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La utopía del teletrabajo

16 de Diciembre de 2024
Gina Tost | VIA Empresa

Podemos estar de acuerdo en que, a pesar de la tragedia que sufrimos, una de las cosas buenas que trajo la pandemia fue la normalización del teletrabajo y las posiciones híbridas, pero la promesa de una "nueva normalidad" con más flexibilidad laboral parece que ha quedado a medio estornudo. En las últimas semanas, algunas grandes empresas han abierto el debate sobre el retorno obligatorio a las oficinas. En Barcelona la que lo está gestionando es Ubisoft Barcelona, pero a escala global gigantes como Amazon han dado pasos similares, exigiendo presencialidad total para fomentar una "cultura corporativa" más sólida. En otros sectores, como la banca, esta tendencia es aún más marcada, con empresas como JP Morgan eliminando prácticamente todas las opciones de trabajo remoto. Algunos expertos explican que son prácticas oscuras para rebajar el coste de plantilla, haciendo despidos encubiertos de renuncias.

 

Independientemente de las intenciones empresariales, estas noticias contrastan con un mercado laboral donde hay mucha demanda de modelos híbridos o flexibles, especialmente en empresas digitales y tecnológicas.

Gran parte del conflicto proviene de cómo se redactaron los contratos antes y después de la pandemia. Los de antes no contemplaban el teletrabajo y se podía considerar un derecho adquirido, y los de después apuntan a cláusulas que hacen posible el retorno a la presencialidad sin derecho a queja. Además, muchos trabajadores aceptaron cambios bajo la premisa de una flexibilidad permanente, pero las empresas tienen margen para revertirlo legalmente. Este es el quid de muchas disputas: ¿qué prima, el contrato escrito o las dinámicas que se crearon a posteriori? Algunos trabajadores han comenzado a llevar estas situaciones a los tribunales.

 

Las empresas que rechazan el teletrabajo alegan problemas organizativos, de ciberseguridad o de mantenimiento de la cultura corporativa

Aquí aparece el gran dilema empresarial de la productividad y las conexiones con el equipo. Las empresas que rechazan el teletrabajo alegan problemas organizativos, de ciberseguridad o de mantenimiento de la cultura corporativa. También hay preocupaciones por la deslocalización, que podría hacer que los puestos de trabajo migren a países con salarios más bajos. Por el contrario, estudios indican que la productividad no ha caído con el trabajo remoto, y que muchos trabajadores valoran la conciliación y el ahorro de tiempo.

Ahora bien, ¿qué hacen otros países? Según un informe de Deloitte, en Estados Unidos, el 44% de las grandes corporaciones ya optan por un retorno total a la oficina, con una clara tendencia hacia el retorno de este modelo, mientras que en Europa los modelos híbridos tienen más aceptación, aunque con variabilidades según el sector y el tamaño de la empresa. Francia y Alemania han legislado para establecer derechos claros al teletrabajo, mientras que en España la normativa es más ambigua y depende a menudo de la negociación colectiva.

Francia y Alemania han legislado para establecer derechos claros al teletrabajo, mientras que en España la normativa es más ambigua y depende a menudo de la negociación colectiva

Por cierto, si os lo preguntáis, en China todavía están lejos de tener legislación y protección en términos de teletrabajo, pero su rápida digitalización está haciendo que la tendencia esté en aumento: ciudades como Pekín y Shanghái están adoptando políticas más flexibles, pero todavía están lejos de su normalización en otros territorios. Pero ¿qué esperamos de un país donde algunos festivos intersemanales se tienen que devolver trabajando el fin de semana? Compensar festivos.

A mí lo que verdaderamente me interesa no es solo si podremos mantener el modelo híbrido, sino si somos capaces de redefinir el trabajo de una manera que equilibre los intereses de todos los implicados. Las empresas deberían aprovechar las lecciones de otros países para buscar flexibilidad, conciliación y humanidad sin perder eficiencia. ¿Y los trabajadores? Tal vez exigir que los beneficios del teletrabajo no sean tratados como un privilegio, sino como una parte integral del futuro laboral por el bien del planeta, la familia y la salud mental (tres temas que preocupan, y mucho, a la Generación Z). Al fin y al cabo, si podemos trabajar desde una nube, ¿por qué deberíamos volver a la oficina solo para verlo desde la ventana?