto gravemente afectado por la polarización, donde las redes sociales amplifican la indignación y el pesimismo. De hecho, se ha llegado hasta un nivel de contagio de la amargura anímica que reivindicar la alegría se ha convertido casi en un imperativo. Así lo expresa la psicóloga humanista Maria José Valiente: “Nos hace falta normalizar urgentemente la felicidad en la vida cotidiana. Ser conscientes de las pequeñas felicidades diarias y sentir un poco más de esperanza. Porque entre una cosa y la otra, el mundo agota cada vez más”. Una reflexión que pone de manifiesto la importancia de dar valor a las experiencias positivas, entendiendo que provocan un impacto directo sobre el bienestar de las personas. Y es que ya lo decía el economista Daniel Kahneman: “Los optimistas se equivocan más que los pesimistas, pero la vida les va mejor”.
En este sentido, también es muy oportuno recordar el pensamiento del añorado periodista Carles Capdevila, ya que siempre insistía en la importancia de que, en cualquier colectivo humano, haya más “emprendedores” que “empreñadores”. Según él, el predominio de una actitud mental positiva es el elemento diferenciador que posibilita el progreso, mientras que la negatividad solo conduce a la parálisis. Por tanto, ya no estamos hablando desde una óptica del beneficio estrictamente individual, sino del impacto que el estado de ánimo predominante también tiene en la cohesión y el avance social. Esta misma idea es la que defiende el catedrático Oriol Amat en su libro La botella medio llena, donde destaca las bondades de focalizarse en lo que es positivo y favorecer un clima de acciones que nos acerquen a un mundo mejor.
“Si levantamos la mirada de la pantalla del móvil y observamos nuestro alrededor con ojos limpios, no solo veremos cómo está de llena la botella, sino que también constataremos que, afortunadamente, la gente emprendedora sigue determinada a tirar del carro”
De hecho, si levantamos la mirada de la pantalla del móvil y observamos nuestro alrededor con ojos limpios, no solo veremos cómo está de llena la botella, sino que también constataremos que, afortunadamente, la gente emprendedora sigue determinada a tirar del carro. Sin ir más lejos, la semana pasada se publicaron los datos de empleo del año 2024, evidenciando que la tasa de desempleo en Catalunya se encuentra alrededor del 8%, por debajo de la media española y en línea con los países más avanzados de la Unión Europea (UE). Una realidad que refleja el dinamismo del ecosistema empresarial catalán, donde se produce el nacimiento de 20.000 nuevas compañías cada año y se alcanza un volumen de exportaciones que ya representan más de una cuarta parte de las de todo el Estado.
A principios de enero también supimos que un estudio internacional liderado por el Hospital Clínic ha permitido desarrollar una nueva terapia que reduce un 35% la progresión de determinados cánceres de hígado. Y es que en nuestra casa se genera más del 3% de la producción científica de Europa (a pesar de representar solo el 1,5% de la población). Todo ello configura un sistema sanitario excepcional que nos proporciona, entre otras cosas, una esperanza de vida de 83,4 años, que es de las más altas del mundo.
Este año, Catalunya se convertirá en la Región Mundial de la Gastronomía, algo que no había conseguido antes ningún otro emplazamiento de Europa, y que es fruto de muchos años de buena labor de todo el sector de la restauración. La industria audiovisual catalana también está de enhorabuena porque se acaban de batir todos los récords de venta de entradas de películas de producción propia, y la música en catalán se ha sumado a la fiesta pulverizando las cifras de facturación, conciertos y reproducciones.
"Reivindicar la alegría no significa ignorar los problemas ni caer en la ingenuidad, sino reconocer que el optimismo puede ser también un motor de cambio"
Y una mención especial merece Barcelona, que acaba de ser nombrada la octava mejor ciudad del mundo para vivir, según el prestigioso ranking del World’s Best Cities 2025, mientras sigue consolidándose como un polo de atracción en inversión tecnológica (el Barcelona Supercomputing Center ha anunciado una inyección de 200 millones para abrir una de las mayores fábricas europeas en inteligencia artificial) y un referente mundial de la educación superior, ya que cuenta con algunas de las universidades y escuelas de negocios más reconocidas del momento.
Es obvio que la botella también tiene sus espacios de vacío. Y que habría que llenarlos. Pero si nos dejamos arrastrar por la negatividad, corremos el riesgo de invisibilizar estos éxitos y de mermar nuestra capacidad para afrontar nuevos retos con confianza. Reivindicar la alegría no significa ignorar los problemas ni caer en la ingenuidad, sino reconocer que el optimismo también puede ser un motor de cambio. Tal como decía Carles Capdevila, debe haber más manos que construyan que voces que destruyan. Así que quizás es hora de hacer de esta máxima una guía para nuestra vida cotidiana.