Etnógrafo digital

'Teletienda' en la Casa Blanca

13 de Marzo de 2025
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

En una semana, a Musk se le ha caído un cohete, Twitter y Tesla. Con la caída de valor de la bolsa del lunes, el multimillonario vio reducida su fortuna en 29.000 millones de dólares, 132.000 en lo que va del año. Así sin contar el capital social, que se deshace como un azucarillo en cada nueva polémica. Su gestión errática, la amistad peligrosa con Trump, su apoyo al fascismo global y la incontinencia verbal en X son la tormenta perfecta.

 

Quienes vivieron una tormenta, en este caso de restos en llamas de cohete espacial, fueron los habitantes de las Bahamas. En enero ya les pasó a los habitantes de Turks y Caicos, donde los restos de otro cohete de SpaceX causaron daños. Musk bromeaba en X diciendo que aunque sus cohetes explotaran, al menos daban espectáculo en el cielo. No sé si los trabajadores de SpaceX están demasiado para bromas; en 2022 la tasa de accidentes laborales del sector aeroespacial fue de 0,8 accidentes por cada 100 trabajadores. En su sede de Brownsville fue de 4,8. 

Sus promesas arriesgadas lo llevan a estirar más el brazo que la manga. Cuando esto lo hace en X, pierde usuarios, anunciantes y valor, que es bastante. Cuando lo hace en Tesla, prometiendo la autoconducción para el año que viene desde hace 8, o prometiendo robots humanoides en las casas el año que viene—las acciones caen en picado y esto ya hace más pupa, ya que su fortuna depende de ello. Cuando lo hace en SpaceX, le caen los cohetes en el Golfo de México. En la red ya circula un meme que propone volver a cambiarle el nombre y ponerle “Golfo de los restos de SpaceX”.

 

A todo esto hay que sumar la campaña de #TeslaTakeDown, una campaña de protestas global contra la marca Tesla —o sea, contra el bolsillo de Musk— muy bien organizada. Muchas caras conocidas cuelgan vídeos devolviendo los Tesla con la etiqueta de #TeslaTakeDown. Algunas de estas protestas se han vuelto violentas: pintadas en vehículos Tesla, estaciones de carga quemadas, concesionarios incendiados, disparos contra vehículos y una señora detenida con cócteles Molotov. Vendría a ser el “Ni un papel en el suelo”, en versión yanqui.

Que hay muchos nervios es evidente. Musk pasó de ignorar el movimiento #TeslaTakeDown, diciendo que era flor de un día, a tildar a los manifestantes de violentos, antiamericanos y a retuitear cualquier indocumentado que en X decía que se compraba un Tesla. Que las cosas están muy mal lo demuestra la foto del martes con la Casa Blanca convertida en un concesionario de la marca. Una especie de anuncio de Teletienda, con Trump diciendo que se compraba uno, aunque no lo podía conducir. ¡El presidente que retira las ayudas a la compra de vehículos eléctricos, que dice que los vehículos de gasolina contaminan menos que los eléctricos y que los conductores de eléctricos “se vuelven esquizofrénicos”! De ser un hater a participar en el anuncio más caro de la historia: ha costado 100 millones que Musk ha pagado. Si no le gustan mis principios, tengo otros, previo pase por caja.

"Que las cosas están muy mal lo demuestra la foto del martes con la Casa Blanca convertida en un concesionario de la marca"

El spot publicitario se entiende mejor sabiendo que Musk ha comunicado a la Casa Blanca su intención de donar 100 millones de dólares para una “operación política de Trump”, que se suman a los más de 290 que ya le dio para la campaña. A cambio, anuncio global de la marca y calificación de terroristas a los manifestantes de #TeslaTakeDown. No habríamos visto tal concentración de vergüenza ajena si las acciones de Tesla no hubieran caído un 15% el lunes, llegando a su peor cotización desde el 2020.

Resulta que los inversores no solo miran los números, también miran el clima político y social. Tesla ha pasado de ser un símbolo de innovación a uno de división. La marca que fue sinónimo de futuro ahora está asociada al pasado, un pasado que su ejecutivo en jefe ha llevado hasta 1939.

Los clientes que devuelven los coches no solo dicen que no confían en la marca, también hacen una declaración política; los inversores que venden las acciones no lo hacen solo por seguridad financiera, también huyen de un entorno tóxico; los ingenieros que dejan SpaceX no lo hacen solo por sueldos más altos sino para conservar la salud.

Los manifestantes de #TeslaTakeDown no lo hacen solo por lo que representa la marca, lo hacen por lo que representa la democracia.