Un grupo de unos cincuenta expertos ha redactado un documento con 107 medidas sobre el uso de la tecnología en la infancia y adolescencia. Este documento pretende servir como hoja de ruta para la nueva ley de pantallas. En él se abordan cuestiones pendientes como el tiempo que pasamos en pantalla, la promoción de la alfabetización digital crítica o la regulación para evitar monopolios. Es un retrato incómodo de la sociedad digital, pero también un espejo necesario para que, especialmente los adultos, reflexionemos sobre tres lecciones que no podemos ignorar:
1. Las fotos de hoy son las vergüenzas de mañana
Estamos muy orgullosos de nuestros hijos e hijas y queremos proclamar al mundo lo guapos y especiales que son. Compartir fotos y videos de ellos en redes sociales, lo que se conoce como sharenting, se ha normalizado hasta niveles sorprendentes. En un mundo donde cada gesto se convierte en contenido, muchos padres publican la vida de sus hijos sin cuestionarse qué derechos están vulnerando.
Los expertos señalan que un 80% de los niños ya tienen una identidad digital antes de cumplir dos años. Esta identidad, creada sin su consentimiento, puede condicionarlos en el futuro: desde problemas de privacidad hasta impactos emocionales si estas imágenes se viralizan o se usan fuera de contexto. Ya hay casos judiciales en países como Estados Unidos que sirven de advertencia. Es urgente que las familias reflexionen sobre esta práctica y eduquemos en un concepto clave: los hijos no son imanes para atraer seguidores.
"Los expertos recalcan que un 80% de niños y niñas ya tienen una identidad digital antes de los dos años"
Solución: Es imprescindible invertir en educación digital para padres y madres, no solo para niños. Debemos enseñar a valorar la privacidad de sus hijos y recalcar que los derechos digitales también son derechos humanos. Además, es esencial impulsar legislación que proteja a los menores de una sobreexposición digital que no han elegido ni pueden controlar.
2. Los móviles en las escuelas
El segundo gran debate es el uso de los teléfonos móviles en las escuelas: ¿prohibirlos o integrarlos? Esta cuestión polariza a familias, docentes, estudiantes y expertos. Según el informe, un 65% de los estudiantes utilizan el móvil durante las clases, y a menudo para fines no educativos.
Los móviles son herramientas poderosas, pero también trampas de distracción. Enseñar a los jóvenes a usarlos con criterio es más difícil que prohibirlos, pero también más necesario. La educación del futuro no puede ignorar las tecnologías digitales; debe preparar a los estudiantes para convivir con ellas de forma responsable y crítica.
"La tecnología tiene que ser un medio, no un fin: poner pantallas en una aula no es digitalizar, corregir y preguntarse como mejorar ChatGPT, sí"
Solución: Las escuelas necesitan un plan digital claro. No se trata solo de decidir si los móviles están permitidos, sino de formar a los profesores para que puedan integrar el mundo digital de manera efectiva y segura. También se deben establecer normas para que los estudiantes aprendan cuándo y cómo usarlos. La tecnología debe ser un medio, no un fin: poner pantallas en el aula no es digitalizar, reflexionar sobre su uso sí lo es.
3. Más conexión, menos comunicación entre los jóvenes
El informe refleja un fenómeno preocupante: aunque nunca habíamos estado tan conectados, la calidad de la comunicación entre los jóvenes se ha deteriorado. Los teléfonos móviles se han convertido en la principal ventana al mundo, pero también en la puerta que cierra las interacciones cara a cara.
Las redes sociales, la ansiedad por la validación externa y la comparación constante están causando estragos en la salud mental de los adolescentes. Esta situación no es culpa de los móviles en sí, sino de una sociedad que no ha aprendido a establecer límites y de unas aplicaciones que han utilizado sus plataformas como si fueran el Lejano Oeste. Somos la primera generación que ha crecido con esta tecnología, pero eso no nos exime de la responsabilidad de corregir los errores y mejorar de cara al futuro, ahora que hemos superado el enamoramiento inicial con las posibilidades de Internet 2.0.
"Somos la primera generación que ha crecido con esta tecnología, pero esto no nos exime de la responsabilidad de corregir los errores y mejorar de cara al futuro"
Solución: Necesitamos establecer reglas claras sobre el diseño de aplicaciones y redes sociales para evitar patrones dañinos. También debemos educar a los jóvenes para que desarrollen una relación saludable con la tecnología, fomentando actividades que prioricen el contacto humano y enseñándoles a gestionar las emociones en un entorno hiperconectado.
Conclusión: el futuro digital pide que los adultos hagan los deberes primero.
Este informe es más que una recopilación de datos; es una advertencia para navegantes. Nos deja claro que la sociedad digital tiene asignaturas pendientes, pero antes de pedir a los jóvenes que cierren la sesión de TikTok y Twitch, quizá deberíamos mirarnos al espejo. Son los adultos quienes han convertido el sharenting en deporte olímpico, quienes revisan el móvil diez veces durante una cena o quienes envían correos electrónicos a medianoche porque "ahora tenían un momento".
Si queremos que nuestros hijos e hijas crezcan con una relación saludable con la tecnología, tal vez deberíamos empezar por despegarnos nosotros mismos de la pantalla. Sí, tú también, que estás leyendo esto en el móvil mientras tomas un café para desconectar.
"Son los adultos quienes han convertido el sharenting en deporte olímpico, quien revisan el móvil diez veces durante una cena, o quien envían correos electrónicos a medianoche"
Los jóvenes son el reflejo de lo que ven y del mundo que les hemos construido. Si queremos que aprendan a usar la tecnología con criterio, debemos empezar predicando con el ejemplo. Así que, la próxima vez que quieras regañar a tu hijo por pasar demasiado tiempo con el móvil, asegúrate de mirarte al espejo. Quizá el futuro digital comience, literalmente, activando el modo avión.