Catarina es la reina de las listas de pros y contras. Toda decisión importante en su vida ha pasado por una página en blanco dividida por una línea meticulosamente trazada en el medio que separa lo positivo de lo negativo. No solo hace la lista, también la relee, la deja reposar y pide la opinión de sus amigas más cercanas. Al final, toma una decisión muy informada, pero nunca sin dudas sobre si realmente se dejó guiar correctamente por lo que era o no la respuesta adecuada.
Yo soy todo lo contrario. Me da tanto miedo tomar una decisión que, la mayoría de las veces, las dejo al azar. ¡Sí, venga, va! o Da igual, cualquier cosa está bien suelen ser mis máximas. Si atribuyo al azar el proceso de decantación, siempre se puede achacar a un error cósmico o a no haberme fijado lo suficiente, pero nunca a haber tomado una decisión equivocada pese a toda la información. Además, también he rebajado mucho mis expectativas sobre lo que considero una banalidad: no hace falta romperse demasiado la cabeza entre el helado de mango o el de fresa, entre un mueble u otro para el salón, entre una optativa u otra donde seguro que en ambas aprenderé algo útil. Así que suelo optar por decisiones muy conservadoras, donde el margen de equivocación sea más bien bajo.
"Lo que ambas tenemos muy claro es que no podemos tenerlo todo y que, cuando tenemos que elegir algo, también tenemos que hacer alguna renuncia"
Es divertido cuando estamos juntas tomando decisiones importantes, porque mientras Catarina refunfuña más que una vaca, yo juego partidos de tenis mentales para evitar entrar en los bucles que ya sé que ocurren cada vez que pienso demasiado las cosas. Una toma las decisiones demasiado rápido y la otra demasiado lento, pero las dos tenemos un método que, con sus limitaciones, nos funciona. Lo que las dos tenemos muy claro es que no podemos tenerlo todo y que, cuando escogemos algo, también renunciamos a algo.
Vivir no es solo tomar partido, también es tomar decisiones. Algunas muy importantes, otras no tanto. Ser capaz de tomar decisiones no es una tarea fácil, pero decidir qué no hacer lo es aún menos. Nos cuesta mucho, como personas, sacrificar y renunciar. Estamos acostumbradas a un momento de la humanidad en el que hemos conseguido grandes cosas sin coste: ahora se puede tener una familia y seguir teniendo una vida personal plena, tener una casa y seguir viajando, ser joven y adulto a la vez, salir con las amigas y con la familia, ser una persona saludable y pasarlo bien. Algunos anuncios de compresas, claramente hechos por hombres, también afirman que puedes tener la regla y hacer el pino puente mortal. Pero en la mayoría de ocasiones, esa plenitud y ausencia de pérdida es solo parcial o temporal. En algún momento, nos toca perder. En esta vida no se puede tener todo.
"Me da mucha rabia la gente que lo quiere todo. No. No puedes tenerlo todo. Tienes que elegir"
Hay gente, sin embargo, que cree que puede tenerlo todo. Es más, que cree que puede conseguirlo. Ser el hombre más rico del planeta con impunidad, ser famosa, rica y contaminar todo lo que quieras con tu jet privado, beneficiarte de las malas condiciones de otras personas para enriquecerte. Me da mucha rabia la gente que lo quiere todo. No. No puedes tenerlo todo. Tienes que elegir. Y por elegir no serás menos feliz. Es parte de la gracia de tomar decisiones.