Los grandes momentos de cambio en la historia humana han tenido origen, casi siempre, en algunos descubrimientos y en algunos desarrollos tecnológicos que han pulsara utilizarlos.
El último, ahora hace unos tres siglos, fue el hallazgo de una gran cantidad de combustibles sepultados (carbón, petróleo, gas...), junto con la capacidad tecnológica de transformar su energía potencial en energía útil con la invención de ingenios como la máquina de vapor, el motor de explosión, los generadores y motores eléctricos, u otros. Esto permitió que las personas pudieran aumentar mucho su nivel de bienestar consumiendo mucha más energía, transformando muchos recursos naturales en 'herramientas' y en 'aparatos', y utilizándolos por su beneficio. Esta ha sido la clave de que hemos conocido como 'sociedad industrial'. El enorme incremento de la energía al alcance de cada persona, nos cambió las vidas, y la sociedad.
A menudo siento hablar ahora de la 'sociedad digital', y tengo la impresión que es una expresión poco adecuada, puesto que sólo describe uno de los aspectos tecnológicos del que ha pasado, pero no retrata bastante la naturaleza y el alcance del cambio social que realmente supone. Creo que la descripción tendría que ser 'sociedad conectada', o tal cerca, 'sociedad de la información'. Me gusta más la primera, porque está más relacionada con la manera de vivir. Me explico.
La 'digitalización' es simplemente una manera de codificar en forma numérica todo tipo de información (verbal, escrita, sonora, imágenes fijas, imágenes en movimiento), utilizando un sistema binario (el 0 y el 1). En paralelo con esto, los progresos en la informática y la microelectrónica han permitido procesar instantáneamente y almacenar cantidades increíbles de estos números; y los progresos en las telecomunicaciones (por cable o por olas electromagnéticas) han hecho que la información se puedan enviar y recibir casi instantáneamente desde cualquier punto, tanto si la persona como el aparato está quieto o se está moviendo. Eso sí, siempre que esté 'conectado en la red'.
Este es el elemento clave. No hace falta que se entiendan las particularidades tecnológicas de estos progresos; tanto es que la información esté expresada en frecuencias (sonoras o luminosas) cómo en forma de bits... El que socialmente es importante es que ahora todo el mundo que esté conectado, puede recibir, modificar, enviar, guardar, y utilizar, cantidades ingentes de información. La información que era un bien escaso, se ha convertido en un bien abundante; más bien excesivo.
Del mismo modo que pasó con la energía, ahora está pasando con la información. En Europa, el consumo personal de energía aumentó unas 20 veces a lo largo de los tres últimos siglos. Pero ahora, la cantidad de información disponible y circulante, ha aumentado durante las tres últimas décadas, muchos miles de veces. Y además todas las personas y los aparatos han pasado de ser receptores a ser también emisores, cosa que permite hacer circular anónimamente la información. Y también manipularla!
Todo esto ha hecho que el aumento de la movilidad de personas y de cosas que vivimos en el siglo XX, se haya completado ahora con la de los bits que transportan información (y también dinero!). La conectividad global supone la movilidad global. Esta es la nueva 'sociedad conectada', en la que las redes complementan o sustituyen los vínculos sociales, imprescindibles para la vida y para el trabajo. Esto tiene muchas ventajas y también muchos peligros, tanto en cuanto a la desinformación, como en cuanto a la privacitat o el crimen.
Tenemos que prever y tenemos que evitar las posibles consecuencias no queridas de esta globalización; pero querer oponerse a ella sería luchar contra la realidad. Lo tendrían que entender aquellas corrientes sociales o políticos que predican el repliegue nacional, el regreso en las fronteras, la excusión de los 'otros'... Somos en un mundo global y tenemos que saber ordenarlo tanto socialmente como políticamente. Las instituciones estatales son insuficientes y por lo tanto impotentes para hacerlo solas. Nos habrá que potenciar y ampliar las instituciones supranacionales. No es de extrañar que estemos viviendo unos momentos de convulsión, puesto que estas transiciones son complejas, sobre todo si no se entienden.